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La hora de desregular

Hay cosas sencillas que nos facilitan la vida. Por ejemplo, las rueditas en las valijas. Antes cargábamos el equipaje cada vez que viajábamos. Un día a alguien se le ocurrió ponerles dos rueditas y pasamos a tirar de ellas en lugar de cargarlas. Otro fue más allá y les puso cuatro rueditas. Hoy las empujamos casi sin esfuerzo.

Nuestros abuelos viajaban con pesados baúles y arcones. Necesitaban ayuda para subirlos a los medios de transporte.

En los puertos existían los mozos de cordel que cumplían esa función. En los hoteles los maleteros. La gente ya no viaja en grandes barcos. Tampoco lleva baúles ni necesita maleteros o mozos de cordel. Las rueditas se convirtieron en la piqueta fatal del progreso. Sin embargo nos seguían cobrando por un servicio que ya no se usaba.

Cuando fui Ministro de Turismo los operadores turísticos se quejaban de pagar por algo que no se necesitaba. El servicio de carga de equipaje estaba tarifado y se pagaba en los pasajes.

Algo parecido pasó en la década del noventa con los “Corredores de Cambio”. Hacían un trámite ante el BROU que se eliminó pero pretendían que se siguiera exigiendo para no perder la fuente laboral.

Nuestro país sufre de un exceso regulatorio.

Un estudio identificó más de cuatrocientas regulaciones que podrían eliminarse.

Las regulaciones por lo general tienen dos orígenes. A veces son trámites que pone el propio Estado para facilitar sus tareas. Otras benefician a particulares que de esa forma se aseguran mercados.

Ejemplo del primer caso son los agentes de retención de la DGI y el BPS. Designan por ley a determinadas personas para que retengan de terceros tributos y los viertan a los entes recaudadores. De esa forma traspasan su tarea de recaudación a los privados que asumen, en forma gratuita, el trabajo estatal.

Otras veces imponen a escribanos, inmobiliarias y agentes la obligación de averiguar si se está ante operaciones sospechosas o ilícitas. Es decir los convierten en policías que deben investigar por ellos. Uno piensa que si el dinero viene de los bancos alcanza con que ellos sepan la procedencia. Eso se puede complementar con que las operaciones de más de determinado monto deban ser bancarias. Pero no. El intermediario de una operación debe vestirse de detective e interrogar a las personas que van a comprar una casa o cualquier inmueble.

El segundo caso de regulaciones son las que aseguran nichos de mercado. El Estado se arroga la facultad de determinar cuándo una actividad debe limitarse, y la limita.

Así, cuando una prestadora de servicios médicos quería instalar una IMAE en el norte del país, durante mucho tiempo el gobierno se lo negaba. Ello mientras los autorizaba en la vuelta del obelisco de Montevideo donde según argumentaba había más población.

El argumento era que ya habían demasiados y los nuevos no iban a subsistir por las reglas del mercado. El Estado sabía más que los privados que querían invertir y corrían el riesgo.

Morir en la capital, que ofrece la mejor salud y el mejor ataúd, cantaba por aquel entonces Pablo Estramin.

También sucede con actividades en las que el Estado entiende que no puede haber más actores. A veces lo hace para que haya una inversión o para que se brinde un mejor servicio pero la mayoría de los casos es inentendible. Para importar lentes de sol, por ejemplo, hay que estar inscripto en un registro y además tener autorización del Ministerio de Salud Pública.

Es que algunos no sirven afirman mientras los que pueden van al Chuy o Yaguarón y los compran del otro lado.

Papá Estado decide por mí si lo que compro es bueno o malo. Ni qué hablar de medicamentos que requieren meses y a veces años de aprobación por parte del Ministerio (¿no alcanzará con que se presente la autorización que ya dan algunos países como Estados Unidos o los de la Unión Europea?).

Ahora parece que se van a subastar espectro de 5G. Antel participa pero no participa. Adquirirá una franja del espectro al precio que resulte del remate. Pero no participa del remate. Como si eso no fuera suficiente, se pretende limitar a los que pueden tomar parte de la subasta permitiendo sólo a dos multinacionales hacerlo.

Exigen brindar servicios de telefonía móvil para participar. ¿Cuántas veces en la última semana llamó o recibió Usted llamadas por vía telefónica tradicional ? ¿No fueron la casi totalidad o la mayoría por el servicio de Whatsapp?

¿Tanto miedo le tienen a la competencia?

Ya entrando en la recta final de este gobierno hay muchos logros para mostrar (la pandemia, la inversión en obra pública, la prolijidad de la política económica, hasta la baja de impuestos anunciada la semana pasada).

Pero no hay reformas de fondo. El dólar y su baja están causando estragos en el aparato productivo.

Desregular y fomentar la competencia, en lugar de limitarla es algo que se puede hacer en forma sencilla.

Quitará costos, ahorrará tiempos y mejorará la actividad económica. Además de ser un buen mensaje a favor del interés del ciudadano y la transparencia.

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