Estamos en plena Semana Santa. Lapso que tradicionalmente mueve a los uruguayos hacia el turismo y que lamentablemente no configura solo alegrías sino que suele incentivar los accidentes de tránsito aun a pesar de los esfuerzos de organismos como la Policía Caminera para mitigar la ferocidad de la circulación carretera.
Estamos a 400 años de la muerte de William Shakespeare. Acelerada según dicen, por un festejo de cierto día de 1616, de profusa libación con sus amigos Drayton y Jonson. Algo que, justo es indicarlo, descansa sobre un único testimonio. Como es lógico, el Bardo y sus obras están ahora en primer plano de atención al registrarse formalmente estos cuatro siglos.
Un día de febrero el suscrito circulaba en auto por la calle Garibaldi, hasta que quedó bloqueado por el tránsito en el cruce con Gral. Urquiza. Había habido un accidente e inspectores de tránsito pretendían encaminar la circulación al margen de lo que señalaran los semáforos. En determinado momento, quedé en medio del cruce, avanzando con luces encendidas y lentamente, mientras el semáforo se encendía en rojo. A falta de otras indicaciones, seguí despacio, aunque sorprendido por los gritos de tono desencajado de los inspectores que me instaban a respetar el semáforo. Simultáneamente una señora con una niña encaramada peligrosamente sobre el tanque de nafta de su “scooter” me increpaba con el beneplácito del cuerpo inspectivo que no reparó en la forma irregular de la conducción de la dama quien vociferaba: “¡De mi hija me ocupo yo!”
Hace pocos días, una osa rumana, nacida circunstancialmente en Uruguay, quedó en el centro de una polémica un tanto complicada. Por un lado se ubicaron los que querían mantener a la osa de nombre Eva, en el zoológico de Salto. Por otro, los que creyeron que viviría mejor en un santuario para animales salvajes del Estado de Colorado, EE.UU. El asunto no se simplifica si, por ejemplo, se tienen en cuenta opiniones adicionales. Como la de un calificado experto en fauna que dijo: “El traslado de un lugar con clima diferente al de Salto como es Colorado, con veranos calurosos y con inviernos que llegan a temperaturas bajo cero, puede ser perjudicial”.
Hace pocas décadas, era preocupación central de la humanidad, el cómo manejarse frente a los jóvenes de su tiempo. Cómo encarar un futuro saturado de una muchachada desafiante y ansiosa de afirmar su lugar en la sociedad del futuro cercano.
Es cierto que el país está hoy gobernado por el Frente Amplio. Pero el asunto termina allí, ya que la fuerza partidaria más importante del Uruguay actual es el Partido Nacional.
Hace pocos días la Policía de Ciudad de la Costa logró un éxito inusual: desbarató a la casi famosa “banda de la máscara”. Una pandilla de veinteañeros que, enmascarados, cometían rapiñas a peatones y comercios de la zona de El Pinar y Lagomar.
Ante los ojos de un uruguayo anclado en París por varios días luego de los cruentos ataques de terroristas islámicos, se abre un escenario tan inquietante como multifacético. Cuesta creer que la capital francesa, aunque no haya perdido sus encantos sea ahora un sitio donde la gente evita aglomeraciones, las tiendas exigen ver qué hay dentro de la cartera de sus clientes, las terrazas de los cafés exhiben escasos comensales y las guardias policiales y militares transitan ubicuas, con ametralladoras y perros ovejeros alemanes curiosamente calzados con zapatitos protectores.
Con “Día de los Museos” y “Museos en la Noche” como polos de atracción museística durante el año corriente, vemos que los 231 museos existentes en Uruguay (65% del Estado, 30% privados y 5% de administración mixta) van cambiando sus enfoques más y más.
Las vías de tránsito de estas latitudes pueden deparar sorpresas. Por ejemplo, recientemente un automovilista uruguayo si bien salvó su vida, destruyó totalmente su auto cuando impactó contra un enorme jabalí salvaje que se cruzó en su camino.