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Muerte de icono feminista de la Suprema Corte de EE.UU. tiene amplia repercusión

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Ruth Bader Ginsburg en California en 2010. Foto: Reuters

EL VIERNES 

La popularidad aumentó tras el triunfo electoral de Donald Trump, a quien Ginsburg había tenido la indiscreción de llamar “un farsante” en una entrevista en 2016.

Ruth Bader Ginsburg, la segunda mujer en servir en la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos y una pionera en la defensa de los derechos de la mujer, que en su novena década se convirtió en icono cultural de una generación mucho más joven, falleció el viernes en su casa en Washington, a los 87 años.

La causa fueron las complicaciones de un cáncer pancreático metastásico, informó la Suprema Corte.

Cuando se encontraron dos pequeños tumores en uno de sus pulmones en diciembre de 2018, durante una exploración de seguimiento por haberse fracturadio las costillas tras una caída, Ginsburg había vencido al cáncer de colon en 1999 y al cáncer de páncreas en etapa temprana diez años después. Se le colocó un estent de arteria coronaria para despejar una arteria bloqueada en 2014.

Con sus 1,52 metros de altura y sus 45 kilos, Ginsburg siempre atrajo comentarios sobre su frágil apariencia; frágil pero engañosa, ya que se ejercitaba de manera habitual con un entrenador, que publicó un libro sobre el desafiante régimen de ejercicios de su famosa clienta.

Cuando cumplió 80 años y celebró su vigésimo aniversario en la Suprema Corte durante el segundo mandato del presidente Barack Obama, Ginsburg se encogió de hombros ante un coro que reclamaba que se retirara, con la finalidad de darle a un presidente del Partido Demócrata la oportunidad de designar a su reemplazo. Planeaba quedarse “mientras pueda hacer el trabajo a todo vapor”, decía. “Habrá un presidente después de este y espero que sea un buen presidente”.

Cuando la jueza Sandra Day O’Connor se jubiló en enero de 2006, durante un tiempo Ginsburg fue la única mujer en el máximo tribunal de Justicia, lo que difícilmente es un testimonio de la revolución en la condición jurídica de la mujer que ella había ayudado a lograr en su carrera como litigante y estratega.

Sus años como la única jueza en la Corte fueron “los peores tiempos”, recordó en una entrevista en 2014. “La imagen al público que entraba en la sala era la de ocho hombres, de una cierta estatura física y luego esta pequeña mujer sentada a su lado. Esa no era una buena imagen para el público”. Con el tiempo se le unieron dos mujeres, ambas nombradas por Obama: Sonia Sotomayor en 2009 y Elena Kagan en 2010.

Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos. Foto: Reuters
Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos. Foto: Reuters

Puntual.

Después de la jubilación en 2010 del juez John Paul Stevens, cuyo lugar ocupó Kagan, Ginsburg se convirtió en el elemento principal y líder en los hechos de un bloque liberal de cuatro jueces formado por las tres juezas y Stephen Breyer. A menos que pudieran atraer un quinto voto, que el juez Anthony Kennedy proporcionó en ocasiones cada vez más escasas antes de su jubilación en 2018, los cuatro solían estar en desacuerdo con el tribunal ideológicamente dividido.

Las opiniones disidentes, fuertes y puntuales expuestas por Ginsburg atrajeron creciente atención a medida que la Corte se movía más a la derecha. Una estudiante de Derecho, Shana Knizhnik, le puso el apodo de Notorius R.B.G., un juego de palabras basado en el nombre de un famoso rapero, Notorius B.I.G., nacido en Brooklyn igual que la jueza. Pronto el nombre y la imagen de Ginsburg (su expresión serena pero adusta, su cuello de encaje con volantes que adornaba su toga judicial negra, sus ojos enmarcados por unos lentes de gran tamaño) se convirtieron en una sensación en internet.

Esperanza.

La popularidad aumentó tras el triunfo electoral de Donald Trump, a quien Ginsburg había tenido la indiscreción de llamar “un farsante” en una entrevista durante la campaña de 2016. Más tarde reconoció que ese comentario fue desacertado. Los estudiosos de la cultura buscaron una explicación para el fenómeno. Dhalia Lithwick, en un artículo en The Atlantic a principios de 2019, indicó: “Hoy, más que nunca, las mujeres ávidas de modelos de influencia, autenticidad, dignidad y voces femeninas ensalzan a una jueza octogenaria como la encarnación de la esperanza de un futuro fortalecido”.

Su estrellato tardío no podría haberse predicho ni remotamente en junio de 1993, cuando el presidente Bill Clinton nombró a la jueza de voz suave, de 60 años, cuya amistad con colegas conservadores en el Tribunal de Apelaciones donde se desempeñó durante 13 años, dejó a algunas líderes feministas preocupadas de que el presidente estuviera cometiendo un error.

Pero, esa visión se diluyó porque recordaron los días de Ginsburg como litigante y directora del Proyecto por los Derechos de la Mujer de la Unión Americana de Libertades Civiles, en la década de los ‘70. Ella convenció a la Suprema Corte, integrada exclusivamente por hombres, de que empezara a reconocer la barrera constitucional contra la discriminación de género.

El momento de su mayor triunfo

Los dictámenes de Ruth Bader Ginsburg estaban muy bien elaborados, con frases declarativas directas. Decía que se había sentido inspirada a prestar atención a la escritura cuando estudió literatura con Vladimir Nabokov en la Universidad Cornell.

