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El FMI hace recomendaciones para reducir la dolarización de la economía uruguaya

Un documento del organismo analizó causas y medidas a implementar; además de depósitos y créditos, en Uruguay se ve en que varios precios se fijan en dólares como los electrodomésticos.

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Personas de compras en tienda de electrodomésticos, televisores
Personas de compras en tienda de electrodomésticos.
Foto: Leonardo Mainé

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Redacción El País
Uruguay tiene uno de los niveles más altos de dolarización financiera entre las economías del hemisferio occidental, tanto para depósitos como para préstamos, planteó el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el documento “Impulsores de la dolarización financiera y el papel de las políticas prudenciales”, que forma parte de la revisión por artículo IV a la que se sometió el país.

El informe señaló que “la amplia aceptación del dólar en la economía uruguaya se remonta a la década de 1960 cuando los depósitos en dólares comenzaron a introducirse como una reserva de valor más segura. Como en otros países de la región, la dolarización fue provocada por períodos de alta inflación y depreciación de la moneda, erosionando la confianza y la demanda en la moneda local. En Uruguay, la dolarización financiera alcanzó su punto máximo después de la crisis de 2002, cuando se abandonó el sistema de banda de flotación cambiaria y se depreció el peso uruguayo. A pesar de lograr una inflación algo menor y más estable desde entonces, (...) Uruguay aún exhibe un alto nivel de dolarización tanto en depósitos como en préstamos, uno de los más altos de América Latina”.

Explicó que “alrededor del 75% de los depósitos totales en el sistema bancario están en dólares, predominantemente en manos de los hogares” y que “la dolarización de precios prevalece en la economía, y el mercado de la vivienda y los bienes duraderos se cotizan principalmente en dólares. El precio de inmuebles, electrodomésticos, joyas, ganado y otros artículos de alto valor muestran un grado significativo de dolarización”.

A esto se suma que “aproximadamente el 50% de la deuda de mercado del gobierno central está denominada en moneda extranjera y más del 75% de la deuda corporativa está denominada en dólares. Además, se estima que alrededor del 25% de los préstamos en dólares no tienen cobertura (dada la falta de datos sobre la composición monetaria de los ingresos de las empresas, estos se estiman como la proporción de préstamos en divisas otorgados a empresas del sector no transable)”, indicó el FMI.

El organismo evaluó el impacto de las variables explicativas sobre los niveles de dolarización en Uruguay y “los resultados muestran que el tipo de cambio, el desarrollo financiero y la apertura comercial tienen las contribuciones más significativas”.

Según el documento “el fenómeno de la dolarización puede atribuirse a una convergencia de elementos estructurales, condiciones macroeconómicas y regulaciones prudenciales. El análisis del staff (del FMI) sugiere que los factores estructurales y los indicadores macroeconómicos, como la volatilidad del tipo de cambio y el nivel de desarrollo financiero, tienen un mayor impacto en el grado de dolarización”.

El Fondo analizó también por qué es negativa la alta dolarización (ver aparte).

Recomendaciones

El organismo hizo varias sugerencias al gobierno uruguayo para reducir la dolarización.

“Los resultados respaldan que una estrategia integral de desdolarización debe incorporar herramientas de política destinadas a mejorar el marco de política monetaria, reducir la inflación de manera sostenida y ajustar las regulaciones prudenciales. Esta estrategia debe diseñarse para abordar la interacción de los factores contribuyentes y trabajar hacia el objetivo común de reducir la dolarización en el país”, recomendó.

A su vez, sugirió que “recalibrar las políticas prudenciales y fortalecer el marco de política monetaria también contribuiría a desdolarizar la economía. Un aumento de un punto porcentual en el diferencial de encaje legal (porcentaje de los depósitos que los bancos deben inmovilizar en el Banco Central y no pueden destinar a crédito) entre los depósitos en moneda local y en dólares podría resultar en una reducción de aproximadamente 0,8 puntos porcentuales en la participación de los depósitos en moneda extranjera y 0,5 puntos porcentuales en la participación del crédito en moneda extranjera”.

“Además, existe evidencia que respalda un impacto positivo del uso de la tasa de interés de corto plazo como instrumento de política monetaria”, agregó.

El Fondo aconsejó al gobierno que “un enfoque integral de la desdolarización requiere la coordinación entre las políticas de corto y largo plazo”.

En ese sentido, apuntó que “un plan de desdolarización debe abarcar políticas destinadas a mejorar los factores estructurales, mantener la estabilidad macroeconómica y mejorar las condiciones económicas, como una flexibilidad cambiaria sostenida, especialmente en períodos de apreciación del tipo de cambio. Un marco de política monetaria fortalecido y la implementación de políticas prudenciales, como el encaje legal diferenciado por moneda analizado, también son cruciales para el éxito de un plan de desdolarización”.

El organismo también puntualizó que “un análisis más detallado de los efectos de otras medidas prudenciales sobre el alcance de la dolarización de precios está más allá del alcance de este documento”.

“No obstante, la regulación prudencial diseñada para reducir la exposición del sistema a los deudores que no han cubierto su riesgo o salvaguardado los depósitos de divisas debe estar dirigida a lograr un objetivo común”, concluyó.

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Los efectos que genera

El FMI indicó que en Uruguay “la dolarización afecta los canales de transmisión de la política monetaria, plantea riesgos para la estabilidad financiera y podría fortalecer el canal de transmisión del tipo de cambio a los precios internos”.

A su vez, el hecho de que “una parte importante de los préstamos y depósitos del sistema bancario están denominados en dólares y sus tasas de interés están vinculadas a las tasas de interés internacionales y no a las tasas internas, restringe mecánicamente el efecto de la tasa de política monetaria sobre la actividad económica.

Así se crea un ciclo de retroalimentación negativa en el que episodios de inflación alta e inestable conducen a altos niveles de dolarización y, al mismo tiempo, altos niveles de dolarización dificultan la capacidad de control. inflación”.

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