Marítimas
El extracto de carne y sopas Oxo y el corned beef fueron el éxito mundial de esta empresa.
Esta es una hermosa y a la vez espectacular fotografía tomada aproximadamente en el año 1865 del puerto de Fray Bentos donde aparecen un barco, muelles y algunas de las principales instalaciones del famoso establecimiento industrial Liebig (Lemco) que alcanzó renombre y celebridad mundial, hoy declarado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad al Paisaje Cultural e Industrial de Fray Bentos. Químicos, físicos, académicos y geniales mecánicos de mediados del siglo XIX, se buscaron y se encontraron.
Hablaron de sus conocimientos, de sus inventos, de sus experimentos, de cómo crear una de las industrias alimenticias más grandes del mundo, todos ellos de alto nivel social y deseosos de escapar de los rígidos ámbitos académicos de discusiones para transformar sus descubrimientos en hechos de laboratorio o en la fábrica. Se unieron alemanes, ingleses, belgas, franceses, y dieron rienda suelta a su sueño. En esa coincidencia fundaron la Lemco después de haber procesado en el Uruguay el más exquisito y excelente extracto de carne que pasó de ser un producto farmacéutico a convertirse en en el más renombrado alimento, para lo cual emplearon una nueva ingeniería con máquinas revolucionarias.
Se dice que Liebig desarrolló la química en la agricultura y la ganadería, un verdadero genio. Nosotros ya hemos escrito de este tema por lo que volvimos a nuestros viejos apuntes y a datos tomados del libro concreto y especializado sobre esta historia que escribió la Dra. Lucía Lewowiczs, luego de recorrer museos y bibliotecas de Europa, y editado por el INAC hace dos años. Autorizados por la autora es que publicamos la foto de Fray Bentos y otros datos.
Comienzo.
El 20 de octubre de 1862, Georg Christian Giebert, ingeniero civil y banquero que ya estaba en Fray Bentos, se reunió en Munich en el laboratorio con los barones Justus von Liebig y Max von Pettenkofer, dos formales caballeros científicos de los ámbitos académicos, entusiasmados con los resultados de las cuatro primeras muestras del extracto de carne con materia prima uruguaya que Giebert había procesado en Fray Bentos en un humilde habitáculo al lado de un famoso saladero. Y es seguro que aquí, tras analizar y probar el extracto de carne uruguayo y contar con un puerto de ultramar, surgió la gran idea de seguir avanzando a toda máquina en Fray Bentos y se comenzaron a recibir capitales para adquirir en Río Negro por lo menos campos y ganado. Este encuentro en Munich fue, digamos, el origen del coloso Lemco.
Entre los tres idearon y diseñaron cada uno sus equipos técnicos para los procesos químicos de sus productos que fueron varios, y Giebert, un hombre joven, creativo, con empuje, inventó sus máquinas y las mandó construir en Berlín y Westfalia. Lo veo a Giebert como un genio muy hábil, capaz para interpretar y crear las máquinas científicas que les pedían los químicos.
El ingeniero Giebert impuso la condición de supervisar personalmente la construcción de sus máquinas lo que fue recibido con beneplácito.
La maquinaria estuvo lista tras un proceso de seis meses de trabajo y fue enviada a Fray Bentos utilizando nada más ni nada menos que una cantidad de 11 buques. Eran realmente máquinas científicas diseñadas por químicos, físicos y biólogos de altísimo nivel científico. Por lo que hemos leído, aquellos tiempos fueron los tiempos de la química y también de la telefonía, ya que en 1858 el cable submarino ya había unido varios continentes.
Por el libro nos enteramos que el corned beef ya existía en 1828 y varias empresas lo vendían en Europa en envases de vidrio y de hojalata, pero preferían el extracto de carne. También nos enteramos que la Lemco desde Fray Bentos negociaba, además del extracto de carne —que llegaba a todo el mundo inclusive la India— el corned beef, astas, sebo y cueros; lo más importante era que estaba produciendo fertilizantes en grandes cantidades con señalado éxito, que le dejaba mejores ingresos que el propio extracto de carne. Nuestra sorpresa fue enterarnos por el libro que Lemco también producía cubitos de sopa (oxo), cuya pasta enviaba a Amberes y allí los envasaban y distribuían al mundo compitiendo con otras dos marcas de sopas bien conocidas hoy en el supermercado y que parece que ya existían desde 1858.
La Lemco (Liebig Extracto of Meat Co) no fue ni alemana, ni inglesa, ni belga, ni francesa ni norteamericana, fue una empresa multinacional vista desde el punto de vista antropológico. En ella coexistieron distintas nacionalidades en diferentes puestos que se repartían las responsabilidades de la empresa. Los relatos son que en Fray Bentos jugaban juntos al fútbol, compartían las escuelas de sus hijos, el barrio, el hospital y el sistema jubilatorio, todo esto a cuenta de la Lemco. Pero su acción social directa en Fray Bentos era bien conocida porque habían dispuesto viviendas y comodidades para alojar a 1.500 funcionarios en un pueblo de dos mil habitantes por aquel entonces.
En la Lemco convivían 66 nacionalidades.
Comentario.
No sé si los uruguayos, y en particular los fraybentinos, reconocen que allí estuvo la primera multinacional de alimentos del mundo que produjo el extracto de carne y los cubitos de sopa Oxo, que por ese puerto salieron casi diariamente barcos cargados con los productos uruguayos durante años. Y que se produjo además astas, sebo, cueros, y de paso obligó a los saladeros uruguayos a ofrecer un mejor producto cárnico para poder competir en ese escenario.
Por último, la Lemco movilizó desde Fray Bentos una enorme cantidad de objetos y máquinas de avanzada; promovió estudios de sustancias, generó procesos científicos, aparatos, capitales; atrajo a banqueros, a científicos y empresarios de todo el mundo, y desde el puerto litoraleño se desarrolló en conjunción con Amberes una sofisticada logística cuyos productos globalizaron el mundo. Pero además de los productos industriales y tecnológicos que se globalizaron, se delimitó y fundó una de las cuencas cárnicas más grandes e importantes del mundo: la cuenca del Río de la Plata, Paraguay y el sur de Brasil.
Al ingeniero alemán Jorge Giebert en toda esta historia hay que verlo con la misma trascendencia y protagonismo que tuvo Hernandarias en el siglo XVI, cuando introdujo la ganadería en el Uruguay.