Cambiemos
SEGUIR Julia Rodríguez Larreta Introduzca el texto aquí Es injusto decir que la mala situación de la Argentina es el resultado de ineptos e improvisados en el manejo de la política. Macri tenía un plan. Hoy día podemos decir que estaba basado en premisas optimistas. Que no tomó el toro por las astas de entrada es verdad. ¿Pero de qué manera se debía actuar? Hay que hacerse esa pregunta. Se argumenta que, aparte de abrirse al mundo, lograr salir del default y hacer el blanqueo, debió de entrada confesarle al pueblo que la situación en la que encontró las arcas del Estado le forzaba a tomar medidas draconianas. Devaluar fuertemente el peso y además reducir los salarios para así bajar el déficit fiscal. Reducir los subsidios al transporte, subir las tarifas de la electricidad, gas, agua, etc. Erradicar las jubilaciones de privilegio y las truchas, disminuir los empleados públicos nacionales de las empresas del Estado y exigir lo mismo de las provincias. También revelar el saqueo al que había sido sometida la nación y meter presos a los ladrones. Todo de un golpe. Entre distintas variantes de estas expresiones de deseo por parte de mucha gente que lo apoyó y todavía algunos que lo siguen respaldando, se lamenta que no haber provocado un "shock" de entrada. Creo que debemos rememorar diciembre del 2015 y admitir que era un gobierno débil, no en su voluntad de cambiar las cosas, sino por la falta de mayorías parlamentarias y el acecho de los opositores enquistados en diferentes estamentos del poder. Un tratamiento de "shock" como algunos proponían, solo lo pueden hacer regímenes militares luego de un golpe o un caudillo con amplia mayoría y respaldo de la fuerza pública, a la que los Kirchner desmanteló. Es por eso, en mi opinión, que Macri diseñó un plan gradualista que consistía en ir reduciendo paulatinamente los subsidios, ajustando poco a poco las tarifas públicas, endeudándose en el exterior, mientras lanzaba a nivel nacional un gran plan de obra pública para dinamizar el empleo, el consumo de cemento y acero, haciendo crecer la economía y por ende la recaudación, para reducir el enorme déficit fiscal heredado. Era parte del proyecto invitar a capitales extranjeros a volver a invertir en la Argentina, para lo cual necesitaba recomponer el alicaído prestigio de moroso serial y de país inestable en cuanto a reglas de juego y compromisos contraídos. Al campo le quitó o le redujo las detracciones y lo instó a lanzarse a producir y exportar más. Lo mismo trató de hacer en la industria, así como aumentar el intercambio comercial con su principal mercado, el Brasil. Pero estas políticas no tuvieron el resultado esperado. Una fuerte sequía, la peor en 40 años, seguida de copiosas lluvias en el momento de la cosecha, golpeó al campo mermando aún más los pobres rindes por hectárea. La obra pública tardó en empezar ya que no existían en carpeta proyectos bien estudiados para llamar a licitación, con las salvaguardias necesarias. No es algo que se prioriza y coordina bien si se hace a las apuradas, además de ser un asunto siempre sujeto a críticas e investigaciones posteriores. El sueño de inversiones extranjeras no se concretó. Es lógico. La Argentina tiene una presión fiscal enorme. Algunos la calculan en 70% entre los gravámenes directos e indirectos, más una inflación actual del 40%. Hay opciones más atractivas en el mundo, la verdad. Brasil y su mercado, es todo un capítulo, pero basta con decir que hace 3 años que está en una recesión, peor a la que se encuentra Argentina hoy, si bien parecería que están empezando a salir del parate. En gran parte, esto se debe indirectamente al vergonzoso Lava Jato. Y lo mismo está en la actualidad, aconteciendo en Argentina. Muchos empresarios están preocupados, las coimas que habrán pagado, por lo que ahora no les interesa tanto encarar una inversión. No ir presos es la prioridad que los ocupa. El pasado miércoles, el juez Bonadioo procesó para empezar, a 42 personas, entre