Regino Martínez

Había nacido en el año de 1833, hijo de Andrés Martínez, uno de los jinetes orientales que sabían desafiar a la muerte con la sonrisa a flor de labios, luchando por la independencia a órdenes de Lavalleja y de Oribe.

A Regino Martínez se le vio entre aquella generación que en 1865 salvó el honor del país, oponiéndose con arrojo a las tropas coaligadas del Imperio del Brasil con las del Gral. Flores, ya fuera en Florida, Durazno o en Paysandú.

De origen patricio, mantuvo siempre en su carácter el brío altanero y la dignidad de su raza, y sus acciones de soldado con enorme coraje, enriquecieron los fastos militares de la Patria y mismo del Partido Nacional.

Siendo aún muy joven, se dio por entero a la causa y fue adquiriendo experiencia y afirmando el ideal. Así alcanzó, con total naturalidad, el estar siempre defendiendo los puestos de mayor responsabilidad, conquistando el respeto y la admiración de todos.

Ya en 1848, sentó plaza de soldado voluntario en el escuadrón del teniente Martín Tolosa que formaba parte de las milicias del departamento de Florida comandadas por el coronel Cornelio Pereyra.

Participó con Timoteo Aparicio en múltiples acciones, desde el inicio de la década de los cincuenta en el siglo XIX y más tarde integrando las filas comandadas por el coronel Diego Lamas (el más tarde General y padre de Diego, Gregorio, Alfonso y Eduardo Lamas) se batió en la batalla de Piedras de Espinosa, departamento de Colonia, donde fue derrotado Venancio Flores. Siguió al servicio de sus ideas y se le vio en las próximas décadas, actuar con decisión en muchas acciones bélicas, defendiendo, primero la soberanía y la independencia de la patria y en segundo lugar el honor del Partido Nacional. Prisionero a punto de ser fusilado, logró salvar la vida y en 1870, desde el principio, estuvo al lado de Timoteo Aparicio en la guerra de las lanzas y en 1875 en la Tricolor. Los vaivenes de la vida lo llevaron a estar varios años en Rio Grande.

Veterano ya, alimentó con su pasión las virtudes, purificó los vicios y dejó al Partido Nacional, en 1904, para que lo representaran, tres hijos varones, Diómedes, Regino y Camilo, "como ofrenda bendita, porque estaba seguro que defenderían su nombre..." Y así fue.

Entre muchas intervenciones que tuvieron los hijos de don Regino, puede evocarse cuando en el Paso del Rey, en el Río Olimar, una División no podía cruzar por la crecida. El "Escuadrón de los Libres", llegando al Paso, con su jefe Fermín Ponce de León, éste fue abordado por el general Aparicio Saravia, quien le pidió diera el ejemplo a sus compañeros que, a pesar de los factores adversos, vadearan el río sólo con su valentía. "Tírense —expresó Saravia— que el agua llega sólo a media costilla de los caballos". Ponce de León aceptó el reto y acompañado por Diómedes, Regino y Camilo Martínez y Lucas Bacardá, consiguió cruzar el río en el Paso del Rey, permitiendo de este modo, que todo el resto de la División siguiera sus pasos.

Las acciones, los combates, el perfil de una vida al servicio de la Patria, el sostener con honor la gloriosa enseña del Partido Nacional, fueron las grandes líneas que dibujaron con precisión la recia personalidad de don Regino Martínez.

Cuando el 12 de mayo de 1911, con 78 años de edad, llegó al final de tan rica trayectoria vital, los negros crespones llenaron las puertas de aquel, su Sarandí, donde quedaba en pie una historia, difícil de repetir y un ejemplo de dignidad, de cómo servir al país y a la comunidad, ingresando así en la memoria del Partido, por el cual todo lo dio.

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Fuente principal: "La Revista

Blanca", Nº 204, 1920

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