La mancha de Guillotin

LUCIANO ÁLVAREZ

La posteridad de Joseph Ignace Guillotin ha sido escueta e injusta. Nació en 1738 en Saintes, suroeste de Francia, en una familia de magistrados, sin embargo optó por la medicina, estudió en Reims y se hizo conocer en París, donde adquirió una clientela importante y se convirtió --entre 1778 y 1783-en profesor de la Facultad de Medicina. Cuando Francois-Antoine Mesmer fascinó a París con sus prácticas médicas basadas en "el magnetismo animal", Guillotin fue nombrado por el rey como miembro de una comisión de evaluación junto a Benjamín Franklin y Lavoisier, entre otros científicos de nota.

Hombre de principios humanistas y liberales, dotado de una gran capacidad de trabajo e iniciativa, una curiosidad intensa y minuciosa, pronto desbordó su profesión y se convirtió en una figura política importante. Particularmente notable fue su Petición de los ciudadanos domiciliados en París (diciembre de 1788). En ella reclamaba que el número de diputados del Tercer Estado fuera al menos equivalente a los que representaban al Clero y la Nobleza.

El 15 de mayo de 1789 fue elegido diputado por París. Cuando el rey hizo cerrar la sala de los representantes, el 20 de junio, parece ser que fue Guillotin quien alzó su voz en medio del escándalo para proponer que la Asamblea pasara a reunirse en el, desde entonces, célebre Jeu de Paume. Creados los primeros cargos emergidos de la revolución, Guillotin integró el Comité de pobreza, de inspección de los hospitales y orfelinatos. También presidió el comité encargado de revisar la formación de médicos, farmacéuticos y parteras.

Su minuciosidad respecto a las condiciones de salubridad le llevó a proponer una nueva distribución del espacio de la Asamblea y nuevos sillones. Al mismo tiempo realiza una brillante exposición sobre los problemas del veto real sobre las decisiones de la Asamblea.

Pero el proyecto de ley que habría de otorgarle una sombría celebridad fue presentado el 20 de enero de 1790. En su preámbulo sostenía que la ley debía ser igual para todos los individuos, tanto cuando castiga como cuando protege. Aparentemente Guillotin se oponía a la pena de muerte, pero reconocía que era universalmente admitida. En ese marco propuso un proyecto de ley de seis artículos destinado a eliminar las penas infamantes y modificar los métodos de ejecucución, basándose en un enfoque más humano e igualitario. El artículo primero proponía que para un mismo delito la pena fuera la misma, más allá del rango social del culpable. Desde tiempos inmemoriales cada estamento y cada delito de pena capital tenía sus propias formas: los nobles eran decapitados por la espada, los pobres eran ahorcados, los heréticos quemados, los falsificadores hervidos vivos. En el artículo dos estipulaba que sólo el condenado era punible. Por lo tanto no debía atentarse contra el honor de su familia ni someterla a sanción de especie alguna. El artículo tres prohibía la confiscación de los bienes del ejecutado, el cuarto ordenaba la entrega del cuerpo del supliciado a sus deudos, el quinto preveía penas a quienes injuriaran a la familia del condenado y por fin el sexto proponía la herramienta para igualar ante la muerte: el uso de una eficiente y rápida máquina de decapitar capaz de "abreviar -decía-en todo lo posible el sufrimiento del ajusticiado. La mecánica cae como un rayo, la cabeza vuela, la sangre mana, el hombre ya no está. El suplicio es tan suave […] que solo la idea de la muerte puede ser desagradable. [El condenado] no sentirá en su cuello más que una ligera y agradable frescura", exageraba Guillotin en defensa de su propuesta.

La máquina a la que hacía referencia ya existía desde tiempos lejanos. Con pequeñas variaciones era usada en Bohemia desde el siglo XIII, en Alemania se la llamaba "Fallbeil", en Inglaterra "gibbet de Halifax", en Italia "Mannaia" y "Maiden" en Escocia. La discusión fue larga. Una vez aprobada, la ley entró en vigencia el 6 de octubre de 1791, pero pasaría todavía un buen tiempo de pruebas. El encargado del proyecto fue Antoine Louis, secretario perpetuo de la Academia de cirugía, que adoptó el modelo escocés pero le introdujo una variación: la cuchilla oblicua. Experimentó con corderos y luego con cadáveres. El público y la prensa seguían con atención la puesta a punto de la máquina que comenzaba a llamarse popularmente "Louison" (por Antoine Louis). ¿Cómo, entonces, pasó a ser conocida como Guillotina?

Aparentemente Guillotin no tenía buenas relaciones con la prensa. Su horror por lo excesos y el mal gusto, hasta su manera de vestirse, un poco a la antigua y su fealdad, lo habían hecho una presa fácil de los periódicos satíricos. Seguramente allí nació el nombre que habría de infamarlo. Se dice que jamás presenció el uso de la máquina y que propuso varias veces -sin éxito-limitar el número de personas que podrían asistir a las ejecuciones. El primero guillotinado fue un ladrón: Nicolas Pelletier, el 25 de abril 1792. En agosto, Louis-David Collenot d`Angremont, miembro de la guardia nacional de París y antiguo maestro de lenguas de la reina María Antonieta, fue el primer ejecutado político, acusado de conspiración realista.

La eficiencia y rapidez de la máquina introducida por la ley de Guillotin otorgó una facilidad adicional a los tribunales del aciago período del Terror. Muchos de los mejores amigos de Guillotin, como Lavoisier, murieron en ella; él mismo estuvo a punto de caer bajo su filo, pero le salvó la caída de Robespierre. Desde entonces no volvió a involucrarse en la política y se volcó a su profesión. Uno de los últimos servicios al bienestar general fue la denodada lucha por imponer el uso de la vacuna contra en la viruela. Durante El Consulado (1799-1804) estuvo a cargo de primer programa coherente de Salud Pública en Francia, a escala nacional. Fue fundador de la Sociedad que luego se convertiría en la Academia Nacional de Medicina.

Joseph Ignace Guillotin murió en 1814 sabiendo que su posteridad estaba signada por su infamante asociación con la Guillotina, a la que llamaba "la mancha involuntaria de su vida".

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