ellas a la ex presidente, a un "superministro", a un secretario de estado y a importantes funcionarios. A empresarios de primera línea y varios por asociación ilícita para defraudar a la nación. Parece que el peor momento de la crisis de confianza que sufrió el gobierno en agosto pasó. El acuerdo con el FMI parece estar encaminado, en parte por el fuerte ajuste presupuestario encarado por el gobierno y el apoyo de EE.UU. (Trump) que tiene enorme peso en esa institución. Si el clima ayuda y Argentina tiene una buena cosecha en la próxima campaña (18/19) y se hacen grandes progresos en la producción de petróleo y gas, en el yacimiento de "vaca muerta". Si Brasil sigue recuperándose, si aflojara un poco el caudal de críticas de las que su gobierno es hoy blanco preferido, si disminuyeran las acciones desestabilizadoras de organizaciones bien pagas de sus enemigos, y los argentinos no se dejan llevar por la volubilidad, puede ser que Macri logre terminar su mandato. De hacerlo, y si el peronismo sigue dividido no todo está perdido para Cambiemos.
SEGUIR Alberto Benegas Lynch Introduzca el texto aquí Es importante tener presente que los argentinos estuvimos a la vanguardia de las naciones civilizadas desde su Constitución liberal de 1853 hasta los golpes fascistas, primero del 30 y con mucho más furor en el del 43 y a partir de entonces hace más de setenta años que venimos a los tumbos. Recordemos que Argentina contaba con los salarios en términos reales de peones rurales y de obreros de la incipiente industria superiores a los de Suiza, Alemania, Francia, Italia y España. La población se duplicaba cada diez años durante el período señalado. Las corrientes migratorias competían con Estados Unidos debido a la calidad de vida que ofrecía Argentina. Luego de los estatismos galopantes vino la decadencia. Se apropiaron del fruto del trabajo ajeno a través de sistemas denominados de "seguridad social" en verdad de una colosal inseguridad antisocial que con aportes obligatorios reemplazaron ahorros destinados a comprar terrenitos y departamentos, inversiones que fueron aniquiladas por le-yes de control de alquileres y desalojos. Los sindicatos fueron fabricados a imagen de la Carta de Lavoro de Mussolini implantando la figura totalitaria de la personería gremial en lugar de la simple personería jurídica de toda asociación libre y voluntaria. Comenzaron a expropiarse empresas para establecer esas contradicciones en los términos conocidas como empresas estatales, en lugar de comprender que la actividad empresaria implica poner en riesgo recursos propios y que la misma constitución de la "empresa estatal" significa asignar los siempre escasos recursos en áreas distintas de las preferidas por la gente (si van a hacer lo mismo que elige la gente no tiene sentido que los aparatos estatales intervengan). La manipulaciones monetarias y cambiarias resultaron fatales a través de la banca central creada al efecto en prejuicio de todos pero muy especialmente de los más necesitados. Las exacciones fiscales fueron en aumento creando una maraña de impuestos sobrepuestos y una deuda pública sideral para financiar a un Leviatán cada vez más adiposo junto a regulaciones que asfixian la productividad. Como es del dominio público, en estos momentos está instalado el gobierno de Cambiemos pero la ciudadanía se encuentra a la espera del cambio. Por ahora el gasto gubernamental no se ha detenido, solo ha habido amagues de podas pero igual que con la jardinería las podas hacen que el crecimiento sea más vigoroso. También se insiste en que el gasto público deba ser eficiente sin percatarse que si algo es inconveniente y se lo hace más eficiente es mucho peor. De lo que se trata es de eliminar funciones incompatibles con un sistema republicano. Se habla del déficit primario sin atender que lo relevante es el déficit total que se ha incrementado exponencialmente debido al incremento de la deuda estatal durante esta gestión. Tampoco se trata de disimular