Noticias de José Pedro Varela
EDITORIAL Hace más de 150 años, el 18 de setiembre de 1868, un hombre muy joven pronunció un encendido discurso en el Club Universitario. Su nombre: José Pedro Varela. Tenía apenas 23 años de edad, pero eso no impidió que hubiera estudiado y reflexionado sobre una idea que revolucionaría al país, sentando las bases de una ética republicana que nos distinguiría para siempre del concierto de naciones del continente.
SEGUIR Pablo Da Silveira Introduzca el texto aquí Cuando el Frente Amplio llegó al gobierno en 2005, todos los integrantes del Codicen eran designados por el Poder Ejecutivo, previa venia de la Cámara de Senadores (el Codicen es el directorio de ese inmenso ente autónomo que llamamos Anep). Tres de los directores debían tener un mínimo de diez años de actividad en la enseñanza pública. Los otros dos no debían cumplir esa condición. En diciembre de 2008, el Frente Amplio se dio su propia Ley General de Educación. A diferencia de lo que había ocurrido con las anteriores leyes educativas (para las que tradicionalmente se buscaron amplios apoyos políticos), esta norma solo fue votada por los legisladores del Frente Amplio. Ningún parlamentario de otro partido la acompañó. La Ley General de Educación introdujo dos cambios importantes. En primer lugar, dos de los cinco miembros del Codicen pasaron a ser elegidos por los docentes. Para los otros tres se mantuvo el régimen anterior (designación por parte del Poder Ejecutivo, tras recibir la venia del Senado). En segundo lugar, la exigencia de haber actuado un mínimo de diez años en la enseñanza pública se extendió a los cinco directores. Estos cambios, introducidos durante el primer gobierno del presidente Vázquez, fueron en la línea de aumentar la endogamia del sistema educativo y debilitar los controles que pueda ejercer la sociedad. Hasta el momento en que se aprobó aquella ley, dos de los miembros del Codicen podían llegar desde fuera de la enseñanza pública, incorporando visiones y experiencias que podían provenir de otros ámbitos de actividad y de otros lugares del mundo. Hoy, eso es imposible. José Pedro Varela no hubiera podido integrar el Codicen si esta ley hubiera existido en su época. Complementariamente, la norma aprobada por el FA exige que dos de los cinco miembros sean docentes de actividad, es decir, gente "de adentro", inmersa en esa cultura institucional propia de la "galaxia ANEP", que hace que todo sea tan lento, tan ríspido y tan refractario al cambio. Estas modificaciones ocurrieron en el primer gobierno del presidente Vázquez. Ahora, en su segundo gobierno, el Poder Ejecutivo acaba de enviar un proyecto de ley de creación de una Universidad de la Educación que termina de echar el candado en un área clave, como es la formación docente. Según establece el proyecto, la Universidad de la Educación no solo ejercerá el monopolio de la formación de maestros y profesores en el sector público, sino que tendrá potestades para reconocer y revalidar los títulos (y otros reconocimientos intermedios) emitidos por "otras instituciones terciarias y universitarias, nacionales o extranjeras (…) en el área de su competencia". Quiere decir que la UNED estará en condiciones de controlar, presionar y eventualmente bloquear a cualquiera que intente hacer las cosas de manera diferente. Esto es peor de lo que hay ahora, que ya es malo. Nuestra enseñanza necesita urgentemente abrir ventanas, dejar entrar aire fresco, interactuar con el mundo exterior. Pero los gobiernos del Frente Amplio la empujan en la dirección opuesta: la quieren cada vez más opaca, más dominada por las lógicas corporativas, más refractaria al control ciudadano. El presidente Tabaré Vázquez tiene una responsabilidad personal y directa en esta involución, que va a contramano de lo que hacen las sociedades democráticas contemporáneas.
