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El desafío de cumplir con el deber

Julio Cardozo | Montevideo
@|El Sr. Presidente de la República ha sido claro como pocas veces: “la seguridad es un derecho humano fundamental”.

Casi nadie se atrevería a discutir seriamente algo así, pero muchos de los integrantes de su fuerza política parecen creer lo contrario.

Orsi fue más lejos todavía; hizo referencia nada menos que al mandatario salvadoreño Nayib Bukele, de quien dijo que “es un ejemplo a analizar”, debido a sus políticas de seguridad.

Las izquierdas del mundo miran con recelo hacia El Salvador y la nuestra, por cierto, no es la excepción. Con expresiones como esa, el mandatario uruguayo está demostrando una leve independencia de criterios que le viene muy bien. Podríamos convenir en que las acciones de Bukele han sido útiles para su país en el marco de su realidad, pero aquí las cosas son diferentes.

De todas maneras, el valor y la seriedad del Presidente Bukele quedó de manifiesto. A juicio de Orsi, a la izquierda, antes, le era difícil hablar de seguridad o sea que, de acuerdo a sus palabras, le costaba encarar el tema que más le preocupa a los uruguayos desde hace años.

En la primera mitad del siglo XX, el filósofo alemán Oswald Spengler, en su obra “La decadencia de occidente”, comparó a las sociedades humanas con las entidades biológicas, en el entendido de que ambas tienen un ciclo de vida determinado, y se atrevió a predecir que al comienzo del tercer milenio la civilización occidental habría de encontrarse en estado de emergencia.

El panorama mundial nos informa que no estuvo nada errado. En la misma línea analítica, dijo que las sociedades crecen y se deterioran en la medida que aceptan y encaran los desafíos que tienen por delante. En buen romance, Spengler sostuvo que la diferencia entre unas y otras es la manera en la que enfrentan sus problemas. Una sociedad cualquiera, pudo haber surgido como pequeña, tanto en lo demográfico como en lo social, y a medida que va plantándole cara a las dificultades crece y se desarrolla pudiendo, con el tiempo, pararse en las antípodas de su origen. Al considerar la teoría de Spengler nos surgen dos preguntas: cuáles son nuestros desafíos y si estamos dispuestos a darles batalla.

Nadie duda que la seguridad o, mejor dicho, la falta de la misma es uno de ellos. Sin embargo, si nos atenemos a lo que al principio de su gestión había dicho el Sr. Ministro del Interior en cuanto a que la guerra contra el narcotráfico ya está perdida y que su plan de seguridad recién se iniciaría en 2026, estamos muy lejos de enfrentar un desafío que, de superarlo, podría redefinirnos como cuerpo social.

Así y todo, Negro aspira a que exista “un modelo uruguayo” en materia de seguridad partiendo de la “responsabilidad compartida”, entre organismos del Estado y la sociedad. Pero la sociedad no tiene porqué asumir obligaciones que le son inherentes al gobierno, ya que para eso lo votó. Esto sí es un desafío, pero hacerle frente es un deber.

Bukele lo enfrentó y lo superó. Miró de frente a la dificultad y le ganó. En este país, ¿seremos capaces de hacer lo mismo?

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