el gasto a través de un crecimiento (que no solo no llega sino que estamos en plena recesión) para modificar la ratio gasto/producto. En esta situación se acercan las elecciones presidenciales del año próximo, frente a una así llamada oposición que en parte arrastra el lastre fenomenal del gobierno anterior, que no solo acentuó el estatismo sino que tal como demuestran las investigaciones en curso, corrompió en un grado alarmante en planos decisivos del ejecutivo y también en áreas del judicial en el contexto de un legislativo adicto. Por otro lado y para resumir un apunte telegráfico en una nota periodística, el gobierno actual recurrió al Fondo Monetario Internacional, como es sabido una entidad financiada coactivamente con recursos detraídos de los contribuyentes de diversos países y que presta ayuda a gobiernos en general fallidos, situaciones que se hubieran corregido de no mediar la cantidad de dólares entregados con tasas de interés menores a las de mercado y con períodos de gracia y perdones de diversa naturaleza. En lugar de pedir asistencia al FMI, el gobierno actual debería haber hecho los deberes durante los más de dos años que lleva en funciones. Es cierto que la administración ahora en funciones no cuenta con mayoría de ambas Cámaras en el Congreso y que la batalla cultural es difícil, pero de lo que se trata es de evitar errores no forzados como el haber inaugurado su mandato con nuevos ministerios y pretender la designación de dos miembros de la Corte por decreto y similares. Nunca es tarde para rectificar el rumbo. Todas las personas de bien mantienen la esperanza puesto que un fracaso más resultaría nefasto para los argentinos y para nuestros queridos vecinos. Termino con un pensamiento de Juan Bautista Alberdi, el autor intelectual de la antedicha Constitución de 1853: "El ladrón privado es el más débil de los enemigos que la propiedad reconozca. Ella puede ser atacada por el Estado en nombre de la utilidad pública […] ¿qué exige la riqueza de parte de la ley para producirse y crearse? Lo que Diógenes exigía de Alejandro: que no le haga sombra".
SEGUIR Julia Rodríguez Larreta Introduzca el texto aquí Con menos votos que sus opositores (se presentaron divididos), el equipo de Macri y su coalición triunfó con un 42% a nivel nacional. Logró aumentar sus bancas en ambas Cámaras del Congreso. Ganó inclusive la gobernación de Salta, destronando a Urtubey, un atractivo y joven político peronista. Inclusive el deslucido candidato a senador de Cambiemos para la Provincia de Buenos Aires superó a Cristina Kirch-ner. La carismática y popular María Eugenia Vidal lo hizo posible. Aunque también Cristina salió electa por la minoría, gracias al pacto de Olivos (Alfonsín-Menem) que introdujo el segundo senador. Para los próximos dos años, Macri gozará de la primera minoría y eso le ayudará a negociar con mejores posibilidades su agenda legislativa. En la capital, con Lilita Carrió al frente, el resultado fue del 50% de los votos. Además, el triunfo de Cambiemos en otros lugares claves como la Provincia de Santa Fe, Mendoza y Entre Ríos, le debería dar la confianza que necesita para encarar su planes. Días pasados se produjeron tremendos acontecimientos en el ámbito de la justicia. Los jueces parecen sentirse más seguros. Cayeron presos nada menos que Amado Boudou, ex vicepresidente de la República del anterior Gobierno y el otrora poderoso Ministro de Planificación y Obras Públicas, Julio De Vido, ambos procesados por delitos de corrupción. También tiene una causa abierta por "manejos impropios" con su cargo Gils Carbó, la Fiscal General que ha entorpecido la labor del sistema judicial, quien dice que se irá a fin de año. Con la economía marchando mejor, con la inflación en baja, la obra pública lanzada y con las inversiones privadas que han hecho los agricultores, el escenario político y económico luce como más maduro para que se lance una segunda etapa de reformas. Macri es consciente de que deberá reducir el