BELLA UNION | LEONEL GARCIA
Miguel Angel Trindade tiene 52 años aunque parece de 70. La única vez que viajó a Montevideo fue por un problema de columna y estuvo internado en un hospital del que no recuerda el nombre. La causa de su lesión fueron los 25 años de trabajo como cortador de caña que comenzaron cuando era casi un niño, a sus 13.
Su vida no ha sido muy diferente de los casi treinta "peludos" que ocuparon hace una semana un predio de 36 hectáreas en Colonia España, 12 kilómetros al sur de Bella Unión, quienes aseguran que siguen las reivindicaciones históricas de la UTAA, creada en 1961 al influjo de Raúl Sendic quien terminaría transformándose en el máximo líder de los Tupamaros: tierras para trabajar y mejores condiciones laborales. Su objetivo es obtener terrenos para formar cooperativas de asalariados rurales.
Miembros de otros gremios afines, el Sindicato de Obreros de Calnu Artigas (SOCA) y la Asociación de Pequeños Agricultores y Asalariados Rurales de Bella Unión (Apaarbu) acompañan esta medida que, dicen sus portavoces, busca paliar la crítica situación de desempleo y hambre de unas 1.500 familias en total.
Utilizando como soporte un invernadero, los ocupantes levantaron una toldería con plástico y nylon de unos 45 metros cuadrados. Dentro de ella se acomodan bolsos, mates, lámparas a kerosén, una guitarra y una multitud de mates. Una mesa grande gobierna el lugar. Fuera de este improvisado rancho, se dispersan unas pocas carpas.
Mientras el proceso judicial por la ocupación y la utilización de la tierra se desarrolla —seguramente esta semana los ocupantes del establecimiento sigan desfilando por el juzgado de Bella Unión para declarar en la causa que sigue la jueza Alejandra Casullo— ellos continúan trabajando.
Un tractor desvencijado se encarga de preparar la tierra para la siembra otoñal. Cavaron una letrina para que hiciera las veces de inodoro, que se complementa con un canal de riego a modo de bañera. "Es por eso que no queremos que la gurisada nuestra se quede acá a dormir, no hay comodidades", asegura Jorge Rodas de UTAA y militante del Movimiento 26 de Marzo, uno de los portavoces.
Las normas del campamento se rigen en base a siete mandamientos escritos en un pizarrón: "la asamblea interna manda, los visitantes tendrán una zona específica, no pueden hacer declaraciones, se llevará una lista de todos los presentes, no tocar instalaciones, evitar entrar y salir del campamento, no ingresar alcohol ni drogas".
Entre asambleas, visitas y pasadas de tractor los ocupantes pasan los días. Muchos de ellos no han visto a sus familias ni han tenido novedades de ellos desde que comenzó la ocupación en la madrugada del domingo 15. Tal es el caso de Juan, de 33 años de edad y 22 de peludo, que tiene a sus seis hijos esperándolo en barrio Las Piedras, donde está la sede de UTAA. "Yo hago esto por ellos, para que en un futuro puedan tener una tierra para trabajar, que puedan ser parte de una cooperativa de trabajadores", explica.
SER PELUDO. "Tengo la columna hecha una S", cuenta Trindade al País y reconoce que tampoco puede recordar bien cuál fue el diagnóstico médico que le hicieron. Le duele cuando se agacha y le cuesta caminar; es que también tiene lesionados los talones. "Yuyo", como lo apodan, vive en Campodónico, donde nació y transcurrió casi toda su vida. Hoy arrienda unas dos hectáreas en esa zona entre Bella Unión y Colonia España donde planta tomates y morrones. No extraña su época de "peludo", tarea que denomina como "difícil, pesada, sucia y donde se pasa frío".
Antes que la espalda le dijera basta, "Yuyo" llegó a cortar trece toneladas de caña de azúcar diaria en jornadas que llegaban a durar 14 horas. No estaba solo en esa tarea, lo acompañaban cientos de colegas que iban desde adolescentes hasta ancianos de 70 años. "Empezaba a las dos de la mañana en la zafra. Me ponía abrigo, un par de championes y arrancaba. Al poco tiempo ya estaba sudando".
La zafra de la caña de azúcar es en invierno, ya que ésta comienza a madurar con las primeras heladas. El completo proceso de maduración es lo que determina la duración de las mismas. En los buenos tiempos, han llegado a abarcar más de seis meses, pero las últimas no superan los dos o tres.
