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No firmo y no me callo

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JORGE LARRAÑAGA

No firmo y no me callo. Estoy en contra de la baja de la edad de imputabilidad penal. No firmo.

Respeto a los que lo hacen aunque no lo comparto. Si bien entiendo que muchos consideran que están haciendo algo para mejorar la seguridad pública, ese no es el camino. No lo creo conveniente.

Hace unas semanas explicité razones por las cuales no firmo. Se generaron algunos intercambios, esgrimiéndose argumentos en algunos casos, y agravios en otros.

Surgieron enfoques muy interesantes. Por ejemplo, el planteo del profesor Dr. Fulvio Gutiérrez, quien sostiene que el proyecto, lejos de bajar la edad de imputabilidad la eleva, ya que actualmente las disposiciones del Código de la Niñez y la Adolescencia fijan la imputabilidad en los 14 años. Por tanto, de aprobarse la reforma, todos los menores de entre 14 y 16 años que estén sujetos a justicia penal "quedarán libres y se les va a eliminar todo el proceso al que estaban sometidos".

Otra posición interesante es la del politólogo Óscar Botinelli, que haciendo referencia a cuestiones de derecho electoral, plantea que, si se baja la edad de imputabilidad penal y se mantiene la mayoría de edad cívico-electoral en los 18 años, tendrá lugar una ruptura de la universalidad del sufragio y por consiguiente una pérdida de plena competitividad electoral, generando que "la democracia deje de ser plena" en el Uruguay.

Algunos han intentado rebatir nuestros argumentos. Intento que me satisface, aunque entiendo que no se han levantado las observaciones que le hacemos al proyecto.

También se han desatado agravios y descalificaciones. Estos no sólo no nos sorprenden, es más, los esperábamos. Justamente esas expresiones vienen a confirmar que lo que hay detrás del proyecto son motivaciones electorales.

Hemos sido aludidos por el expresidente Julio María Sanguinetti quien intenta colocarnos como desatentos e imprudentes ofensores del Partido Colorado. Pretende adjudicarnos una intencionalidad que no tenemos. En ese camino se equivoca. Sanguinetti confirma lo que quiere desmentir. Primero coloca al Partido Nacional en el balotaje. Coincidimos con él. El Partido Nacional disputará con el FA la elección del 2014. Pero una vez allí, propone un razonamiento que es exactamente el inverso al que hemos efectuado los blancos tradicionalmente. Se plantea un escenario dicotómico, y enfrentado a la decisión de Partido Nacional o Frente Amplio, no se pregunta qué será mejor para el país, quién ofrecerá mejores garantías para el país. Alerta que quizás no votaría al Partido Nacional por supuestos agravios recibidos.

Algunas puntualizaciones. En 1999, se me presentó la disyuntiva de votar al Partido Colorado o al Frente Amplio. Voté por el Partido Colorado, no se me pasó por la mente hacer pender mi decisión en si los colorados habían agraviado a mi partido y mis líderes. Valoré qué era lo mejor para el país.

Esta es la tradición de mi partido, con vocación Nacional.

En 1984 Wilson Ferreira, liberado de su prisión, le ofreció al país toda su generosidad. Lo hizo por el Uruguay. Es lo que debe primar en la decisión de un político responsable.

Dicho esto le aclaro al expresidente que no ofendí al Partido Colorado. Tan solo ejercí el libérrimo derecho a discrepar. Ahora bien, desde el Partido Colorado ¿qué se pretendía? ¿Bajar la estridencia de mi posición porque podía perjudicar su intento reformista?

No soy ningún paniaguado timorato. No soy de los que se victimizan. Tampoco soy agresor ni ofensor barato. Me permito sí, recordar ciertas cosas. He recibido una andanada de ataques por parte del sector mayoritario del Partido Colorado. Mi Partido, Alianza Nacional y quien escribe, hemos recibido agravios y descalificaciones. Han sugerido que votamos proyectos de ley a cambio de cargos, me han llamado ignorante, soldado de Mujica, me han atribuido mala fe, se ha dicho que somos mansos corderitos con el FA y hasta un diputado nos presentó como rivales caninos de la perra del Presidente. ¿Esos son argumentos políticos o son agravios gratuitos?

No descenderemos a ciertos planos. Tampoco nos vamos a callar frente a atrevidos que agraviando se faltan el respeto a sí mismos y a la gente.

Ejerzo la actividad política con ética y responsabilidad. No temo asumir conductas que quizás resulten impopulares, pero no puedo bastardear la política asumiendo una expectativa electoral "cuidando el cuero". Pienso lo que pienso y lo digo. Estoy en contra de la baja de la imputabilidad. Nadie me va a retacear mi derecho a decir lo que pienso.

Hacer del miedo de la gente una forma de hacer política. Crear un engendro jurídico hijo de la inseguridad, e incorporarlo a la Constitución, es un error.

Se quiere hacer del ataque personal y la victimización la válvula de escape ante la ausencia total y absoluta de argumentos y razones. Discutamos sobre el fondo. Yo no firmo, tampoco me callo. Y mucho menos avalo la política de seguridad del actual gobierno. El no estar de acuerdo con el intento de reforma no nos convierte en defensores del gobierno, como simplista y aviesamente se quiere presentar. Estamos -en este tema- en una tercera vía como conversábamos días atrás con el Dr. Pablo Mieres del Partido Independiente.

Lo del título. A pechazos conmigo ¡NO!

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