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Se cierra un ciclo

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La muerte de Danilo Astori, economista, exdecano, senador, dos veces ministro de Economía, vicepresidente de la República, marca un mojón en la vida del país y en la del Frente Amplio, del cual fue un líder de peso.

Ocurre en un momento en que los partidos se preparan para un año electoral con un calendario que se inicia con las internas.

Al Frente Amplio le hará falta Astori, especialmente en el caso de que llegue al gobierno. Con su muerte se cierra el ciclo del triunvirato, el de un Frente liderado por tres figuras de enorme peso: Tabaré Vázquez, Danilo Astori y un José Mujica alejado de la vida política pese a que aún mantiene influencia.

Como dirigente y en especial como ministro durante los gobiernos frentistas, Astori jugó un rol crucial. Fue el referente del ala moderada y por tal motivo muchas veces denostado por grupos más radicales.

Supo hacer valer sus puntos de vista cuando fue ministro, pero también debió ceder en muchas ocasiones. Cuando cedía, su opinión ya era conocida y por lo tanto la concesión resultaba más notoria. En más de una situación acató a disgusto posturas que no compartía.

Por último y en una tarea silen- ciosa, supo evitar desastres. ¿Cuántas veces se propusieron medidas disparatadas que con bajo perfil y habilidad, logró desmantelar? Nunca se sabrá, pero eso es lo que hace un buen político.

Decano de la Facultad de Economía siendo muy joven, debió dejar su cargo durante la dictadura para retomarlo con el regreso de la democracia por un breve período. Para entonces ya había decidido que lo suyo era la política.

Su manejo de los temas económicos respondían a una visión socialista ortodoxa, de moda en esa época. La caída del muro y del mundo soviético, lo obligó a repensar con honestidad intelectual sus puntos de vista. Entendió que muchos dogmas de la izquierda habían fracasado y sobre eso no había vuelta atrás. Por lo tanto buscó entender la economía de modo pragmático y realista, sin perder identidad con la izquierda. Creía que había que cuidar las cuentas, pero también entendía que para que cierren era necesaria una fuerte tributación. En lugar de reducir el gasto público, el Estado debía recaudar más. Por eso impulsó un impuesto a la renta, el IRPF, sin reducir sustancialmente el IVA, y luego un impuesto a ser pago por los jubilados, el IASS, que generó, y sigue haciéndolo, una gran controversia. En un país donde el promedio de su población no cobra ingresos desmedidos, tales impuestos sí lo eran.

Si el Frente Amplio le hubiera hecho más caso, quizás no hubiera terminado sus 15 años de gobierno con un alto déficit fiscal y esa fiesta de gastos, cuando no derroches, en las empresas públicas.

Es indudable que el triunvirato, por así llamarlo, jugaba en dos terrenos. Por un lado, dado el perfil de cada uno de los tres dirigentes, abarcaba con comodidad todo el espectro ideológico. Por otro lado y por la misma razón, unos se contenían a los otros.

Fue evidente que entre los tres, sumaban un liderazgo fuerte, reconocible y presente.

Hoy el Frente carece de ese estilo de liderazgo. En realidad, carece de liderazgo y punto. Tiene dos grupos fuertes, como el Partido Comunista y el MPP, que marcan la cancha. Sin embargo no cuenta con figuras que lleguen a la gente. Es un problema que se hizo evidente ni bien terminó su gobierno en marzo de 2019.

Mujica conserva su picardía política, pero la atención ya no se centra en él. Tabaré Vázquez murió poco después de dejar la presidencia y Danilo Astori, si bien tuvo intervenciones lúcidas y polémicas, se fue llamando a silencio quizás porque su salud se estaba complicando.

Con su desaparición, el espacio moderado del Frente Amplio quedó huérfano. Cuando aparece, se lo ve rehén de los grupos predominantes, más extremistas en sus ideas.

Hay dos candidatos, pero nin- gún líder. Tanto Yamandú Orsi como Carolina Cosse están en carrera. Pe- ro como precandidatos, dependen demasiado de los grupos que los apoyan.

Dependen, no lideran.

Orsi, por modalidad personal, intenta dar una imagen abierta y empática distinta a la que trasmite el MPP, que es su sustento. ¿Podrá, o querrá, zafar de esa máquina pesada y abrumadora?

Cosse hace lo que ella quiere, aunque cueste plata que no tiene. Es ejecutiva y arbitraria. Pero llegado el momento también tendrá una deuda con quien le está dando un firme apoyo que es el partido Comunista, con su férreo aparato y su ortodoxa ideología.

Por ahora, la camada joven que actúa en el Parlamento, no parece pronta. Podrá decirse que el Partido Nacional tampoco tiene una presencia legislativa de nivel. Pero esa es su reserva, sus primeras figuras están en el gabinete, en las direcciones estata- les. En cambio, lo que se ve del Frente en el Palacio Legislativo, es todo lo que hay.

Esta carencia de liderazgo se pudo ver desde el momento mismo en que el Frente dejó el gobierno. Ahora, la muerte de Astori, por todo lo que significó para la izquierda y para el país y por el vacío que deja, vuelve a desnudar esa realidad.

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