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Portugal reelige a un presidente popular que sabe escuchar

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Marcelo Rebelo de Sousa. Foto: AFP.
PATRICIA DE MELO MOREIRA

TRIUNFO

Marcelo Rebelo de Sousa es un presidente que espera su turno en la fila de un supermercado, que no duda en lanzarse al mar para socorrer a dos jóvenes o compartir una cena con personas sin techo.

Marcelo Rebelo de Sousa, que triunfó en las elecciones presidenciales realizadas ayer en Portugal, es un conservador moderado y viejo zorro de la política que labró su fama como comentarista político y que ha cultivado una imagen de jefe de Estado cercano a la gente.

Al cierre de está información no había datos oficiales, pero varios medios le adjudican entre 55,5% y 62% de los votos.

Es un presidente que espera su turno en bermudas en la fila de un supermercado, que no duda en lanzarse al mar para socorrer a dos jóvenes cuyo kayak volcó o a compartir una cena con personas sin techo. Las anécdotas se multiplican y han dejado de sorprender a los portugueses.

La naturalidad y espontaneidad se han convertido en la marca del jefe del Estado, siempre disponible para tomarse una “marselfie” con sus admiradores, un neologismo reconocido por algunos diccionarios.

Ya se trate de un incendio o de un éxito deportivo nacional, este hombre de 72 años, con una mirada azul viva, suele ser el primero en reaccionar e incluso hasta acudir al lugar al volante de su coche, adelantándose al gobierno socialista o sorprendiendo a su propio entorno.

A gusto tanto en los círculos del poder como con los desfavorecidos, con su aspecto de un señor común, ha impuesto su estilo de “presidente empático” que se toma el tiempo de escuchar y de reconfortar a las personas con problemas. Esta cercanía le ha valido que los portugueses se refieran a él por su nombre de pila, el mismo que Marcelo Caetano, testigo de boda de sus padres y que, tras suceder al dictador Antonio Salazar, gobernó Portugal entre 1968 y la Revolución de los Claveles de 1974.

Nacido en Lisboa el 12 de diciembre de 1948, procede de las élites políticas de la época.Estudiante brillante, el joven Marcelo logró su diploma de derecho con una nota media de 19 sobre 20, y soñaba desde niño con dirigir el país.

Joven hiperactivo, rápidamente se acercó a los círculos más moderados del régimen que reclamaba mayor apertura, y participó en 1973 en la creación del semanario Expresso, del que llegó a ser uno de los cronistas más temidos.

Sin abandonar su carrera de profesor de derecho, este ferviente católico, divorciado y padre de dos hijos, se lanzó a la política tras la llegada de la democracia, con la participación en la fundación del Partido Socialdemócrata (PSD, centro-derecha) del que fue diputado, antes de ser ministro de Asuntos Parlamentarios.

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