Publicidad

¿Y ahora?

Compartir esta noticia

Los votantes de Irlanda han rechazado el proyecto de nueva organización para la Unión Europea creando una crisis política y sugiriendo que la Unión se ha alejado de los pueblos. En Irlanda, el 53,4% de los votantes rechazó el proyecto de, para darle su denominación completa, "Tratado de Lisboa por el que se modifica el Tratado de la Unión Europea y el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea". A la convocatoria asistió un porcentaje superior a la mitad del electorado, una proporción muy alta para ese país y el voto por el "No" consiguió la mayoría no solamente en las regiones rurales, más tradicionales, sino también en Dublín.

A pesar de este contratiempo, en un camino mucho más largo, la unificación europea es un éxito. El origen inmediato de aquel proceso se encuentra en el Tratado de Roma para el establecimiento de la Comunidad Económica Europea, suscrito en marzo de 1957, por Alemania Occidental, el Benelux (Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo), Francia, e Italia.

Desde entonces, la Comunidad se ha ampliado en seis oportunidades. En 1972 ingresaron el Reino Unido, Irlanda y Dinamarca (en Noruega el electorado, convocado a un referéndum para decidir si el país ingresaba a la Comunidad, se inclinó por la negativa). La principal ampliación de la comunidad se produjo en el 2004 cuando ingresaron diez nuevos Estados miembros.

En la actualidad la Unión Europea está compuesta por 27 Estados sumando una población total de 497 millones de habitantes y abarcando una superficie total de 4,3 millones de kilómetros cuadrados. A través de cinco décadas, los constructores de la nueva Europa han debido enfrentar los desafíos de la ampliación gradual a una cantidad cada vez más grande de países a partir del núcleo inicial, y de la profundización de la integración, para abarcar una gama cada vez más amplia de asuntos. El resultado ha sido una sucesión de acuerdos de carácter constitucional, algunos con más éxito que otros, de los cuales el Tratado de Lisboa es el más reciente.

En 1987 se suscribió el Acta Única Europea. El Tratado de la Unión Europea, firmado en Maastricht, en febrero de 1992, cambió la denominación de la Comunidad Económica Europea a Comunidad Europea, una reforma que significó pasar del nivel de lo económico para entrar en el de lo político. Cuatro años después, el Tratado de Amsterdam (octubre de 1997) modificó el tratado de la Unión Europea. En febrero del 2001 el Tratado de Niza introdujo reformas a las instituciones de la Unión, con el propósito de enfrentar los problemas de una comunidad que entonces contaba con 25 países miembros.

Y fue aquí que se produjo un primer tropezón, del cual la Unión Europea aún no se ha recuperado. Como lo indica el referéndum en Irlanda.

En octubre del año 2004 se firmó el proyecto de Constitución para Europa. Sin embargo, y pesar de toda la fanfarria, la propuesta demostró ser demasiado ambiciosa, o demasiado compleja. Luego de ser rechazada por los votantes de los Países Bajos y Francia, fue abandonada y se resolvió abrir un período de reflexión que condujo al Tratado de Lisboa, suscrito el 13 de diciembre pasado.

Hasta ahora el Tratado de Lisboa ha sido aprobado por 18 países, y el presidente de la Comisión Europea ha declarado que el proceso debe continuar. Sin embargo, este tipo de acuerdos requieren la aprobación de todos los Estados miembros de la Unión. El futuro de este acuerdo, tan importante para el futuro de Europa no está nada claro.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad