Está en todas partes, en todos los lugares, a la punta de la mano. En los celulares, en las computadoras, en los libros. También en las experiencias cotidianas. En la convivencia con otros. Aprender es un acto constante, una elección en una marea. Hoy se puede aprender en todos lados, todo el tiempo. Pero se precisan profesionales que ayuden a gestionar el potencial de conocimiento. Ese es el desafío, esa es la marea: cómo facilitar, gestionar y acompañar procesos de aprendizaje en un aula expandida. La carrera en Educación de la Universidad Católica del Uruguay (UCU) es una respuesta.
Ricardo Lema lo sabe. Forma parte de la UCU desde hace más de tres décadas. Es doctor en Ocio y Desarrollo Humano por la Universidad de Deusto (País Vasco, España) y licenciado en Comunicación por la UCU. Es también el decano de la Facultad de Derecho y Artes Liberales y profesor de la Universidad. En la siguiente entrevista, Lema detalla los matices de esta nueva licenciatura y la importancia de contar con un rol que funcione con y para la educación.
Esta formación asume un nuevo rol en el campo de la educación, ¿a quiénes va dirigida esta carrera?
Esta es una licenciatura que está dirigida a todas las personas que tienen una vocación, una sensibilidad hacia la educación. Y no sólo de las generaciones más jóvenes, sino también de adultos o personas mayores. Es una formación de educación aplicada, de docencia indirecta; que tiene que ver con el acompañamiento de procesos educativos, personales y grupales; que tiene que ver con diseñar ambientes, entornos y dispositivos para facilitar aprendizajes. Hoy no sólo incluye la presencialidad, sino también la mediación de la tecnología. Con un énfasis especial hacia lo que son las metodologías activas y, sobre todo, el aprendizaje lúdico.
¿Cuál es el valor de ese rol?
La fortaleza de este perfil es que tiene una mirada desde la trayectoria personal. No es tanto el rol de docencia directa (el maestro o el profesor de secundaria), centrado en lo que tenemos que enseñar, sino desde el proceso y la experiencia que vive quien aprende. Por eso se pone mucho el foco en acompañar procesos personales y grupales, en potenciar lo que hace la docencia directa, complementando con otros instrumentos y otras estrategias.

Tiene también una mirada fuerte desde la multidimensionalidad: de cómo el conjunto de la persona contribuye en los aprendizajes; de cómo incorpora la dimensión social, emocional, física y mental. Cuestiones que hacen a la convivencia, no está sólo centrado en lo cognitivo, es una mirada mucho más integral de la persona. Todo el contexto también interviene en las posibilidades de aprendizaje.
¿Qué habilidades debe tener un licenciado en Educación de la UCU?
Esta es una licenciatura en educación aplicada. Es un rol de educador para intervenir en diversos ámbitos, pero sobre todo es un rol versátil. El primer recurso es esa capacidad para adaptarse y para poder acompañar desde lo que está previsto, pero también lo que está imprevisto. La capacidad de poder liderar y animar grupos. La posibilidad de incorporar herramientas tecnológicas para dinamizar y facilitar ciertos procesos, e incluso, para diseñar dispositivos que contribuyan a facilitarlos. Un fuerte componente en cuanto a los lenguajes lúdicos y expresivos que, hoy en día, son una mediación importante en la enseñanza.
El plan de estudios tiene un gran fuerte en la innovación tecnológica: ¿Qué herramientas digitales adquieren los estudiantes y con qué propósito?
La tecnología es un componente más de la mediación entre el conocimiento y las personas. Los educadores tenemos que tener la capacidad de integrar la tecnología en la presencialidad, a través de estrategias que nos permiten dinamizar y desarrollar una enseñanza activa. Una experiencia que venimos integrando es la realidad aumentada para potenciar la enseñanza experiencial. Pero también incorporar estrategias remotas y asincrónicas mediadas por la tecnología, tendencias que tienen que ver con lo que sucede hoy en una educación más inmersiva.
¿Qué implica el componente lúdico?
Una buena parte de lo educativo pasa por diseñar experiencias de aprendizaje que nos predispongan a aprender de un modo lúdico, porque, en definitiva, es nuestra forma natural de aprender. Cuando nos predisponemos a actuar de un modo lúdico, somos curiosos, nos interesamos, investigamos, buscamos soluciones a los problemas que van más allá de la primera opción. Nos predispone también a ser más disruptivos. Es un buen componente de esta formación: va más allá de aprender jugando, o haciendo juegos, va más a nuestra potencialidad para aprender de forma creativa y significativa.

