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Cuando las creencias afectan nuestra relación con el dinero

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Dinero

FINANZAS DE BOLSILLO

Preconceptos o supuestos pueden ser limitantes a la hora de ahorrar o invertir dinero.

Nuestra vida está basada en cómo vemos el mundo y cómo interpretamos las situaciones. Las creencias nos llevan a determinados comportamientos y decisiones en las distintas áreas, y el dinero no escapa a ello. Sobre estos aspectos nos referiremos en este Finanzas de Bolsillo

Margarita Charlone, coach empresarial y directora de la consultora Coaching del Talento, señaló a El País que “las sociedades y culturas tienen distintas formas de entender el dinero, y esos supuestos se transmiten de generación en generación. En Uruguay, hay un modelo del ser humilde, se oculta la prosperidad, que te vaya bien está asociado incluso a mala fama, o hay tabúes de que no se debe hablar de dinero”.

Las creencias que enumera Charlone son limitantes y llevan a que las personas se relacionen con la escasez y no con la abundancia, que sientan que no son merecedoras de grandes ingresos o, peor aún, que les cueste cobrar por sus trabajos.

Si bien existen ámbitos donde las creencias positivas sobre el dinero fluyen más (piénsese, por ejemplo, en las nuevas generaciones de emprendedores que), la mayoría sufre fuertes barreras internas (preconceptos o supuestos) que le impide el crecimiento financiero.

En otras palabras, si una persona vive con culpabilidad el dinero que recibió en herencia (o siente que no lo merece), difícilmente intente multiplicarlo; alguien que no recibió educación financiera y no sintió esa carencia, es probable que no le enseñe a sus hijos cómo ahorrar o invertir; una familia extremadamente austera puede no optar por no acceder a mejores instituciones educativas aun cuando consiga ingresos “extra”.

Algo a aclarar: hay que diferenciar las decisiones que se toman con plena conciencia y responsabilidad, de las que se adoptan influenciadas por creencias limitantes. En este caso, la gente tiende a repetir maneras de funcionar que les impiden ver alternativas (“siempre trabajé como administrativo, ahora no voy a cambiar de actividad”), o se sabotea a sí misma por falsas creencias (“Google se instaló en Uruguay, pero no va a contratar a nadie”). Bien es conocido que personas que ganan la lotería, a los pocos años no tienen nada. ¿Por qué pasa ésto, por qué creyeron quizás que ese dinero se cuidaba solo, por qué no averiguaron cómo cuidarlo? Esas respuestas están dentro de cada uno.

“Lo que nos dicen en la infancia, generalmente lo asumimos, no lo cuestionamos, y después ya tenemos hábitos adquiridos en relación al dinero”, explicó Charlone.

“Hay que derribar paradigmas nocivos, uno muy frecuente en nuestra cultura es que sobresalir es malo porque ser del montón es una manera de garantizarnos la pertenencia a un grupo. También está el miedo a fracasar, que nos condiciona, mientras que en otras sociedades -como la estadounidense- se asume con más naturalidad que los errores son parte del aprendizaje”, agregó.

Charlone contó el caso de uno de sus clientes que quería mudarse a una oficina “espectacular”, pero no lo hizo porque “no sé qué va a pensar la gente”, y dejó pasar así una oportunidad financiera que podría haber ayudado a crear fidelidad y confort en sus empleados, y seguramente a los clientes mismos también.

“Otra clienta que tuve, trataba de no perder en sus negocios, no apuntaba a ganar”, compartió.

Lo cierto es que el dinero no vale igual para todos, ni siquiera para cada uno en distintos momentos de la vida. Y cuanto más conscientes estemos de lo que representa, mejor uso lograremos de nuestras finanzas.

Economía emocional

Esta economía se basa en la premisa de que el dinero no es un hecho objetivo, sino que está vinculado a nuestras percepciones, experiencias y personalidad.

Hay una serie de tendencias que sirven de alerta en ese sentido. Entre ellas, se menciona la “aversión a los extremos”, que consiste en que, ante varias opciones, generalmente se tiende a elegir la opción del medio. Por ejemplo, al comprar una vivienda, es frecuente que la gente elija la de precio intermedio.

Esto ocurre porque la mente busca evitar los extremos, por lo que hay que analizar la lógica de esa tendencia, ya que puede hacernos perder oportunidades en los negocios.

Otra tendencia es la “aversión a la pérdida”, que significa que se suele negar situaciones de riesgo y se continúa con proyectos aún a sabiendas que no se tendrá un buen resultado. Por ejemplo, si alguien hizo un mal negocio pero invirtió en él 80% del total, generalmente decide completar el 100 %, aunque termine perjudicándose más.

“Aversión a los conflictos” es otra de las tendencias, y consiste en que aceptan situaciones que no conviene financieramente, con tal de evitar problemas de relación. Ser conscientes de esta tendencia, nos ayuda enfrentar mejor las decisiones financieras.

Vamos al “anclaje”, que es cuando la mente queda fijada en el último valor referencial, perdiendo la perspectiva general de una situación. Por ejemplo, la gente gasta más a fin de año porque queda ancladada en las ganancias del aguinaldo y olvida rápidamente que en los meses anteriores sufrió insuficiencia de ingresos.

Una tendencia muy extendida es el “efecto marco”, que nos lleva a valorar la información en función de su contexto, lo que afecta la toma de decisiones. El ejemplo clásico es que nos seduce más saber que un producto tiene 50% de descuento, que nos digan que vale $ 500.

Otra tendencia, quizás la más fuerte, es la “propensión al status quo”, que tiene que ver con querer mantener la situación en la que estamos tal cual está. Aquí rige el conocido “más vale malo conocido que bueno por conocer”, lo que puede ser acertado en muchas ocasiones, pero en otras un verdadero obstáculo.

Existen muchas barreras más, tantas como historias personales, pero propensión al status quo, aversión a la pérdida y a los conflictos son, de las mencionadas, las que más conviene identificar y analizar.

¿Somos conscientes que podemos mejorar nuestra forma de ahorrar o invertir?
Autoconocimiento y trabajar en las creencias
Billetera con dinero. Foto: Archivo El País

La gente está insatisfecha con el dinero porque no lo tiene, no le es suficiente, o lo pierde. Y esto no tiene que ver necesariamente con factores externos, sino internos. Hay que ver por qué pasan esas cosas, trabajar sobre uno mismo, preguntarse qué hay detrás de nuestra forma de relacionarnos con el dinero, qué hacemos o dejamos de hacer para conseguirlo, administrarlo o multiplicarlo”, respondió a El País la coach Margarita Charlone.

Según explica, es el autoconocimiento el que permite identificar la situación de cada uno y descubrir aquellos patrones que repetimos una y otra vez, actuando como limitantes a la hora de administrarnos.

“Si se busca un cambio, hay que trabajar el sistema de creencias de cada uno. Pero el cambio es solo para quien quiera transitarlo, para quien acepte ese camino”, reconoció.

Y ese camino se puede realizar en soledad, o con alguien de confianza para intercambiar ideas sobre cómo se puede manejar el dinero, a través de capacitación en finanzas personales, o recurriendo a especialistas, como psicólogos o coach empresariales. Eso último sería si se nota que actúan limitantes en ámbitos laborales que impiden avanzar. Todo dependerá de cada persona y situación.

Lo importante es detenerse a observar el sistema de creencias confrontarlo con la realidad y sobre todo procurar no desaprovechar oportunidades financieras, o dejar de buscarlas.

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