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"Desde hace 13 años la Fundación Selab lucha contra la cultura de la dote y de la competición en los gastos", indicó su presidente. En las ceremonias hay guardias y milicianos talibanes con fusiles.
MUNDO AFP Las Naciones Unidas y grupos defensores de los derechos humanos levantaron este martes la voz ante la violenta represión de las manifestaciones ocurridas en Irán tras la muerte de una joven detenida por la policía de la moral. Mahsa Amini, de 22 años, murió el viernes tres días después de ser hospitalizada tras su arresto por la policía por violar el estricto código de vestimenta que se impone en Irán a las mujeres, en especial el porte del velo. Las autoridades iraníes informaron que la joven falleció por causas naturales pero según informaciones difundidas por activistas y la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos fue golpeada violentamente en la cabeza y contra un vehículo de la policía de la moral. Su muerte ha provocado protestas en la capital, Teherán, pero los más violentos enfrentamientos se produjeron en la provincia del Kurdistán iraní, de donde era originaria Amini. En las redes sociales, mujeres subieron videos en dónde cortan su propio pelo o queman el hiyab en forma de protesta. La indignación también pudo verse durante el funeral de la joven. Les iraniennes expriment leur colère en se coupant les cheveux et en brûlant leur hijab pour protester contre le meurtre de #Mahsa_Amini
ACTUALIDAD EFE Saqi Jana Popalzai logró poner su empresa de champú en las tiendas de Kabul distribuyendo personalmente el producto que la convirtió en una prometedora empresaria, un proyecto que ahora sucumbe con la vuelta al poder de los talibanes. Su empresa floreció durante las dos décadas que siguieron a la invasión estadounidense de Afganistán y el intento de la comunidad internacional de fomentar la presencia de las mujeres en la sociedad, de donde habían sido borradas por el régimen talibán. Pero con el regreso de los islamistas al poder hace un año, todo apunta a una reedición de su primer régimen entre 1996 y 2001, con un abrupto deterioro de los derechos de la mujer en el país, que sumado a la grave crisis económica por las sanciones, ha supuesto que empresarias como Popalzai, de 35 años, vean peligrar su negocio. "El poder de compra disminuyó, los costos de las materias primas y los materiales de empaque aumentaron", dice a Efe la empresaria, que a pesar de todo está feliz de mantener a flote su negocio que da sustento a su familia y a humildes mujeres desplazadas internas. Su empresa Khkola se estableció hace cuatro años en la provincia meridional de Kandahar para mantener a su familia de 15 miembros. Además cuenta con 15 empleadas y en la fábrica produce, entre otros, jabón, lavaplatos, y detergente para la ropa. Para la activista afgana Nahid Noori, bajo el Gobierno talibán "las mujeres han perdido sus logros de los últimos veinte años, derechos de trabajo y educación", dice a la Agencia Efe. Las mujeres alcanzaron importantes logros en las dos décadas pasadas, tomando roles activos en la sociedad. Llegaron a constituir el 37 % del Parlamento, entre el 30 % de los empleados del Gobierno, y dirigieron numerosas organizaciones nacionales e internacionales. Con los talibanes esto "ha disminuido a casi cero, las adolescentes no han tenido acceso a la educación en los últimos 347 días y la mayoría de las mujeres con talento han estado obligadas a permanecer en el hogar", apunta refiriéndose a las normas de los talibanes, muy restrictivas con las libertades de las mujeres. Según la ONU, Afganistán "sigue siendo el único país del mundo donde las niñas tienen prohibido ir a la escuela secundaria", una de las primeras medidas impuestas tras su regreso al poder. Una mujer en Afganistán mira a la cámara en un salón de clases vacío. Foto: AFP La historia empresarial de Popalzai comenzó tras ver los intentos de su marido por ganarse la vida y el fracaso pese al duro trabajo. "Veía a mi esposo trabajar muy duro pero era incapaz de ganarse la vida, además iba envejeciendo, así que decidí dar un paso al frente y hacer lo mejor para mi familia, y ahora gracias a Dios puedo apoyar también a otras 15 familias", cuenta. Empezar de cero en una sociedad como la afgana no fue fácil para Popalzai, que sin instalaciones, transporte, o trabajadores, debía caminar durante horas para distribuir su producto a diferentes tiendas e hipermercados. "Fue muy duro caminar por la ciudad para vender el producto, sin demanda en un inicio, sin contactos, pero sabía que mejoraría, finalmente tuvimos muchos pedidos de diferentes provincias, incluso más de las que podíamos producir", asegura. Khkola es especial, dice Popalzai, "porque incluye plantas naturales en la combinación del producto, para no dañar las manos al usar el champú, para lavarse las manos o lavar la ropa. Me hace feliz que incluso los extranjeros compren nuestros productos". Sin embargo, con las sanciones económicas y el fin de las ayudas, la situación de Afganistán no ha dejado de empeorar con la llegada de los talibanes, incapaces de impulsar la economía. Ahora "ha disminuido el poder de compra y ha incrementado el costo de la materia prima, lo que genera muchos desafíos para nosotras", explica.
