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¿Qué nos pasa?

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Maria Julia Pou

Nuestro país se ha caracterizado a lo largo de su historia por ser una nación con características especiales, tanto que se le reconocía en la región y en el mundo como "la Suiza de América" con lo que ello comporta del concepto fundamentalmente europeo. Con este calificativo con que nos distinguieron durante tanto tiempo se nos admiraba por nuestras múltiples virtudes: una sociedad educada, socialmente equilibrada, con un espíritu republicano que permeaba todos nuestros actos. En fin, un país con orden, paz y un grado de justicia social que eran motivos de admiración por parte de quienes lo visitaban.

Nos animamos a sostener que en gran parte esa realidad que fue el Uruguay de otrora se la debemos entre otros factores a nuestro sistema educativo. Si tuviéramos que definir la esencia del país diríamos que somos una sociedad con acumulación de años de una educación laica, popular, gratuita y obligatoria. Una sociedad troquelada por la buena educación, que se compone de algo mucho más amplio que la instrucción. Los uruguayos no sólo recibíamos una enseñanza de excelente nivel sino que además se nos formaba en valores como la libertad, el respeto por las ideas ajenas, el respeto por los mayores, la capacidad para progresar en base a nuestro trabajo. Podríamos seguir enumerando todo lo que comprendía esa formación pero para nuestra reflexión de hoy nos basta y sobra con estas muestra.

Adviértase que hasta aquí hemos utilizado el tiempo verbal pasado imperfecto, y lo hemos hecho inconscientemente… o quizás no tanto.

La educación se imparte no sólo en el aula sino a través de actitudes, del lenguaje que muchos y diferentes actores de la sociedad practican. Y no podemos dejar de cuestionarnos como sociedad cuando leemos a diario que una maestra ha sido agredida por un alumno y desde la autoridad de la enseñanza se le dice que esta actitud debe tomarse casi como algo normal; cuando un ministro califica a las maestras de "vejigas" los disculpamos por la cita- y a la vez dice que hará un escrache a los comerciantes que no acepten el reto de bajar sus productos de acuerdo a su sugerencia; cuando nos enteramos que a las otrora frescas quinceañeras en lugar de las fiestas tradicionales ahora se les brinda la oportunidad de que experimenten "el baile del caño"… realmente nos preguntamos qué nos pasa…

No creemos que ningún uruguayo esté a favor de una sociedad violenta pero quizás todos estemos -por acción u omisión- contribuyendo a que violento sea nuestro futuro. Violencia física pero también violencia moral, de eso se trata.

Quizás sea el momento de detenernos y planificar una nueva versión de la formación que queremos para nuestros niños y jóvenes. Porque es cierto que el mundo ha cambiado, que las comunicaciones enfrentan a los que reciben los mensajes -por radio, por televisión, por escrito- con situaciones nuevas en las que a veces es difícil darse cuenta por donde andan el bien y el mal. Pero no es menos cierto que si bien los medios de comunicación deben ser responsables de lo que ofrecen, es sobre todo en el seno de las familias y las comunidades donde se tiene la posibilidad de hablar, señalar actitudes dignas de imitar y de las otras. Creemos que es el momento de emprender este camino conjuntamente -instituciones y familias- antes de que sea tarde y no nos reconozcamos en lo que fuimos.

No creemos que ningún uruguayo esté a favor de una sociedad violenta pero quizás todos estemos contribuyendo a que violento sea nuestro futuro.

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