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Clásico de fútbol

María González | Montevideo
@|¿Hacia dónde queremos ir como sociedad?

¡Qué pena da lo sucedido en el partido clásico disputado el domingo pasado! No solo por el hecho en sí mismo, de una violencia y desprecio inimaginable hacia el resto de las personas que estaban allí, sino también por la falta de sensibilidad de todos los involucrados. Me pregunto: ¿qué nos pasó como sociedad? ¿A nadie se le ocurrió suspender en forma automática el partido? Un hecho gravísimo que terminó con una persona muy lastimada. Me sorprende y me indigna que ninguna autoridad haya suspendido el encuentro, no solo para velar por la seguridad del público sino por compasión y sentido humanitario hacia la persona herida. Encima perdimos una gran oportunidad de enseñar a los niños que la seguridad y salud de las personas valen más que un partido clásico.

Lo que ocurrió fue lisa y llanamente vergonzoso. Tampoco comparto eso de que siempre son unos pocos los que hacen estas locuras. Por otro lado, las medidas tomadas hasta ahora han sido muy tibias o ineficaces; a las pruebas me remito.

Me encanta el fútbol e ir a la cancha, pero luego de lo ocurrido no tengo motivación alguna para comprar una entrada donde jugadores, técnicos, jueces, autoridades de clubes, autoridades de la AUF, hinchadas dejaron (consciente o inconscientemente) como mensaje que un partido de fútbol clásico está por encima de todo. Entiendo también que el público debería haber exigido la suspensión del partido, demostrando a las autoridades que lo que ocurrió fue demencial. No me puedo imaginar el terrible momento que vivieron, no solo el hombre lastimado sino todos los que estaban cerca; difícilmente podamos expresarlo en palabras.

Si queremos progresar como país levantemos la mirada y velemos por el que tenemos a nuestro lado, tengamos compasión por el otro, solo así podremos reconstruirnos como sociedad y desde allí progresar. Hay mucho para trabajar en la recuperación de valores que claramente se han perdido. No es un imposible, el futuro lo tenemos en nuestras manos.

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