Actualidad efe Los talibanes han comenzado a eliminar las imágenes de mujeres que suelen decorar los escaparates de los salones de belleza de Kabul al considerarlas contrarias al islam, afirmó este miércoles un representante de la formación a Efe. "Se trata de una decisión del Emirato Islámico (como se autodenomina el Gobierno interino de los talibanes) alcanzada en el Gabinete y sugerida por el Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio", dijo a Efe un portavoz del ayuntamiento de la capital afgana, Niamatullah Barakzai. El representante afirmó que la decisión de eliminar los rostros femeninos de los escaparates, muchos de los cuales fueron embadurnados de negro ante el temor a represalias tras la captura de Kabul el pasado 15 de agosto por los talibanes, será implementada en todo el país. "Esta decisión será implementada en todo Afganistán, pero el municipio de Kabul solo es responsable de aplicar la norma en sus 22 distritos", señaló Barakzai. Además, el portavoz señaló que la orden de retirar carteles no se limita a los salones de belleza, sino que incluye a todas las imágenes consideradas por los fundamentalistas como contrarias a la ley islámica. Un representante del poderoso Ministerio de la Virtud, situado en el edificio capitalino que antes albergaba al Ministerio de la Mujer, negó sin embargo que la retirada de carteles se haga a instancia suya. "Por ahora no hemos tomado ninguna acción o emitido ninguna orden" al respecto, dijo a Efe el portavoz de la cartera, Mohammad Sadiq Akif. Los dueños de tiendas y salones de belleza afirman que la orden de retirar los carteles supone un nuevo varapalo para sus negocios, en un contexto de grave crisis económica y humanitaria en el país asiático. "Atraemos a la mayoría de nuestras clientas gracias a fotografías y carteles", especialmente a aquellas que no saben leer y se dejan guiar por las imágenes, explicó a Efe Razmina Rasooli, propietaria de un salón de belleza en la capital afgana. Antes de que los talibanes conquistaran el poder, el negocio veía pasar entre treinta y cuarenta clientas al día. "Estos días se ha reducido a diez o quince, y algunos días ni tenemos clientes", lamentó Rasooli, cuyo salón sustenta a los seis miembros de su familia. Los talibanes han afirmado que permitirán trabajar y estudiar a las mujeres, aunque hasta ahora han prohibido la educación secundaria y superior femenina hasta que les proporcionen el, según ellos, ambiente ideal para que puedan volver a las clases. Los fundamentalistas también han limitado el regreso de las mujeres a ciertos puestos de trabajo, desencadenando la condena internacional.
Libros contra las narrativas falsas lászló erdélyi Afganistán ha vuelto a ser víctima de las narrativas bienpensantes occidentales. Tras el caos en el aeropuerto de Kabul de semanas atrás, se habla de otra “derrota” de la “civilización” a manos de los talibanes, que volvieron al poder sin que aún se sepa bien cómo. Muchos estaban convencidos de que en los últimos 20 años Occidente había “encaminado” a Afganistán por la senda del “bien”, de la educación, la paz y los derechos de la mujer. Son narrativas falsas, pero que funcionan e inflaman. Cada mujer afgana vestida con burqa que aparece en una foto de un diario occidental, luego replicada mil veces, suele desatar una poderosa indignación. Hay otras narrativas más duras, complejas y honestas, pero que tienen poca prensa. Está en algunos libros, ensayos, investigaciones, crónicas y novelas que presentan realidades a veces paradójicas y contradictorias. Algo que el bienpensante de boutique, perezoso, emocional e indignado como pocos, no tolera. Quiere ideas simples, fast food. Un buen ejemplo de esta ceguera de Occidente está en una nouvelle de Rudyard Kipling del siglo XIX, El hombre que pudo reinar. De 1890, trata sobre dos blancos intrépidos y delirantes que querían ser reyes de Kafiristán, de su plan para derrocar a la dinastía allí gobernante, y de su viaje para llegar allí a través de Afganistán. La ficción es una metáfora de la Primera Guerra Afgana (1839-1842), llevada adelante por un ejército imperial inglés arrogante y culturalmente insensible, que fue derrotado. Cien años más tarde otra novela, esta vez del escritor y cineasta afgano Atiq Rahimi, Maldito seas Dostoievski (Siruela, 1999), se destaca entre las abundantes obras que buscan retratar la complejidad de la vida moderna en Afganistán, pero que suelen caer en el abordaje light, inocuo, romántico y hasta pintoresco. Apoyándose en el maestro ruso, Rahimi expone las falsas narrativas imperantes en la época de la retirada soviética de Afganistán (1989) y el primer dominio de los mujahidines en Kabul, que resultaría tan terrible —o peor— que el posterior dominio talibán. Sus personajes tratan de adaptarse a la nueva vida en un mundo de lealtades cambiantes. Su protagonista, llevado por extrañas razones a un destacamento militar mujahidín, es interrogado, pero del susto no le sale el habla: "—Tú, ¿de qué bando eres?