déficit fiscal. Si no lo logra, ese desequilibrio se lo llevará puesto. Al haber arreglado el "default", renegociado la deuda y mostrado seriedad en su manejo económico y político, los bancos del exterior y los mercados se han abierto nuevamente a la Argentina, pero el crédito que se le extiende al país, tiene un límite pasado el cual, las tasas de interés comienzan a subir y la disponibilidad se agota. Mejor no tantear esas fronteras. Según Wharton, la Argentina ni siquiera clasifica como país emergente. Es tiempo de cirugía, de recorte de gastos y mayor sinceramiento de tarifas. El enfoque de Macri ha sido gradualista y desarrollista. Parte por idiosincrasia y parte por necesidad. Con más de un 30% de la población sumida en la pobreza, es posible que el tejido social no hubiese aguantado una drástica baja de salarios (vía devaluación) y una reducción de empleados públicos. Su apoyo político hace dos años era más tenue. La gente en general, no sabía o no quería creer que el país estaba al borde de un descalabro. Optó por hacer orden y ajustes, de a poco. Ahora está frente a un nuevo umbral y ha prometido ir adelante. Se ha dejado de robar al estado, pero no es suficiente. ¿Qué hará para reducir el gasto público/déficit antes de que se corte el crédito? Los K y sus acólitos han llenado al estado de empleados. Además, como dice el economista De Pablo, la Argentina tiene 8 millones de gente que trabaja y aporta al sistema previsional, pero tiene un número similar de jubilados. La relación tendría que ser un mínimo de 4 (los que aportan) a 1, para pagar una jubilación del 80% móvil (o ajustable) del salario, a la hora de retiro. Imposible. La ecuación no da. El faltante debe venir de rentas generales. Pero otro de los desafíos de Macri debería ser reducir la altísima presión fiscal (33%) y corregir el sistema impositivo. Se habla de progresivamente eliminar el impuesto al cheque, que va en contra de toda la técnica y deseos de bancarizar el sistema. Pero es fácil de recaudar y con un déficit del 6/7% del PBI, difícil eliminarlo sin substituirlo por otro o aumentar una cuota del impuesto a la renta. Una de las formas para aumentar la recaudación es que crezca la actividad económica. Para hacerlo se debería estimular la inversión privada. Con ese objetivo, Macri viajó a NY a seducir capitalistas. Ardua misión. La Argentina tiene varias contras. Alto grado de conflictividad laboral (huelgas salvajes de Aerolíneas Argentinas son una prueba). Impuestos elevados. Inflación del 22%. Sube la deuda pública. La certeza jurídica se está arreglando, pero la prepotencia de Moreno (ex Secretario de Comercio de los K) no se olvida fácilmente. La infraestructura en mal estado (ej. déficit energético por falta de potencia y mantenimiento es igual a cortes). Confianza para sus ejecutivos y sus familias, floja. Crédito local, prácticamente inexistente. Eficacia de la policía, mejor pero sigue siendo regular, para ser benévolos. Histórica inestabilidad de las reglas de juego con cambios una vez que las empresas hacen inversiones. Ejemplo de ello es el régimen minero Menem-Cavallo. El tipo de inversión aseguraba un régimen impositivo estable por 30 años. Al poco tiempo de asumir Kirchner les impuso detracciones a la exportación. La lista es larga. Habrá áreas de especial interés como por ejemplo, la extracción de litio (la Argentina, junto con Chile y Bolivia tienen la mayor concentración de ese elemento del planeta) o lo relacionado con Vaca Muerta (gran yacimiento de hidrocarburos). Veremos. ¡Suerte Macri!
