Los uruguayos hemos tenido mucha suerte. Suerte de haber contado con hombres y mujeres generosos que dejaron en el país obras que lo transformaron en un mejor lugar.
Ese legado puede verse en muchas cosas. Como las que hizo Horacio Arredondo en Rocha. La mayoría de los veraneantes que hoy disfrutan del Parque Santa Teresa y de su fortaleza quizás no sepan quién fue. Pero gracias a su trabajo y visión es que pueden disfrutar de la fortaleza. Esa que don Horacio conoció derruida y presa del avance de las dunas. Además de recuperarla, plantó árboles para protegerla de las arenas que la tapaban. Esos mismos que hoy albergan y dan sombra a los visitantes. Tiempo después recuperó también la Posta del Chuy en Cerro Largo.
Henry Burnett nació en Inglaterra y vino a Montevideo. Su buque, el “Bombay”, naufragó frente a las costas de Maldonado. Fallecieron muchos pasajeros y tripulantes pero él sobrevivió. Se recuperó en la casa de un matrimonio fernandino de apellido Rodríguez que lo alojó. Con el tiempo se casó con la hija de los Rodríguez y se afincó ahí. Su casa sigue en pie y desde ella enviaba señales a los barcos que necesitaban ayuda. Fue cónsul británico y trabajó para la compañía aseguradora Lloyd’s como subgerente. Quiénes hoy disfrutan de los barrios del balneario deben saber que este inglés que vivió y murió en el Uruguay plantó más de 80 mil árboles. Son esos pinos altos que le dan una característica particular al lugar.
Otro que también se vinculó con la Lloyd’s fue Antonio Lussich. Cuentan que cuando visitó la casa central de la compañía en Gran Bretaña se hizo sonar la campana que hay en la entrada. Un honor que se otorgaba a muy pocas personas, casi todas de la realeza. Más allá de sus méritos como armador y propietario de buques, nos legó ese maravilloso arboretum en la loma de la Ballena. Plantó árboles de todo tipo en la dura roca para parar los vientos. Hoy disfrutamos del mismo. Por si fuera poco, junto a Juan Gorlero llenó de pinos marítimos la Isla Gorriti.
En la Punta Ballena, a poca distancia del arboretum, encontró Carlos Páez Vilaró el lugar para Casapueblo, su escultura habitable. Esa que levantó pidiendo perdón a la arquitectura “por su libertad de hornero” y que es una marca que identifica a Punta del Este y el Uruguay Natural. La construyó con la ayuda de pescadores y vecinos del lugar. Los temporales de lluvia y viento corregían lo que hacía mal.
Cerca de Punta Ballena, en otra punta a unos pocos kilómetros hacia el Oeste, Francisco Piria soñó un balneario “a la europea”. Con su rambla, el gran hotel Argentino y su castillo. Hace más de cien años tenía viñedos y plantaba olivares en el lugar. Su huella está por todos lados, en la iglesia, el castillo, el hotel y la rambla.
En 1968, el ministro de Educación y Cultura, Federico García Capurro y su subsecretario, Jorge Otero Mendoza, convencieron al presidente Pacheco Areco de crear el Consejo Ejecutivo Honorario para la Preservación y Reconstrucción de la Antigua Colonia del Sacramento.
El trabajo constante y serio de grandes uruguayos como Fernando Assunçao y Miguel Angel Odriozola, el primero como Presidente de la Comisión y el segundo en la dirección de los trabajos, además de el de muchos otros, nos legó ese Patrimonio Histórico de la Humanidad que tanto nos enorgullece. Disfrutar de la Calle de los Suspiros o pasar por el portón de Campo es parte del legado de esa Comisión.
En 1929 nuestro país se acercaba a la conmemoración del centenario de la Jura de la Constitución. Para festejar esa fecha se construyó un gran estadio. En julio de ese año, se colocó la piedra fundamental del mismo y se encargó su diseño y construcción al arquitecto Juan Antonio Scasso. En nueve meses, Scasso y su equipo levantaron el que hoy es el único Monumento del Fútbol Mundial. Acaba de albergar las finales de las Copas Libertadores y Sudamericana y es ahí donde juega la Celeste de local.
Sigue siendo el estadio más grande del país y de los mas reconocidos del mundo.
Esa lista de nombres ilustres que integran Arredondo, Burnett, Lussich, Páez Vilaró, Piria, Assunçao, Odriozola, Scasso y tantos más, acaba de sumar otro: el de Pablo Atchugarry.
Pablo con su Fundación acaba de inaugurar en la zona de Manantiales, a pocos kilómetros de la costa, el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry. El mismo albergará el arte latinoamericano y uruguayo “y lo pondrá en diálogo con el mundo” según sus palabras.
Para ello trabajó durante dos años con el arquitecto Carlos Ott diseñando y construyendo un edificio que con sus estructuras curvadas “trae reminiscencias de esa penillanura suavemente ondulada” que es el Uruguay. Lo inauguraron el fin de semana pasado. Miles de personas se acercaron y recorrieron el Museo y el Parque de la Esculturas.
Con la misma sensibilidad y arte con que trabaja el mármol de Carrara, Pablo se sumó a los Horacio, Henry, Antonio, Carlos, Francisco, Fernando, Miguel Angel y Juan Antonio. Esos que dejan a los que vienen atrás un mejor país.
Gracias.