Mientras, según sus humores mañaneros el Emperador de Groenlandia sigue castigando a sus súbitos “urbi et orbi”, aquí en el Sur ignorado, siguen ocurriendo cosas, que a las tribus locales nos importan.
El nuevo gobierno, por ahora, ni innova ni propone. De sus disruptivas promesas electorales, con cientos de propuestas en programas innovadores, nada se conoce todavía. Salvo en sentido negativo, lamentándose por lo heredado y oponiéndose a la mayoría de sus innovaciones, sin implementar sustitutos. Tal ocurre con el agua, la oficina en Jerusalén o la seguridad social. Por más, debe decirse, que no sea ésa la característica personal del presidente, un hombre prudente, cordial y algo ausente.
Puede compartirse el frenazo al proyecto Arazatí. Es cierto que no hay mucho tiempo para proveer a la Capital de una fuente segura de agua. Sin acueductos Roma no hubiera existido. No obstante por alguna extraña razón la propuesta no se conoce y de escuchar al oficialismo, su financiación resulta alarmantemente gravosa. ¿Qué escala de intereses se pagaría, en qué secuencia, hay pactada confidencialidad? El Secretario de Presidencia, un hombre de verba tajante, declaró que todas las posibilidades están abiertas, incluso su resolución unilateral. Nadie sabe a qué costo. Posteriormente Orsi dulcificó. Tampoco sus impulsores lo defienden publicamente, aclarando interrogantes. Para los ciudadanos resulta una discusión entre iluminados respecto a un ignoto emprendimiento. ¿En qué debe cambiar? ¿Por qué no se publica? Bueno sería informar a la ciudadanía.
Mientras esto se escribe, se desató el escándalo sobre los incumplimientos tributarios de la Ministra de Vivienda. Este cronista no duda de la activa militancia por años de la Sra. Cairo. Una esforzada uruguaya criada en la periferia, que vivió en Europa durante años, y supo criar a tres hijos. El problema es que construyó cuatro casas en un mismo predio y durante veinte años dejó de pagar, no solamente por su edificación, sino también eludió abonar la contribución inmobiliaria, el impuesto de primaria, además, probablemente, las tasas municipales. Debiendo saber sus incumplimientos (fue edila, parlamentaria, integró la comisión de vivienda, e integró el Plan Juntos) permitió sin avisarlo, que fuera designada Ministra de Vivienda. Denunciada, declaró que no renunciará, actitud que resultó apoyado por el Presidente del Frente Amplio y expresamente por el MPP, su partido político. Su disposición equivale, como bien dijo un periodista, a que el Presidente de UTE, fuera denunciado por colgarse a un cable estatal para proveerse de luz o el de Defensa un espía consumado.
Es innecesario recordar que la política exige que sus practicantes exhiban un mínimo de moral personal, más aún cuando su cargo público se relaciona directamente con su conducta privada. Además de conocimientos en el área de su designación. La deuda de la Sra. Cairo es con el Estado que ahora ella representa, en el área específica donde incumplió su deber ciudadano. Sin tributos, no hay justicia social ni educación. Tanto su conducta como la de quienes la apoyan revelan la orfandad de la ética pública uruguaya. Es imprescindible además de urgente que el Presidente de la República se pronuncie. Acaba de hacerlo, bien por él.