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Los cuatro shocks seguidos que van a dejar “cicatrices importantes” en América Latina

“Uruguay destaca por lo positivo en América Latina”, dijo a El País el doctor en Economía y jefe para Latam en el banco español BBVA.

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El economista jefe para América Latina en el banco español BBVA, Juan Ruiz
El economista jefe para América Latina en el banco español BBVA, Juan Ruiz.
Foto: Francisco Flores

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Por Fabián Tiscornia
El economista jefe para América Latina en el banco español BBVA, Juan Ruiz, estuvo en Uruguay semanas atrás manteniendo diversas reuniones. Es doctor en Economía por Boston University y licenciado en Economía por la Universidad Católica del Perú. En entrevista con El País sostuvo que esta no será una década perdida para América Latina, pero “es un bache en el desarrollo económico de la región”, ya que por ejemplo el PIB per cápita que tenía la región en 2014, recién se recuperará en 2026 o 2027. Evalúa que Uruguay “destaca por lo positivo” en Latinoamérica, si bien tiene sus propios problemas que enfrentar y debates que está dando ahora mismo. Lo que sigue es un resumen de la entrevista.

-¿Cómo evalúa el escenario económico actual?

-Diría que hay tres elementos que condicionaron el 2022 a nivel global. Uno obviamente es la guerra en Ucrania, dos es la suba de tasas de interés para combatir la inflación en países desarrollados y tres es el cierre de China por casos de covid-19. De esos tres, creo que ya nos podemos olvidar del cierre de China. Vamos a tener una apertura probablemente un poquito más rápida de lo que anticipábamos, pero nos quedan esos dos elementos que decía al principio.

-¿Qué puede implicar este escenario para el dólar a nivel global?

-Esto es un mundo de diferenciales de la tasa de interés en Estados Unidos frente a las tasas de interés que decidan tener los restantes países. En América Latina una de las noticias positivas que hemos tenido es que los bancos centrales han estado dispuestos a pagar el sacrificio de aumentar los tipos de interés más rápido y más alto que en otras oportunidades, y eso ha significado un sostén para los tipos de cambio en la región. En eso Uruguay no ha sido la excepción, al contrario, Uruguay probablemente ha sido de los que más incluso ha apreciado su moneda dentro de la región. Entonces, todo depende si los bancos centrales están dispuestos a acompañar a la Reserva Federal en las subidas adicionales o no. Lo que sí estamos empezando a ver es que, en la medida en que esos bancos centrales en América Latina decidieron aumentar antes y más rápido que en otras oportunidades, también ya están empezando a decidir si detienen esa subida. Y depende mucho de esas condiciones locales de inflación en algunos países, por ejemplo, en Brasil ya han detenido el proceso de subidas, en Chile también, en Perú también. Estamos en ese proceso de detener las subidas y claro, ahora toca ver en qué medida los mercados van a ser muy reactivos a que ese diferencial de tasas entre Estados Unidos y la región se reduzca un poquito, quite un poquito de ese atractivo para el carry trade en la región y se pueda reflejar un poco en los tipos de cambio. Creo que va a predominar un poco más las condiciones locales en algunos países, de ruido político, como lo estamos viendo por ejemplo, en Perú. Probablemente tengan un impacto un poquito mayor, que lo que puede ser ese ese puro diferencial de tipos de interés entre el banco central local y la Reserva Federal.

-Con el impacto económico de la pandemia de covid-19 más el de la inflación a nivel global alta como no se veía desde hacía 40 años, ¿cree que puede ser otra década perdida para América Latina?

-No es como la década pérdida de los 80, donde realmente la vulnerabilidad de la región era extrema: estábamos altamente endeudados en moneda extranjera, con unos marcos de política macroeconómica que no eran para nada robustos, no teníamos independencia de los bancos centrales, no teníamos unas reglas fiscales que pusieran un poco de coto a esos desequilibrios fiscales. Entonces no es esa América Latina tan vulnerable. Afortunadamente, no se puede generalizar, pero la mayor parte de países tienen bancos centrales independientes, tipos de cambio flexibles que actúan como amortiguador de esos shocks externos, políticas fiscales que en su gran mayoría son prudentes incluso con reglas fiscales que acotan un poco hasta dónde se puede llegar, los sistemas bancarios están muy sanos y esto en gran medida también porque la regulación y la supervisión asegura que no hayan excesos. Es otra América Latina. Dicho eso, hay que reconocer que América Latina está en este momento, sufriendo las consecuencias del cuarto shock que ha experimentado la región en los últimos ocho años. El primer shock fue cuando se detuvo el aumento de precios de las materias primas por 2014-2015, el segundo shock fue el covid en 2020 -hay que recordar que la región fue de las más afectadas con 25% de las muertes en el mundo-, el tercer shock fue la guerra en Ucrania que afectó al precio de commodities o de algunos insumos muy esenciales, como podían ser fertilizantes -si bien hubo un efecto precio positivo en algunos países- y ahora tenemos el cuarto shock, que es esta mayor restrictividad de las condiciones financieras internacionales.

