Vivimos un impresionante cambio universal. Con el trasfondo de la guerra de Ucrania, que ha alterado el costo de la energía -petróleo y gas- Europa conoce una crisis sin precedentes. Acentúa las dificultades el tema inmigratorio. Por aumentar la mano de obra y consideraciones “humanistas” la región está desbordada por la inmigración islámica.
Son millones de personas leales a la ley sharia -sistema legal islámico que regula la vida de los musulmanes- y que desconocen el orden institucional y moral que caracteriza a Occidente. La situación marca el entierro de la socialdemocracia europea, responsable de las políticas migratorias y, promotora del acrecimiento del Estado y las prestaciones sociales, que demandan una exorbitante presión impositiva. Aplastando aún más a la economía. Todos los países están afectados. Con Alemania a la cabeza. Potencia que ha llegado a representar un 8% del PBI mundial a la que hoy agobian hechos como los citados y un descontento generalizado. Que incluye la promoción de las políticas “woke”, que enfrentan a la mujer con el hombre, a una artificiosa proliferación de diversidades sexuales con la sociedad, a extranjeros con nacionales, y que generan descomposición social generalizada. En este mes habrá allí elecciones y se cree triunfará la oposición democristiana y tendrá abrumadora votación la ultranacionalista AFD, “Alternativa para Alemania”, contraria a la influencia norteamericana y a la pertenencia germánica a la Unión Europea.
La presencia de China internacionalmente es creciente. Deng Xiaoping, considerado el “Arquitecto de la China Moderna”, sacó a su país de las hambrunas comunistas y le condujo a una serie de reformas de mercado que se traducen en una innovación fenomenal y competitiva de la tecnología consolidando -incluso- una nueva “Ruta de la Seda” de extensión planetaria. El continente americano también se sacude. El presidente de la primera potencia del planeta, Donald Trump, renueva su aislacionista “Estados Unidos Primero” (“America First”), y vie-ne cortando de cuajo las facilidades inmigratorias desarrolladas por el Partido Demócrata, que han ampliado la inmigración ilegal y la delincuencia en su país.
En el sur continental el presidente argentino Javier Milei, libertario y pro-mercado, enemigo del “progresismo” y lo políticamente correcto, viene impulsando en Argentina una guerra a la corrupción populista secular, adoptando medidas revolucionarias. Que están generando un espectacular saneamiento fiscal y caída de la inflación, la recuperación de la producción natural de energía de Vaca Muerta, el impulso de las inversiones en litio en el norte argentino, y el retorno de la producción agropecuaria nacional al lugar preponderante que históricamente tuvieron en el mundo, con una racionalización tributaria en curso.
En Uruguay todo es incierto. Se anuncian impuestos nuevos -IVA “personalizado”, impuesto de herencia y demás- en el marco de una improvisación programática plena. Inserta entre el “socialismo democrático” caduco del Ministro de Economía anunciado, y el comunismo soviético -Castillo, Abdala y Andrade- regenteando las relaciones laborales. El desorden mundial nos encuentra asistiendo al despertar de momias que se creían definitivamente sepultadas.