No es ni parecido

Mi columna del domingo pasado versaba sobre las cualidades que deberán distinguir al mejor candidato para nuestras próximas elecciones y afirmaba que lo sería quien hubiese percibido e interpretado el incipiente humor nacional a favor de un cambio. Ese humor habría llegado a condensarse y sintetizarse en una frase de nuestro Presidente actual: la libertad responsable. Sucede que precisamente este domingo está teniendo lugar la toma de posesión del nuevo Presidente de la Argentina, ciudadano que ganó las elecciones con un Partido llamado La Libertad Avanza y tiene la costumbre de finalizar todos sus discursos gritando “¡Viva la libertad carajo!” ¿Están hablando de lo mismo? No lo están.

Aquellas palabras que expresan cosas tan fundamentales del ser humano como, por ejemplo, amor o, en el caso, libertad, tienen múltiples acepciones. Se entenderá bien la diferencia de lo que quiere decir hoy la palabra libertad en una margen u otra del Plata atendiendo a quién va dirigida en cada caso esa palabra.

Milei, indignado, se dirige a sus compatriotas vilmente estafados por quienes él llama la casta. Él habla a los argentinos que han visto a sus actuales gobernantes revolear bolsos llenos de dólares por arriba de la tapia del convento; se dirige a los argentinos empobrecidos que cifraron sus esperanzas en dirigentes que se pasean en yates por el Mediterráneo mientras en Buenos Aires hay hambre. Los copiosos fondos de los planes sociales y/o sindicales son derivados hacia el provecho personal de sus dirigentes. Ejemplo de ello es el caso del Sr. Balcedo, conocido de los uruguayos por su mansión en el Cerro del Burro en Playa Hermosa y su colección de Ferraris. Redondeo con las siguientes declaraciones en Perfil del presidente argentino saliente: “algunas organizaciones sociales han hecho de esos planes sociales una mecánica de financiamiento de sus propias políticas y dirigencias”. Sobre ese telón de fondo es que Milei termina sus discursos gritando ¡viva la libertad carajo!

En cambio, a lo que son invitados los uruguayos cuando se invoca la libertad responsable es a otra cosa. No es a librarnos de unos estafadores sino de un abrazo protector, que en un principio cobijó pero luego se fue haciendo asfixia. El Uruguay moderno fue construido -y vuelvo a las citas de Real de Azúa- sobre “un habilidoso arbitraje entre Partido y Estado que hacía a nuestra sociedad desdeñosa de todo cambio de estructura”. De allí que se formara “un estilo político de facilidad y conformismo, de piedad y contemplación del interés creado”. Fin de cita.

La libertad responsable de este lado del río es hoy una invitación a tomar distancia del proyecto frentista que está jugado a su propia versión de “habilidoso arbitraje”. La libertad responsable es una invitación a atender los incipientes movimientos del humor nacional que van en la dirección del movimiento antes que la espera, de generar antes que reclamar. Es este un cambio enorme para el Uruguay, es la transformación de un paradigma político-cultural muy antiguo, que fue respuesta adecuada para otra época (otro mundo, otra economía) pero que para el presente es freno. En la Argentina es idioma de rechazo, aquí es voz de creatividad.

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