La investigación sobre la fecha más apropiada para conmemorar los tres siglos de Montevideo (advertencia: no tenemos una fecha precisa y menos 1724) conduce ineludiblemente a una empresa aún más complicada: determinar el origen del término Montevideo.
Quienes se internan por este camino tropiezan con varias dificultades. Incluyendo, la escasa información disponible -por mucho tiempo el Río de la Plata no fue una de las vías de agua más concurridas - y su distancia en el tiempo; la dispersión de los datos -las fuentes incluyen a navegantes y cartógrafos españoles, portugueses, franceses y holandeses -; y la comprobación de que coexistieron varios nombres en la misma época. Afortunadamente ello no ha impedido una saludable discusión que continua en la actualidad.
Los autores han propuesto una cantidad de orígenes posibles. Desde el tradicional grito atribuido al vigía de una de las naves de Magallanes, Monte vide eu o, con más fundamento, Montem video, hasta Monte Vidi, Monte Vidio, Monte Santo Vidio u Ovidio, Monte de San Pedro, Monte Serede, Seride o Seredo. Una hipótesis que siempre me ha parecido atractiva, es que el origen del nombre se encuentre en una sigla utilizada por los primeros marinos que llegaron a estas aguas: Monte VI de E. a O. El sexto monte desde la boca del Río de la Plata.
El origen del nombre se ha investigado por dos caminos complementarios: el análisis de la terminología (por ejemplo, Buenaventura Caviglia), y el estudio de la cartografía (por ejemplo, Roberto Levillier).
Los nombres evolucionaron con el tiempo a través de las publicaciones, los diarios de viajes y los mapas y cartas náuticas de cada época.
Una primera denominación que se remota a 1502, fue Pinachullo Detentio. Por suerte pronto fue reemplazada por nombres más fáciles de pronunciar. En 1520. el contramaestre de la nao Trinidad, parte de la expedición de Magallanes, Francisco Albo, anotó que habían encontrado “una montaña hecha como un sombrero, al cual le pusimos Monte Vidi”. A fines del siglo XVI se utilizaron Monte Ovidio y Monte Vidi. Para simplificar, los navegantes holandeses que visitaron el Río de la Plata a principios del siglo XVII lo llamaron Monte Seredo (1602), una deformación de la denominación española.
Por mucho tiempo se utilizaron diferentes nombres. Ruy Díaz de Guzmán anotó en su historia del descubrimiento, población y conquista de las provincias del Río de la Plata (1612): “Montevideo. Así llamado por los portugueses; donde hay un puerto muy acomodado para una población, con muchas tierras de pan y pasto.” Pero, mapas de la región publicados en esos años, utilizan el nombre Monte vido (1665) o Monte Vidio (1671). Aún en 1729, Cayetano Cattaneo, de la Compañía de Jesús, anotó en su Carta primera: “Monte Video no lo encontraréis probablemente en las Cartas Geográficas sino, a lo sumo, bajo el nombre de Monte Seredo, por ser una población formada de nuevo hace dos o tres años, a la que, por orden de la Corte van transfiriéndose familias de las Canarias, 25 ó 30 de las cuales condujo nuestro Patacho…”
Cualquiera haya sido el origen del nombre es razonable concluir que el proceso de fundación de la ciudad, en los años 1724-1730, terminó de consolidar el nombre Montevideo.
El cerro dio su nombre a la bahía y juntos dieron su denominación a la ciudad de San Felipe.