Meterete

RODOLFO SIENRA ROOSEN

Dirigentes nacionalistas advirtieron que la visita del Canciller Amorim respondió a un llamado para poner orden en la interna del gobierno con verticalazos contrarios al TLC con Estados Unidos.

Brasil no se portó bien con Uruguay. Se lo dijo en la cara al Canciller el Senador Sergio Abreu en la Comisión de Asuntos Internacionales: "en la principal crisis que tenemos en el Mercosur con inversiones forestales muy importantes en el Uruguay -la principal inversión de nuestra historia- nosotros sentimos que no tuvimos la palabra comprometida de Brasil en defensa de los intereses comunes de la integración". Tampoco olvidemos la pasividad brasileña para evitar la consumación de la grosería del entonces Presidente "pro témpore" del bloque -¿quién va a ser?- al negarse a dar curso y ni siquiera contestar el pedido del Presidente uruguayo de convocar al Consejo Superior para denunciar la tolerancia cómplice del gobierno argentino con la piquetería delincuente de Gualeguaychú.

Una vez acá, salió a predicar el fortalecimiento del Mercosur y a amenazar con la prohibición de acordar un TLC con Estados Unidos. Vuelven a tener razón los blancos: es una barbaridad.

La exposición de Abreu a que aludimos fue brillante por enérgica, por corajuda, por nacionalista. Con su autoridad indiscutida previno que Uruguay no es el "enano gritón" ni pretende limosna de nadie. "Pertenecemos a un Estado que quiere tener la misma seguridad jurídica que tienen los demás, que quiere radicar inversiones, y sobre todo, tener un acceso irrestricto a los mercados brasileño y argentino" de manera que "las exportaciones uruguayas tengan el mismo tratamiento que tienen las de Zonas Francas de Manaos a territorio brasileño, esto es, que no se nos cobre el IPI y otros impuestos, a efectos que de alguna manera podamos tener acceso irrestricto al mercado brasileño derivado de inversiones que provengan no solo de Brasil, sino de terceros países". Y en lo que refiere a la interpretación que Amorim le da a la Resolución No. 32 en aras de la cual le niega el derecho a Uruguay a negociar el TLC con Estados Unidos, Abreu expresó su discrepancia, reclamando para Uruguay el derecho "a concretar acuerdos con otros países, de tal forma que en el ámbito del reforzamiento del Mercosur y en la flexibilidad que significa el concepto de asimetría nos permitan acceso a otros mercados. Un claro ejemplo de ello lo constituyen las categorías de mercado que Brasil y Argentina otorgaron en su momento a la República de China, sin consultar a los socios ".

Amorim vino por lana y salió trasquilado. El objetivo de darle una mano a Gargano rompió los ojos. El Senador Alfie le señaló con acierto a nuestro Canciller que no sabe en dónde está parado pues "parece defender más a algunos partidos socialistas internacionales que a Uruguay". Y el brasileño se fue con la advertencia de Abreu de no emitir señales equívocas, como la admisión de Venezuela que no debió firmarse sin negociar antes, como se hizo con Chile y con Bolivia. La alternativa del Mercosur es ejercer el liderazgo de su inserción externa con una visión clara y desarrollista para mejorar la posición de nuestros países, o un liderazgo de confrontación ideológica o filosófica, que puede comprometer el destino del bloque licuando sus intereses específicos.

Vaya llevando, señor de Itamaraty.

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No dejó buena impresión el Canciller brasileño en su visita a nuestro país. Vino por lana y salió trasquilado.

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