¿En qué áreas puede trabajar un licenciado en Educación de la UCU? ¿Cómo describirías la inserción de esta carrera en el contexto nacional de transformación?
Hay un primer ámbito educativo que es el escolar (primaria y secundaria), que es lo primero que se piensa cuando se habla de educación, y ahí hay varios roles que un licenciado en Educación puede desempeñar: ya sean roles de coordinación, de acompañamiento, en actividades extracurriculares y recreativas.
Pero también tiene que ver con la incorporación de otras metodologías a la enseñanza formal: colaborando con los docentes en diseñar otro tipo de dispositivos para mejorar la calidad de los aprendizajes.
Además, la educación se ha expandido más allá de la escuela. Las personas mayores están viviendo una etapa más de desarrollo, en la cual hay tareas educativas específicas. Y este perfil de educador, justamente, aprende a trabajar con todos esos segmentos de población, no sólo con niños, niñas y adolescentes. De hecho, algunas prácticas tienen que ver con experiencias de innovación educativa, asociadas a agentes públicos o privados, por ejemplo, Ceibal. O, también, prácticas en contextos especiales con personas mayores y personas privadas de libertad. No sólo se forma para trabajar con todas las edades, sino para trabajar con poblaciones de diferentes características.
¿Qué rol cumple lo lúdico en el aprendizaje de personas adultas?
Estamos formateados para actuar de un modo lúdico; tiene que ver con cierto componente disruptivo, creativo, curioso. De generar formas de pensar alternativas no lineales, de buscarle soluciones a problemas complejos. Probablemente desarrollamos formas complejas de comportamiento lúdico que no siempre las identificamos como juegos. Rayuela de Julio Cortázar no es un juego, pero, sin duda, es una experiencia de ludicidad muy importante.
Sabemos que la formación tiene un fuerte componente vivencial, ¿cómo se integran y articulan las metodologías en el día a día de los estudiantes desde el inicio de la carrera?
En la UCU, como marco general, desarrollamos carreras que están orientadas al desarrollo de competencias. En particular, esta es una carrera en Educación: se fundamenta en formas de entender lo que es aprender, lo que es enseñar; y somos coherentes con eso. Nuestros cursos, incluso hasta los teóricos, se dan con un componente experiencial muy fuerte; para poder experimentarlos a través de metodologías activas y complementarlos con una reflexión basada en el conocimiento científico.

¿Qué le aporta al estudiante la vivencia de las prácticas?
Se desarrollan competencias en todos los cursos, pero el lugar donde realmente uno puede ejercitar, afianzar y evidenciar esas competencias es en un contexto real de desempeño real, casi profesional. Cuando los estudiantes traen una actividad o un juego en clase y la ponen en práctica con sus compañeros, generalmente funciona porque el contexto es favorable para que todo funcione. Ahora, cuando tengo que llevar esta actividad a un grupo de adolescentes, que están resistentes a la intervención, en un contexto que no lo favorece, ahí es donde uno realmente demuestra que es competente. Esta es una carrera que tiene mucho que ver con trabajo en equipo, creo que eso es otra característica particular de este rol de educador. Estos roles de educación, muchas veces, implican trabajar en equipo para articular en forma multidisciplinaria.
Hay una propuesta que le llamamos shadowing, que es hacerle sombra a un educador, replicar todo lo que hace en lo cotidiano: participar en reuniones con profesores, en reuniones con familias, asistirlo en la realización de alguna actividad. Ya desde el segundo año viven esa experiencia del día a día.
¿De qué manera los convenios con instituciones y organismos públicos —como INISA, el INR y la IM— impactan directamente en las prácticas de los estudiantes?
Tenemos convenios a nivel público y también con organizaciones privadas. Por ejemplo, con Sacude, que es un complejo cogestionado entre la Intendencia y el barrio Casavalle. Trabajamos, justamente, en actividades con niños, con adolescentes y con las personas mayores. Lo que tiene de bueno Sacude es que tenemos todos los segmentos de poblaciones, en un contexto con necesidades también muy importantes.
Hay un componente de la formación profesional que tiene que ver con la cultura de las organizaciones, que es muy difícil poder transmitirlo desde el salón de clases. Uno tiene que estar ahí para poder sentir lo que implica.
¿Por qué aparece la figura de la Tecnicatura en Educación y Recreación?
La Tecnicatura en Educación y Recreación es una carrera histórica, hace 26 años que tenemos esta formación en la Universidad. Es, por lo tanto, el embrión también de la Licenciatura en Educación. Junto con la Licenciatura en Educación Inicial, forman un tríptico de formación en Educación.
La tecnicatura pone mucho más el foco en lo que es la acción directa; dando herramientas, no sólo a través del juego, sino también a través de los diferentes lenguajes lúdico-expresivos, para poder intervenir en grupos de población a lo largo de la vida. Puede ser en un contexto de educación formal, pero también en otros contextos educativos diferentes.
Es una carrera corta de dos años, que permite una rápida inserción y complementar con otras formaciones.
¿Qué tipo de oportunidades laborales pueden encontrar los egresados de la tecnicatura?
Pueden trabajar en cualquier organización que trabaje con grupos de niños, con jóvenes, con personas mayores. Son perfiles profesionales que se insertan muy bien en equipos multidisciplinarios.
¿Qué tres palabras describen al perfil del graduado de la Licenciatura en Educación?
Hay un componente de ‘vocación’; una intención de transformar la sociedad, de poder dar un servicio por otros, que me parece que define mucho el acto educativo.
También la ‘versatilidad’: tener la capacidad para entender que, hoy, los aprendizajes se dan cada vez más en las situaciones y contextos más diversos. Se puede aprender en todos lados, todo el tiempo. Hay que aprender a gestionar todo ese potencial. Cualquier adolescente con un celular accede al conocimiento más avanzado en cualquier tema, pero somos nosotros los que tenemos la acumulación del conocimiento y las competencias para saber cómo gestionar y cómo facilitar la curaduría de contenidos.
Y la otra palabra tiene que ver con ‘disrupción’. Porque esa capacidad de sorprender que tienen los educadores es un componente esencial. Ejercitar tanto nuestra ludicidad nos lleva a que nuestros egresados terminan sorprendiendo por resolver problemas complejos de un modo inesperado.
Conocé más sobre la Licenciatura en Educación de la UCU.