El oficialista Cambiemos ganó en provincias peronistas y frenó al kirchnerismo en capital. Más allá de la incertidumbre sobre el resultado final en la provincia de Buenos Aires, el gobierno de Mauricio Macri emerge fortalecido de las elecciones primarias del domingo en Argentina. La alianza oficialista venció en 10 provincias —algunas de ellas, bastiones históricos del Peronismo— y en el recuento nacional obtuvo el 34,1% de los votos escrutados, un 4% más que lo que había cosechado en las primarias presidenciales de 2015. "Claramente el gobierno sale de la elección con mayor fortaleza, con un aval importante teniendo en cuenta que se consolidó a nivel nacional. Fue un voto de confianza y de expectativa. Hay una buena parte de la sociedad cansada del peronismo y ha decidido que el proceso de Macri necesita tiempo para ver si logra cumplir con algunas de sus promesas en este primer mandato", dijo el analista político Carlos Fara. Entre las sorpresas que deparó la elección, la alianza oficialista Cambiemos triunfó por amplio margen en Córdoba —segundo distrito del país— y alcanzó la victoria en provincias de tradición peronista que parecían inexpugnables, como San Luis y La Pampa. Esas buenas performances se suman a la victoria arrasadora en la Ciudad de Buenos Aires y al buen caudal obtenido en el conurbano bonaerense. Si bien Cristina Kirchner triunfó en el primer y segundo cordón de las ciudades que rodean a la capital argentina, Cambiemos sorprendió con una cosecha cercana al 31% de los votos en el conurbano. Ese nivel de acompañamiento a los candidatos del gobierno en las localidades donde se concentra la mitad de los pobres del país —unos 4 millones, según las últimas cifras del Indec— muestra que el ajuste económico no tuvo el impacto electoral que se preveía. "En las encuestas se muestra que una parte considerable de la población está disconforme con su economía personal, pero evidentemente eso no se tradujo del todo en voto opositor. Del 50% de los argentinos que considera que perdió nivel de ingresos por el ajuste tarifario y la inflación, una parte importante votó a la oposición, pero una franja considerable, aun cuando se percibe peor que antes, sigue confiando en el gobierno", señaló el analista político Julio Burdman. Si no puede ver la infografía haga click aquí Esa buena cosecha en el siempre hostil conurbano para fuerzas no peronistas y el virtual empate en la provincia de Buenos Aires —el resultado final se conocerá a fines de la semana próxima cuando concluya el escrutinio— representan un triunfo de la gobernadora María Eugenia Vidal, la dirigente política con mayor imagen positiva del país. En la última semana de campaña, Vidal salió a la caza de los votos que Esteban Bullrich, el candidato a senador por el oficialismo, no había podido obtener hasta entonces. Con la campaña sobre sus hombres, Vidal logró llevar a Cambiemos a una paridad con sabor a victoria. Para Cristina Kirchner, en cambio, el empate tiene gusto a poco. La expresidenta apostaba a ganar la elección bonaerense con claridad para, ante el naufragio de otras opciones peronistas, transformarse nuevamente en la indiscutible líder de la oposición. Pero la baja cosecha que obtuvo en grandes localidades en las que predominan los sectores de clase media —como Mar del Plata, La Plata y Bahía Blanca— y el mal resultado en las ciudades agrícolas y ganaderas del interior bonaerense la llevaron a obtener un porcentaje incluso menor al del candidato peronista derrotado hace dos años, Aníbal Fernández. El deterioro es aún más evidente si la comparación se hace contra su propia trayectoria. El 34,1% de los votos cosechado el domingo representa una caída pronunciada si se lo compara con el 56,4% que había obtenido en las presidenciales de 2011 en la provincia de Buenos Aires. De todos modos, si bien ese descenso y los pobres resultados del kirchnerismo en el resto del país —perdió, incluso, en Santa Cruz, la provincia que el kirchnerismo gobierna desde 1991— debilitan sus posibilidades para volver a la Casa Rosada en 2019, la expresidenta aún conserva un caudal propio suficiente como para mantenerse en el escenario político. Esa presencia conspira contra la irrupción de nuevos liderazgos dentro del peronismo. Más aún si se tiene en cuenta que gobernadores peronistas que pretendían erigirse como la contracara del kirchnerismo sufrieron duras derrotas en sus provincias. Son los casos