Fue el séptimo presidente de EE.UU. Flaco, alto, buen mozo, encantador, valiente y pendenciero, alteró la costumbre de que los mandatarios electos fueran terratenientes, aristócratas o gente rica, educada, de Virginia o de Massachusetts (Boston). Ciertamente no formó parte de los “founding fathers” de la república pero sí fue una figura relevante en la historia del país y la primera en conformar un gobierno “populista” con enorme empatía con los estratos más rudos (red necks) de la población,
Su origen fue duro, propio de los pioneros de entonces. Nació en una modesta cabaña, en la frontera de Carolina del Norte y del Sur. Su padre, emigrado de Irlanda dos años atrás, murió antes que él naciera. Su madre tuvo que ganarse la vida cuidando a ocho chicos de su parentela, los Crawford, más los tres suyos. Jackson aprendió a leer temprano y a los 10 años leyó en público, el texto de la recientemente publicada Declaración de la Independencia norteamericana.
Al estallar la guerra, él y un hermano mayor se unieron a las milicias como mensajeros. Al caer prisioneros, el joven adquirió un profundo odio contra los ingleses. Dicen que fue a raíz de un fustazo que recibió de un oficial británico al negarse a lustrar sus botas. Su madre logró que los soltaran. Al poco tiempo uno de sus hermanos murió de viruela y luego perdió a su madre en una epidemia de cólera. Quedó huérfano a los 14. Se ganó la vida como pudo en labores rurales, hasta que a los 16, consiguió una inesperada pequeña herencia. En poco tiempo la dilapidó en juergas con amigos, entreveros, algunos violentos, cartas, dados, borracheras y carreras de caballo en Charleston, de donde se fue luego de protagonizar un escándalo, al llevarse a un baile a dos conocidas prostitutas.
De allí fue a Tennessee donde se recibió de abogado ejerciendo y cobrando frecuentemente sus servicios, a cambio de tierra. Entró en política y fue representante (diputado) y senador. Se destacó siendo un bravísimo y exitoso militar contra los indios, los españoles (en Florida donde fue Gobernador Territorial) y contra los británicos, como general en la guerra de 1812/15 (New Orleans ) en el frente sur.
La relación con quien se casó, da para una historia en sí. Rachel tenía marido, pero él un día se la llevó, amenazándolo a punta de un cuchillo. Posterior divorcio y duelo. Ella murió en plena mudanza a la Casa Blanca, cuando Jackson fue electo Presidente, sin duda afectada por las críticas hacia ellos por parte de la sociedad más tradicional.
El resultado de la elección de 1828 fue en buena medida predeterminado por el cambio de requisitos para sufragar, el dejarse de exigir ser propietario. Jackson presentaba una imagen nueva, transformadora, un quiebre con sus predecesores conservadores y tradicionales. Su personalidad aguerrida le permitió afrontar tremendas dificultades en su ascenso, forjando fuertes vínculos cosechados como “hombre del pueblo” y defensor de los derechos de los más humildes frente a las élites acomodadas del este. La expansión territorial del país tuvo también mucho que ver con su triunfo electoral apoyado por la maquinaria política “democrática” que supo instalar Martin Van Buren, su “lugarteniente” en New York.
El nuevo orden se vio reflejado en la fiesta de inauguración cuando el populacho invitado arrasó con las tortas, cucharitas de plata, helados de crema, pulcras servilletas y manteles, dispuestos en el jardín de la Casa Blanca. Jackson dispuso cambios en la administración pública e impuso un estilo propio a su gobierno.
Durante su administración se debe destacar la expulsión de los indios (“Sendero de Lágrimas”) al otro lado del Mississippi; gran expansión y crecimiento económico; amiguismo y corrupción (“spoils system”); mayor arbitrariedad del poder ejecutivo; el ejercicio de la democracia directa; conflictos con el poder judicial y un substancial aumento en el uso del veto presidencial desautorizando leyes.
Este gobierno terminó su mandato con un importante pánico financiero de 1837, consecuencia en gran parte del cierre, del Banco Nacional (*) cuya licencia expiraba en 1836. Jackson estaba en contra de su poder centralista y tuvo grandes peleas con Nicolas Biddle que lo manejaba bien y en forma prudente. Jackson se opuso a la renovación e hizo distribuir su capital, activos y deudas, entre los bancos estatales. Sin supervisión y coordinación entre ellos, se emitió moneda en forma dispar, hubo excesos de créditos y finalmente explotó la crisis que duró muchos años. Se perdió confianza en su economía al no tener el país una moneda confiable, se evaporaron las inversiones que podían haber venido. Por lo tanto, el legado que Jackson dejó detrás suyo es bastante discutible.
Su sucesor y discípulo, Van Buren, no supo enfrentar la situación heredada y los EE.UU. entraron en un período de recesión bien extenso. Recién en 1913 se creó la Reserva Federal que emitió papel moneda de curso legal. Antes se comerciaba mediante el trueque, oro, plata, paga-rés, etc. Es una curiosa ironía que reconozcamos a Jackson por estar grabado su retrato en los billetes de 20 dólares, cuando él estuvo en contra (o no entendía) el rol del Estado como emisor de moneda de curso legal, ni la necesidad de supervisar el sistema bancario.
Es interesante observar que al despacho oval de la Casa Blanca volvió el retrato de Andrew Jackson. Ese lugar lo ocupaba el de Benjamín Franklin durante la presidencia de Biden. Cada presidente cuelga a sus héroes preferidos (**).
(*) El Second National Bank (1811-1836) tenía las características del BROU antes de la reforma en 1967.
(**) La Casa Blanca tiene una amplia pinacoteca, además de tener la posibilidad de tomar prestado de los museos, retratos de próceres norteamericanos para decorarla de acuerdo con el pedido de su ocupante.