SEGUIR Ana Ribeiro Introduzca el texto aquí Este año se cumple el sesquicentenario de la Sociedad de Amigos de la Educación Popular, creada a impulso de 206 jóvenes entre los que se contaban Carlos María Ramírez (20 años), Elbio Fernández (26) y José P. Varela (23). Un año más tarde la Sociedad abrió una escuela destinada a ser el campo experimental de una reforma radical de la educación. Llevaría el nombre de uno de sus fundadores, muerto repentina y prematuramente: Elbio Fernández. Para esa señera institución comienzan, pues, dos años de festejos y legítimo orgullo. Se recordará que fueron los abanderados del laicismo y un capítulo importantísimo en el proceso de secularización; se enumerará la larga lista de alumnos destacados; se narrará la historia de su crecimiento hasta el presente, con aulas que atienden desde educación inicial hasta la carrera de magisterio, con niveles de excelencia y formación bilingüe. Se repetirá una y otra vez el nombre de José Pedro Varela. Al hacerlo, evocarán también los años en que aquel joven barbado emprendió su obra, porque todo hombre es de su tiempo. Bartolomé Mitre y Vedia —entonces secretario de Domingo Faustino Sarmiento— dejó una imperdible postal al respecto, narrando el viaje que hizo Varela a Nueva York, un año antes de fundar la SAEP. Suele asociarse dicho viaje a la influencia de Horace Mann sobre el futuro reformador, pero aquel joven aprendió algo aún más importante en esa visita. Varela había ido a comprar madera para una firma montevideana. Acababa de publicar un libro de poesía que estaba dedicado a Víctor Hugo, su ideal de poeta. En el hotel coincidió con Sarmiento y su núcleo de amigos, admiradores de esa democracia norteamericana que reacomodaba el cuerpo luego de la guerra civil que había enfrentado al Norte con el Sur. Entre todos, en veladas de trasnoche a pura discusión, emprendieron lo que Mitre llamó "el Waterloo literario": desafrancesar a Varela. Criticaron su poesía, demolieron a Víctor Hugo, lo desafiaron a leer autores anglosajones y lo empujaron a aprender inglés para poder seguir de cerca el gran acontecimiento político del momento, el impeachment de Andrew Johnson, el primer Presidente de EE. UU. en enfrentar un enjuiciamiento (finalmente fallido) . Enclaustrado en su habitación por largas semanas debido a sus problemas de salud, Varela aprendió el idioma del debate a fuerza del diccionario y la lectura de la prensa, página a página. Una prensa encendida, que informaba sobre los apoyos y rechazos a ese presidente que se apresuró a integrar al derrotado sur al resto de la nación, publicando las razones jurídicas y sociológicas de unos y otros. Vio con sus propios ojos el proceso de ampliación de ciudadanía que nace de la riqueza argumental, poderoso antídoto ante la manipulación política. Las maderas que Varela compró se perdieron en el Atlántico, pero sí pudo traer al país el principio de la alfabetización como pilar democrático. Para ello pagó el alto costo del rechazo de los suyos, los principistas que no entendieron ni aprobaron su estrategia: llevar a cabo la reforma escolar con apoyo del dictador de su tiempo, para eliminar así a los dictadores del futuro. Si algo nos obligarán a recordar estos sequiscentenarios, es el coraje cívico que se necesita para responder con educación las veces que sean necesarias, sin cálculos electorales ni miserias de banderías.
