Ética y política

Ya abordé este tema en otra oportunidad. Me pareció pertinente reiterar algunos conceptos, luego de algunas conversaciones que mantuve con líderes políticos y acontecimientos que se han producido en estos últimos días, tanto aquí como en Argentina. Líderes políticos que están imbuidos de desconfianza hacia algunos de sus pares, líderes políticos que acusan con duros epítetos a otros…

Con mi lirismo que no me abandona, transmitía que si no tenemos buena fe en el trato cotidiano, si no se impone el respeto en la convivencia política, ambos atributos indispensables y previos a todo intento de conciliar alguna cosa, auguraba un triste porvenir…

¿Por qué? Porque la política se confunde con el interés general; un hombre público (los políticos, vaya que lo son) es un hombre que pertenece a todos, que pertenece a la sociedad, entonces yo ciudadano le exijo a dicho hombre que por lo menos actúe con dignidad (aún en el error).

El hombre político no ejerce una profesión, cumple un mandato. Se exige de él lo que no se espera de los demás, estando sometido a la inspección incesante de una crítica severa. No solo es responsable de lo que hace o lo que dice; sus abstenciones o silencios le comprometen tanto como sus actos y palabras.

El hombre público siempre está obligado a rendir cuentas y tiene a la ciudadanía por clientela… La política es el arte, la voluntad, la pasión de gobernar.

Cuando hablamos de ética nos referimos a la reflexión sobre el fenómeno moral. Las reglas, las normas, el contenido de la acción humana, refieren a la moral.

Un autor que no recuerdo su nombre, decía que actuar con ética es actuar con amor y actuar con moral era actuar de acuerdo a lo debido.

Así, los políticos que no están animados por el sentimiento del interés público y buscan en la política un refugio y hacen de ella un oficio cuando debería ser un deber, tienen que ser radiados.

Antes y en distintos órdenes y oficios de la vida, la convivencia era por las alturas. Una norma evidente de convivencia para lograr una adecuada vida de relación es el respeto. El respeto es por encima de todo una noción moral.

Debe considerarse como una contribución forzosa, ininterrumpida y permanente que los hombres se deben entre sí y que los políticos NECESARIAMENTE se deben entre sí. Es un tributo inherente a la condición humana, del que se es al mismo tiempo deudor y acreedor. Puede reclamarse, puede exigirse sin otra sanción que la reciprocidad y debiera acatarse al margen de toda idea de correspondencia, por simple buen gusto, por el placer estético de ajustar la conducta a normas de afinidad social.

No perdamos de vista que la política es una carrera abierta. A diferencia de las profesiones que exigen diplomas y exámenes, es accesible a todos. Por ello hay que honrarla y no explotarla. Por ello hay que dignificarla y no valerse de ella para hacer de la injuria y la bravuconada, una impronta permanente.

Por eso digo y remarco, que esta actitud es previa a cualquier posibilidad de consenso, a cualquier diálogo que se quiera mantener en aras de algún objetivo. Por eso, también remarco que los políticos se deben recíprocamente un trato vibrante pero deferente, corajudo pero honesto, reivindicando con énfasis sus postulados, pero con la dignidad del hombre que tiene sano el corazón.

Desde la democracia ateniense hasta nuestros días, el juicio hacia los políticos ha sido lindando la censura, poseedores de una “prensa” que no les es favorable. Seguramente estemos ahora imbuidos también, de una sociedad donde sus buenos valores languidecen, momento de decadencia moral y de relajamiento de los controles éticos y del valor de la conciencia de la propia dignidad. Lamentablemente, a todo nivel.

La corrupción como fenómeno social generalizado, solo puede combatirse por medio de la revalorización ética y la lucha institucional y jurídico penal contra ella, pero sobre todo por la participación de todos los ciudadanos de una manera activa, en la política.

En fenómenos de actualidad, uno se acostumbra a que las cosas sucedan. Luego como que las asimila y hasta las normaliza.

No salió Ficha Limpia en el Congreso argentino; la misma prohibía a un político corrupto candidatearse para algún cargo. Primera destinataria: Cristina K. Pues faltaron dos votos, senadores de Misiones que revirtieron su postura. ¿Qué pasó?

Los departamentos de Soriano, Artigas, Salto y Montevideo, son ganados por Intendencias pasibles de distintos desasosiegos en actuaciones anteriores. Y la ciudadanía hizo caso omiso y Santas Pascuas.

Entonces: ¿a qué atenerse?

Me gana el desconcierto y la ética en harapos…

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