Aplanadora Milei

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El pasado domingo hubo elecciones legislativas en la Ciudad de Buenos Aires. Ciudad en la que ¡desaparecieron los piquetes! Votó el 53% de los ciudadanos habilitados para votar. El resultado final dio el triunfo a los seguidores del presidente Javier Milei. Superó con luz a los candidatos del kirchnerismo (¿peronismo?) y del movimiento que lidera el expresidente Mauricio Macri. En este último caso los candidatos de Milei desplazaron a los macristas en la totalidad de las zonas en que eran bastión. Los comentaristas de la vecina orilla de distintas simpatías cívicas, califican el resultado como mayoritaria aceptación de la gestión gubernativa mileísta.

La política argentina -dicho con redundancia- es argentina. La aparición reciente de Javier Milei, un “outsider” absoluto, ha roto todos los cánones. Apenas rodeado por un grupo de incondicionales, sin aparato político, proponiendo la radical ruptura con todo lo políticamente correcto, sin concesiones al clientelismo y sin aparato estatal de respaldo alguno, fue votado con mayoría contundente como presidente. Su estilo rupturista en el gesto, la voz, la oratoria, la vestimenta, los hábitos de vida, y -contracara de lo habitual- con honestidad sin tacha, dan a la figura -incluso- proyección planetaria. Es imposible desarrollar la totalidad de las ideas que movilizan a Milei. Investigador exhaustivo de la economía, su sustento es la orientación liberal de la escuela austríaca. Una estructura liberal de lógica sólida, con asiento en la experiencia humana. Su mención de Murray, Von Mises, Hayek y otros pensadores afines es por ello, reiterada. Alejada de elucubraciones teóricas estatistas y socialistas, trata de una concepción que ubica en el centro de atención al individuo y a la reducción del Estado. Leviatán insaciable e ineficiente, que en América Latina ha devorado pueblos y países. Considera -además- a la libertad del mercado como motor de iniciativas y de la orientación de la economía por medio de la decisión de los consumidores. Florecen constantemente por doquier augures de tragedias, con “progresistas” abundantes, pero, lo logrado por el gobierno tiene en un corto lapso resultados espectaculares.

En un año y medio ha reducido la inflación, la suba cotidiana de precios, instrumento de la mayor injusticia social concebible, desde el 25,5% mensual en diciembre de 2023 al 2,7 mensual en abril de 2025. Entre otras medidas orientadas a este fin se ha equilibrado el presupuesto estatal de forma que los gastos estén respaldados por ingresos reales.

Cerrando este abreviada referencia, sigue latente el tema de la posible dolarización de la economía argentina. La Reserva Federal de los Estados Unidos, banco emisor del dólar, controla todas las operaciones en esta moneda que se hacen en el mundo. En Estados Unidos el plástico ha reemplazado en la vida cotidiana a los billetes físicos de papel. Y, de las emisiones de papel físico el mayor volumen de billetes se encuentra en China, le sigue Rusia, y en tercer lugar está Argentina. Donde hasta ahora permanecen guardados “bajo el colchón”, posiblemente en cofres. Hacer que ingresen al mercado es inquietud actual de la administración. Su presencia efectiva bajaría el valor de las divisas e incidiría en la baja concomitante de insumos y mercaderías importadas y nacionales. Reduciendo la carestía general presente actualmente. ¿Ocurrirá?

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