"Yuyo" pasó un cuarto de siglo embadurnado de carbón y melaza de caña. "Dicen que es malo para la salud". Tiene 52 años, pero si dijera 70 nadie se asombraría. Es muy amable pero muy parco, su tono de voz es poco audible y no mira siempre a su interlocutor a los ojos. Esto es una constante en todos sus colegas. Solo que Trindade nunca estuvo afiliado a la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA). "Los respeto pero a mí no me gusta el lío. Además, reclaman y reclaman y no consiguen nada".
Trindade vive con uno de sus seis hijos. Su anterior trabajo como peludo y su actual como pequeño productor le permiten solo vivir con lo justo. La humildad se trasluce en sus modos y en su vestir. "Me hubiera gustado dejarle algo a mis hijos. Pero me voy a contentar con no dejarles deudas".
No vio nunca el mar y de Montevideo solo el hospital del cual no recuerda el nombre. Su conocimiento del mundo se limita a Salto o algún arrozal brasileño fuera de la zafra de caña. El resto se lo aporta una televisión que apenas ve y una radio. Asegura estar aquerenciado con el lugar que lo vio nacer más allá de todos los pesares. Pero si se le pregunta sobre un sitio que desearía conocer, responde: Estados Unidos. "Dicen que es todo lindo, todo bueno, que se gana buen sueldo. Debe ser cierto".
CARACTERIZACION. El término "peludo" comenzó teniendo connotaciones peyorativas en Bella Unión. Con ese nombre se denominan a los cortadores de caña por trabajar continuamente encorvados y ennegrecidos por el carbón y la melaza de caña durante el proceso de quema para facilitar su corte. De lejos, estos trabajadores se parecen al animal del mismo nombre, pariente mayor de la mulita.
Pero hoy los "peludos" llevan con orgullo el mote. Es más, aclaran que los "cañeros" son los productores y no los cortadores de caña.
"Peludo" forma parte de un glosario local que incluye "tablón", un área de aproximadamente diez mil metros cuadrados donde se distribuyen las "luchas", un total de cinco surcos donde cada trabajador corta la caña durante la zafra. Esta caña cortada es amontonada en "monos", de entre 50 y 80 kilos de peso. El "sanchocho", un guiso recocido de carne, zapallo y fideos, es un menú predominante durante las zafras.
Pero "peludo" también es sinónimo de un trabajo excesivamente duro, sucio, mal remunerado y en permanente contacto con el sol, el frío, el carbón, la melaza de la caña que endurece la ropa hasta convertirla en una nueva fuente de tortura, las víboras y —últimamente— los agrotóxicos en las plantaciones de la zona, no necesariamente vinculadas a las cañas de azúcar.
Apoyos e indiferencias
En columnas de alumbrado y paradas de ómnibus de la Avenida Giannatassio se pueden leer graffitis apoyando la ocupación del predio de Bella Unión por parte de los "peludos". Esto ocurre a más de 600 kilómetros al sur del terreno de Colonia España.
En Montevideo la central sindical apoya la movilización, aunque aclaró que no la promovió, y apadrinó a los representantes del movimiento en las reuniones que mantuvieron en la capital.
Pero en Bella Unión, una ciudad tomada hace 15 años como ejemplo de progreso y que hoy parece haberse contagiado del clima plomizo, la realidad es otra. Basta caminar por sus calles para darse cuenta que la medida no caló hondo en la población local. No se ven carteles ni manifestaciones espontáneas de apoyo.
Los lugareños comentan el tema sólo por la novelería de tener en su ciudad una presencia constante en diarios y noticieros.
Lo mismo pasó hace ya varios meses por una razón todavía más dolorosa: la mortalidad infantil del barrio Las Láminas, el más pobre de Bella Unión, 2003 llegó a superar el 55.1 por mil.
Caída de laproducción
"En Bella Unión antes había unas 10 mil hectáreas de caña en las que trabajaban 1.200 o 1.300 cortadores, y la zafra podía durar hasta siete meses. Además, había gente que trabajaba la tierra durante todo el año. Hoy la zafra no dura más de dos meses, no consiguen trabajo más de 800 personas, y las hectáreas utilizadas no superan las tres mil", dijo a El País Carlos Píriz, presidente del Sindicato de Obreros de Calnu Artigas (SOCA), uno de los gremios que adhieren a la ocupación del terreno en Colonia España. Aproximadamente en 1992, agrega, "comenzó el deterioro de la industria azucarera". Y con él, el declive de Bella Unión y sus pobladores.