Derrotado o para ganar

Mucho se ha hablado de la “autocrítica”, que sigue sin salir a la luz. Desde que tengo memoria, cada vez que los blancos perdimos -y no fueron pocas- se demanda una autocrítica. Por una razón u otra, esas “autocríticas” o son menospreciadas o son activamente encajonadas para mirar hacia adelante. No veo indicios de un cambio disruptivo esta vez.

Pero hay secretos a voces que claman los blancos de a pie, y que a mí -un simple convencional, sin depender de un cargo ni del Estado- me provocan una rebeldía poco racional. Hace unas horas, me llegó un informe que circula por un selecto grupo de dirigentes referido a los errores que cometimos en la campaña electoral.

El próximo sábado 28 de junio, los convencionales nacionales nos reuniremos para elegir los integrantes del Directorio del Partido Nacional. Me he enterado, a través de la prensa, que como Convencionales no tendremos la posibilidad de hacer uso de la palabra para manifestar nuestras opiniones, escucharnos mutuamente, compartir nuestras frustraciones de perder electoralmente a fines de 2024, ni mucho menos para proyectarnos a la victoria del 2029. Sin debate, votaremos.

Sinceramente, la única opción que me queda es redactar algunas líneas, “espero que alguien reciba mi mensaje en una botella”, diría Sting.

Desde el último domingo de noviembre pasado, todos quienes se me acercan primero preguntan: “¿por qué perdimos?”. Nos duele. Pese a todas las encuestas que circulaban durante el año pasado, algunos creíamos que íbamos a ganar y continuar. Mejor dicho, que los uruguayos habíamos tomado la decisión de cambiar. No fue así. Los uruguayos seguiremos siendo medianos y solo algunos queremos cambiar la inercia en esta zona celeste del “más-o-menos”. Pero la enorme mayoría también me pregunta: “¿cómo seguimos?” y me llena de orgullo blanco. Porque podremos estar dolidos, pero nunca derrotados.

Este informe que leí atentamente, redactado por un prestigioso analista, manifiesta que durante el 2024 se detectaban falencias en la campaña y que hubo falta de liderazgo para abordarlas a tiempo. Se partió de supuestos básicos que, si bien los blancos los sentíamos ciertos, objetivamente no lo percibían así los más de 150.000 votantes no identificados con ningún partido. Por ejemplo, “los ciudadanos independientes conocían los logros del gobierno y creían que fue superior a los gobiernos del FA” o que “las propuestas del Partido Nacional eran mejores que las del Frente Amplio”. Obviamente, yo pienso que era así, pero yo era un votante convencido, los que definían la elección eran otros.

Otro punto relevante es el posicionamiento del candidato: ¿un discurso de diálogo o confrontativo? Unas son las preferencias de “los nuestros” y otras son las de los “independientes”. Evidentemente, una campaña debe de tener un posicionamiento claro. El informe también agrega que “faltó templanza, prudencia y sentido común” para abordar este elemento.

El informe también detecta fallas comunicacionales, explicita que el único sueño que nuestra campaña comunicaba era “reelegir un buen gobierno” de un modo muy racional, mientras que el Frente Amplio proponía un sueño. Vago y difuso, pero un sueño al fin.

También se aborda el elemento de la falta de alegría, hasta llegar a que nuestro candidato explicitara en televisión “que no entusiasma a las masas”. Y digo nuestro candidato, porque estuve desde el primer día tirando del carro.

Hubo errores. No dudamos que la elección de la candidata a vicepresidente no estuvo exenta de errores. Personalmente, siempre pensé que los políticos encargaban encuestas para sondear la opinión del electorado, y por algo habían elegido, tanto a la persona como la manera de comunicarlo… Craso error. Este informe revela que sí hubo encuestas y sondeos, cualitativos y cuantitativos, con al menos 5 personas para ocupar ese cargo. Los datos objetivos -de mayo de 2024- señalan lo que algunos intuían: la elección de vicepresidente fue alejada de la percepción mayoritaria. Como insumo, mínimamente, uno podría haber seguido otros caminos para anunciarla.

En este contexto, no puedo aislarme de que el Frente Amplio viene por todo lo que hemos conquistado junto a Luis Lacalle Pou. Yo estaré en la primera línea para defender la libertad y la prosperidad alcanzadas. Sé que tendré a todos los blancos a mi lado.

Por convicción y por amor a mi país y a mi partido, si no corregimos estos errores, repetiremos la historia. Si no somos capaces de estar atentos a los blancos de a pie, y a quienes no siendo blancos nos escuchan, no haremos de este Partido Nacional la herramienta que el país necesita. No sabemos qué pasará en el 2029, pero seguro que Luis tendrá más chances si tenemos un Partido Nacional unido, trabajando en todo el país, con alegría, energía y convicción.

A los otros 499 convencionales les pido: sería un grueso error, por fidelidad a un sector, agrupación o persona no tener la valentía y el coraje de darle a nuestro querido Partido Nacional, un Directorio firme y con rumbo hacia el 2029. Blancos, ¡a las cuchillas!

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