Un momento de triunfo personal llegó cuando anunció la opinión mayoritaria del tribunal en el caso Estados Unidos contra Virginia, un caso de discriminación de 1996 relacionado con el Instituto Militar de Virginia. Por una votación de 7 a 1, la Corte consideró que la política de admisión solo de hombres del colegio militar financiado por el estado era inconstitucional. En su opinión mayoritaria, la más importante de su mandato, Ginsburg explicó que el estado no había proporcionado una “justificación excesivamente convincente” que la Constitución exigía tratar a hombres y mujeres de manera distinta.

Fueron sus disidencias, en particular las que anunció desde el banquillo, las que recibieron mayor atención. Haciendo caso a su público, adquirió la costumbre de cambiar los cuellos decorativos que vestía junto con su toga judicial en los días en que anunciaba un disenso.

Uno de sus disensos más conocidos fue en 2013 en el caso del condado de Shelby contra Holder, en el que un voto mayoritario de 5 a 4 invalidó una disposición fundamental de la Ley de Derecho al Voto de 1965. “¿Qué pasó con la mesura habitual del tribunal?”, cuestionó Ginsburg en una referencia irónica a los llamados de los conservadores a favor de la “moderación judicial”.

Aunque en el banquillo era una interrogadora activa y persistente, en los ambientes sociales tendía a decir poco. A menudo dejaba que su marido, más extrovertido y jovial, hablara por ella, y a los que no la conocían les parecía tímida e incluso retraída, aunque al hablar de su gran amor, la ópera, podía llegar a ser casi lírica.

No podría decirse que tuviera una personalidad ambivalente, sino que su timidez innata simplemente desaparecía cuando tenía un trabajo que hacer. Alguna vez recordó que antes de su primer alegato en la Corte Suprema tenía miedo. Pero a los dos minutos de iniciado el alegato, “el miedo desapareció”. Se dio cuenta de que su “audiencia cautiva” eran los jueces más poderosos de Estados Unidos: “Sentí una oleada de poder que me hizo seguir adelante”.

Unión Europea destaca su aporte a la lucha por igualdad de la mujer

Los responsables de las instituciones de la Unión Europea (UE) rindieron homenaje ayer sábado a Ruth Bader Ginsburg, de la que subrayaron su contribución a la justicia y la lucha por la igualdad. “Estados Unidos y el mundo entero han perdido una persona verdaderamente notable y pionera de los derechos, la ley y la justicia de las mujeres. Demostró que las mujeres pertenecen a todos los lugares de poder donde se toman las decisiones”, dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en su cuenta en Twitter. “Tu legado seguirá siendo una inspiración”, añadió la responsable del Ejecutivo comunitario.

El presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, también rindió homenaje a Ginsburg, a quien calificó como “una brillante y feroz defensora de la justicia y la igualdad”. Subrayó que “el legado de la jueza estadounidense seguirá siendo una inspiración, no solo en Estados Unidos sino en todo el mundo”.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, también rindió homenaje a Bader Ginsburg, de la que subrayó su dedicación por la justicia y la igualdad de la mujer.

“Se ha ido una mujer de excepción”, afirmó Macron en un mensaje en Twitter, en el que recalcó que Ginsburg “llevó a cabo durante toda su vida un combate universal por la justicia, la igualdad entre mujeres y hombres y el respeto de los derechos fundamentales”.

“Su inmensa herencia seguirá siendo una fuente de inspiración”, concluyó el jefe del Estado francés. (Con información de Efe)

Trump quiere llenar la vacante sin demora

El presidente Donald Trump abogó ayer sábado por el rápido reemplazo de la fallecida jueza de la Corte Suprema de Justicia, Ruth Bader Ginsburg, lo cual abrió un potencial campo de disputa en la recta final a las elecciones presidenciales estadounidenses del 3 de noviembre.

Nominar magistrados de la Corte es “la decisión más importante” para la que se elige al presidente, tuiteó Trump y pidió llenar “sin demora” la vacante. Trump parece decidido a proceder a una nominación que puede desnivelar en favor de los conservadores la integración de la Corte.

A 45 días de las elecciones, el candidato demócrata Joe Biden se puso en guardia ante Trump, que intenta la reelección. “Los electores deben elegir al presidente y el presidente debe proponer un juez al Senado”, dijo Biden quien aventaja a Trump en las encuestas.

Los nueve miembros de la Suprema Corte de Justicia tienen cargos vitalicios y Trump ya nominó a dos conservadores, por lo cual ese campo cuenta con cinco magistrados.

Lo que está en juego tiene suma relevancia. No solo porque la Corte es clave para dirimir asuntos controversiales como el derecho a portar armas o los derechos de los homosexuales, sino que además puede ser llamada a resolver litigios electorales, como ocurrió en la elección de 2000 finalmente ganada por George W. Bush.

En el papel, nada impide que Trump nomine al relevo de Ginsburg. A comienzos de setiembre Trump ya tenía una lista de 20 nombres para una eventual vacancia en la Corte.

El jefe de la mayoría republicana del Senado, Mitch McConnell, dijo el viernes que está dispuesto a echar a andar el proceso de nominación.

Trump dispone de una mayoría republicana de 53 a 47 en el Senado pero la ecuación es compleja. Varios senadores republicanos moderados podrían no aceptar su propuesta. (Con información de AFP)

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