Boris Johnson defendió ayer miércoles con uñas y dientes su inocencia, e incluso pasó al ataque cada vez que pudo, ante el interrogatorio del comité que investiga si mintió al Parlamento sobre las fiestas que violaron las reglas anticovid (el caso “partygate”) cuando era primer ministro del Reino Unido.
Johnson, ahora diputado conservador en la Cámara de los Comunes, se enfrenta a una posible sanción que amenaza su carrera política si la comisión resuelve que mintió deliberadamente al Legislativo.
Por eso, aprovechó el inicio de su comparecencia para pedir disculpas y reconocer que llevó a engaño de forma involuntaria a los diputados en varias ocasiones en 2020 y 2021, cuando dijo que no se habían celebrado reuniones sociales en su residencia oficial de Downing Street que vulnerasen las restricciones vigentes.
Tras jurar sobre la Biblia, Johnson proclamó: “Estoy aquí para decirles, con la mano en el corazón, que no mentí a la Cámara”. Y no tardó en pasar al ataque contra el comité. Y eso que, pese a que la presidencia del órgano recae en la laborista Harriet Harman, la mayoría de sus siete miembros son correligionarios “tories” del propio Johnson.
A su juicio, los investigadores no disponen de ninguna prueba que muestre que mintió a sabiendas y, en cambio, acumulan “incontables testimonios” sobre su inocencia.
Acusó al comité de llevar a cabo un proceso “manifiestamente injusto”, al actuar “al mismo tiempo como investigador, fiscal, juez y jurado” y al “decidir publicar solo las evidencias que considera incriminatorias”.
Asesorado por sus abogados, que se encontraban junto a él en la vista, no se privó de meter en el barro al ahora primer ministro y rival político, Rishi Sunak, quien, al igual que Johnson, fue multado por la Policía por su presencia en una de esas fiestas cuando era ministro de Economía.
Con información de EFE