Con lo recaudado, la institución le pagará a los acreedores. "Ahora la casa está en orden". Así resumió Carlos Pouso, presidente del consejo directivo del Colegio José Pedro Varela, el proceso de reestructura que llevó adelante la institución desde la crisis a fines de 2015. Un año y medio después del anuncio de un posible cierre, las finanzas del centro educativo "han alcanzado el equilibrio" y la directiva puso en venta tres inmuebles para, con esas ganancias, saldar las deudas con los acreedores. De los siete padrones que son propiedad del Varela, tres serán enajenados (nombre técnico que comprende, además de la venta, la donación, transferencia u otra alternativa). Dos de estas sedes en venta, la de Shangrilá y la de la calle Colonia esquina Minas (donde funciona parte de educación inicial y primaria en Montevideo) se ofrecen con la condición de que el colegio pueda arrendar las instalaciones, como mínimo, los próximos diez años. En el caso del preuniversitario, que funciona en el tercero de los inmuebles (18 de Julio y Beisso), se mudará al edificio central una vez que terminen las clases y se reestructuren los laboratorios de las disciplinas científicas. El Varela se presentó por interés propio a concurso de acreedores. Las negociaciones para la paga comenzarán en octubre, según la orden del juez. Por lo tanto, "esperemos tener todo resuelto previo a esa fecha", dijo Pouso, "así el ahorro de las propiedades sirve para saldar las deudas". Tras la crisis, la matrícula del colegio se redujo a la mitad (600 alumnos) y también la plantilla de funcionarios. VENTA DE INMUEBLES
A quién le molesta una estatua de la Virgen María? Esta pregunta, dicha con buena fe e ingenuidad por muchas personas, revela uno de los tantos equívocos de este debate desenfocado. A quién le molesta una estatua de la Virgen María? Esta pregunta, dicha con buena fe e ingenuidad por muchas personas, revela uno de los tantos equívocos de este debate desenfocado. La cuestión no es de molestias o agrados personales, es un tema de principios que, si a alguien molestaría, es a José Pedro Varela, inspirador de nuestra escuela pública “laica, gratuita y obligatoria”, que ha sido base fundamental de nuestra organización republicana. En sus bancos, sin adoctrinamientos dogmáticos, se aprendió la tolerancia en el respeto recíproco a todas las creencias.
Oposición y gremios rechazan equiparar a Netto con Varela. La ministra María Julia Muñoz comparó al presidente de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Wilson Netto, con José Pedro Varela. Así provocó, tanto en opositores como sindicalistas, reacciones que van desde el enojo y la indignación, hasta la burla.
El sindicato de trabajadores de la educación privada (Sintep) está preocupado por el retraso en las indemnizaciones por los despidos realizados en el colegio José Pedro Varela y de distintas obligaciones con los trabajadores que siguen en la plantilla y por los que considera despidos arbitrarios y antisindicales en el colegio Elbio Fernández y en la Sagrada Familia. La situación fue analizada ayer en una reunión en el Ministe-rio de Trabajo y Seguridad Social. El dirigente Sergio Sommaruga dijo a El País que el colegio Varela atraviesa una situación "delicada" como consecuencia de que hay una caída en la cantidad de inscriptos para 2017 de alrededor de 250 alumnos con respecto a 2016 cuando ya había habido una caída. Los trabajadores que fueron despedidos como consecuencia de la reestructura que el colegio emprendió en 2016 para mejorar su situación financiera cobraron solamente una parte menor de la indemnización correspondiente. También hay un retraso en el pago de salarios vacacionales, aunque el sindicato recibió ayer seguridad por parte de la directiva del colegio de que es inminente el pago de los sueldos de diciembre, señaló el sindicalista. La situación fue analizada ayer en asamblea por los sindicalistas que aguarda-rán el resultado de una reunión a realizar en febrero en el Ministerio de Trabajo que consideran será clave. Sommaruga denunció que en el Elbio Fernández, se produjo el despido de una delegada sindical "de un día para el otro para pasar un mensaje amedrentador" y de una maestra que se desempeñaba hace 31 años en la institución. Para Sommaruga, estas situaciones son distintas a las del Varela porque en el Elbio Fernández, "no hay déficit" y "viene creciendo" en cuanto a su cantidad de alumnos. Según el sindicalista, lo que viene ocurriendo es consecuencia de la "desregulación absoluta en la enseñanza privada" que se beneficia de "subsidios" de millones de pesos provenientes de la sociedad (por la exoneración de aportes patronales). Sommaruga sostuvo que "no se puede estar omiso" y que "hay un descontrol" y omisión de las autoridades. Y la anterior gestión del Varela cometió "cualquier tipo de desmán", señaló. En enero del año pasado el Varela, una institución con más de 100 años, procesó una reestructura. ENSEÑANZA