de Juan Schiaretti, en Córdoba, y Gustavo Bordet, en Entre Ríos. A eso se suman los malos resultados de Sergio Massa y Florencio Randazzo en la provincia de Buenos Aires, que también los hace perder terreno en la carrera para liderar una renovación dentro del peronismo. "Cristina Kirchner no hizo una gran elección, pero tampoco hubo un ganador peronista claro a nivel provincial. Se da la paradoja de un partido que sigue teniendo muchos votos, pero en el que todos los aspirantes a liderarlo parecieran haber quedado mal parados. Ese escenario no es malo para el gobierno", dijo Burdman. Luego de dos semanas en las que el Banco Central debió vender 1.800 millones de dólares para contener la suba de la divisa, ayer cayó 2%. Además, la Bolsa de Buenos Aires trepó más del 3% y el riesgo país se derrumbó un 6%. Esa caída en el costo del financiamiento es clave para la estrategia del gobierno de Macri de apelar al endeudamiento externo como vía para evitar un ajuste fiscal más severo. Algunas de las incertidumbres que asomaban sobre Argentina fueron despejadas con la elección del domingo. El voto castigo masivo al gobierno que auguraban algunos sectores de la oposición no se concretó. Pero, hacia adelante, más que nunca la atención de las elecciones del 22 de octubre se concentrará en la provincia de Buenos Aires. "El gobierno necesita seguir atrayendo los votos de Massa (15,5%), como lo hizo en el último tramo de la campaña de las primarias. No queda tan claro qué sucederá con los votos de Randazzo (5,9%), que podrían ir en parte a Cristina Kirchner. Además, varias de las fuerzas que quedaron fuera de competencia son de izquierda, y la expresidenta podría hacer una apelación anti Macri entre esos votantes. Será una elección con final abierto. Pero, más allá de Buenos Aires, el gobierno hizo una muy buena elección en todo el país y con solo mantener ese caudal en octubre, tendrá una consolidación política muy importante", señaló Fara. ¿Se equivocaron las encuestas de intención de voto para las PASO del domingo en Argentina? Por lo pronto no anticiparon el resultado que se dio en el principal teatro electoral argentino, la provincia de Buenos Aires. El domingo hubo prácticamente un empate entre Cambiemos, de Mauricio Macri, y Unidad Ciudadana, de Cristina Kirchner, cuando la mayoría de las encuestas anticipaban una victoria más o menos clara de la expresidenta. Cristina obtuvo el 34% de los votos, dentro del margen que le otorgaban las encuestas, que sin embargo no previeron que Esteban Bullrich, de Cambiemos, llegaría a pasar ese nivel de voto. "Es un triunfo para Cambiemos", apuntó el analista Jorge Arias, de la consultora Polilat, al destacar que el oficialismo logró contradecir todas las encuestas, que ponían a Fernández por delante de Bullrich. Donde sí acertaron las encuestas, fue en anticipar el triunfo claro de Cambiemos a nivel nacional, desplazando incluso al peronismo en provincias donde históricamente ganaba. "El viejo statu quo peronista fue arrasado en casi todo el país". Con esas palabras, el columnista político argentino Joaquín Morales Solá graficó en el diario La Nación los resultados del domingo. "Mauricio Macri se recibió anoche (por el domingo) de político exitoso, porque él comprendió, en medio de la ruina nacional que heredó, el estado real de la sociedad argentina. O influyó para que la gente común comprendiera que el atajo populista es un camino que conduce a la nada", aseguró. "¿Es Macri el que lideró ese cambio? ¿O es la sociedad la que está impulsando el cambio de Macri? El mérito de Macri reside en que fue él quien advirtió la enorme fatiga de la sociedad argentina después de 25 años de gobiernos peronistas, que recurrieron al derroche de casi todas las reservas del país, terminaron con cualquier noción de institucionalidad y culminaron la faena con dos fracasos consecutivos. Uno en nombre de la derecha y otro en nombre de la izquierda. Menem y los Kirchner", agregó. GUSTAVO STOK VIDEOGUSTAVO STOK