-¿Qué puede pasar entonces?

-Son cuatro shocks seguidos y a la región le va a costar un tiempo recuperarse. Si uno mira la evolución del Producto Interno Bruto per cápita en América Latina, alcanza un pico en el 2014-2015. Cuando se suman todos estos shocks, tomando las previsiones del Fondo Monetario Internacional, no regresas al nivel de PIB per cápita que tenías en 2014-2015 hasta el 2026-2027. Entonces va a ser un bache de 12 años para recuperar esos niveles de PIB per cápita y esto es el promedio de la región. A su vez, todos los avances que habíamos tenido en reducir las tasas de pobreza o índices de desigualdad, también han retrocedido siete u ocho años. Son cuatro shocks que dejan cicatrices importantes en la región. No me gustaría hablar de década perdida porque uno normalmente lo asocia con lo que pasó en los 80 y no es así: no vamos a tener una crisis bancaria, no vamos a tener una crisis financiera, no vamos a tener una crisis cambiaria. Pero, es un bache en el proceso de desarrollo económico de la región.

-En Uruguay mantuvo reuniones con integrantes del Banco Central, del Ministerio de Economía y Finanzas, de otros organismos y también actores privados, ¿qué impresión se lleva de la situación de Uruguay?

-Cuando pones a Uruguay en el contexto regional, Uruguay destaca por lo positivo. Basta ver la situación en otros países en la región y cada uno con sus problemas como ruido político o incertidumbre porque están muy cerca de unas elecciones generales o porque se ven afectado por movimientos sociales o porque tienen ese riesgo fiscal. Uruguay no tiene eso, Uruguay tiene sus propios problemas, que tiene que enfrentar y tiene debates importantes ahora mismo, pero no veo en Uruguay una situación en la cual se vean alertas rojas significativas. El país tiene una política monetaria independiente, que es cierto que tiene retos porque hay unos niveles de inflación que están por encima del rango meta del Banco Central pero la inflación está disminuyendo y está yendo en la dirección adecuada. La política fiscal está llevando a cabo una consolidación que es necesaria después de lo que fue el apoyo fiscal, también necesario, durante el covid. Hay un esfuerzo por llevar a cabo unas cuantas reformas, que abren un debate que es necesario en un país como Uruguay. En cuentas externas no se ven vulnerabilidades, si bien es cierto que va a haber un shock importante por el efecto de la sequía sobre las exportaciones agrícolas, pero no va a genera un riesgo de un desequilibrio externo excesivo. Entonces, es una situación económica que tiene sus retos y gustaría que crezca más que el 2% que es más o menos el crecimiento potencial de Uruguay, pero esa es la discusión sobre la reformas estructurales que hay que implementar.

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Condiciones financieras más díficiles para región

-Históricamente América Latina no la pasó bien en ciclos de tasas de interés internacionales altas, ¿cómo será está vez? ¿La región está más preparada?

-Efectivamente unas condiciones financieras más restrictivas por parte de la Fed se traducen en unas condiciones financieras globales más restrictivas para la región y eso va a ser uno de los elementos que va a lastrar el crecimiento en América Latina. El año pasado, como promedio, la región creció cerca del 4%. Eso en buena parte es por el proceso de reapertura de las economías y del rebote de lo que fueron las caídas durante el covid-19, pero lo que anticipamos para 2023 es una tasa de crecimiento bastante más modesta, de alrededor de 1,8%. Dentro de eso están esas condiciones financieras mucho más restrictivas que también te desaceleran el crecimiento global y tienen algún impacto negativo sobre precios de commodities y que en conjunto terminan afectando ese entorno externo para la región. Entonces, sin duda va a tener un efecto de lastre sobre la actividad económica, que se junta también al efecto de lastre que tiene esa subida de tipos de interés local por parte de los bancos centrales de la región.

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