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Tiro al aire

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Rodolfo Sienra Roosen

Como está de moda desde hace ya un tiempo, la semana dio buen margen para el corcoveo interno del oficialismo.

El año apunta a terminar al rojo vivo. Y otra vez los que se sacuden entre sí, son el presidente y el vicepresidente, los sectores que los representan (MPP y Asamblea Uruguay) o sus ramificaciones en bloques de mayor afinidad (Asamblea, Frente Líber Seregni) por un lado y MPP, Comunistas, Socialistas y asociados habituales por el otro). Bien que podrían terminar partidos por la mitad como un queso, confrontando mano a mano, al ritmo de conga que tomaron.

Dicen que Mujica comentó que hay una conjura en su contra liderada por el astorismo. El tema que ha puesto ahora la cosa al rojo vivo, es la tantas veces anunciada rebaja de dos puntos de IVA, buque insignia tributario de la izquierda astorista, es verdad, al que en el período anterior la generosidad del gasto público no pudo ponerlo a navegar porque nos hundíamos todos. Pero con el fuerte incremento de la recaudación, se abrió un espacio para hacerlo y el equipo económico oficial lo incluyó en el proyecto que va al Parlamento.

Sorpresivamente, al día siguiente Mujica apareció con síntomas de haber sido picado por el arácnido inspirador con el que suele descansar, y anunció que así como había quedado el proyecto, no lo firmaba. En su lugar, proponía más ayuda a los que no tienen recursos. El 2% del IVA como tasa básica, para todos. Y luego, hasta llegar a un 5% de descuento para los más desposeídos que integren la nómina del Mides. Astori saltó como un resorte, y aunque demoró unas horas, al final fue recibido para protestar. Probablemente alegó la necesidad de ajustarse al compromiso preelectoral, pero lo cierto es que Mujica dio marcha atrás enseguida. Volvemos al 2% para todos y a la exoneración total del IVA para quienes tengan la tarjeta de platino del Mides.

Sacamos la sensación que algo raro hubo, fueron muy rápidas las dos reacciones. Con cierta inocencia podríamos presumir que es tan mala la imagen de los asesores cercanos al presidente, que resulta fácil hacerlo cambiar de opinión, pero aún así es raro. Ello aunque el arrebato inicial de Mujica tenía sentido. Se justificaba por algo que hemos hecho notar varias veces desde aquí y es que la rebaja de un gasto de consumo en 2% de una parte -ni siquiera del total- no da para tanta expectativa, y que instrumentarlo con tarjetas de crédito o de débito lleva a incrementar el consumo y la inflación.

Para nosotros, en esto tiene razón Mujica, francamente no entendemos los beneficios que trae la aprobación del proyecto como va. Pero cuidado, porque no hay acuerdo total. Esta propuesta queda a debate de lo que el Parlamento resuelva.

Se le ha mandado un tiro al aire que puede pegar en cualquier cosa. Y en lo que pega, una vez más, es en la credibilidad de un gobierno que, como te dice una cosa, te dice la otra (nos atacó con fuerza la originalidad, sepan disculparnos, pero parecía un chiste y resultó ser una verdad grande como una casa).

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