NUEVA DELHI AFP y AP
El 60° aniversario de su independencia encuentra hoy a India con el deseo de transformarse en una superpotencia. Sus indicadores económicos lo respaldan. Pero también se enfrenta a la realidad de estar lejos de superar el subdesarrollo.
Hace seis décadas India y Pakistán lograron su independencia, con la partición del Imperio británico de las Indias. Este último, el segundo estado musulmán más poblado del mundo, lo celebró ayer (ver nota aparte) mientras que India lo hará hoy. El aniversario los encuentra a ambos en un momento de distensión, luego de una historia en común que habla de tres guerras y un potencial conflicto nuclear en ciernes. También los encuentra en un momento muy distinto uno del otro.
Pakistán sufre una batalla interna entre musulmanes moderados y extremistas islámicos, que lo sume cada vez más en la pobreza y la violencia. Su vecino, en cambio, el segundo país más habitado del planeta, se muestra entusiasmado ante las predicciones de los bancos extranjeros, para los cuales la India será en 2025 la tercera economía del mundo, por delante de Japón.
Algunos augurios van más allá y estiman que para 2050, India será la principal economía del planeta, superando a Estados Unidos y codo a codo con China. Pero el crecimiento relámpago que ha tenido el país, sumado a un auge consumista de buena parte de su población, no tapa que sus niños tengan tanta posibilidad de ser malnutridos como los de África subsahariana.
El crecimiento de la economía del país es del 9,4% anual promedio. Sólo China lo supera en todo el mundo. Pero al mismo tiempo, un tercio de la población mundial que vive con menos de un dólar diario en la Tierra reside en la India.
RIQUEZA. Los rascacielos y los centros comerciales crecen rápidamente en las megalópolis de Bombay, Nueva Delhi, Madras o Bangalore. La Bolsa vive momentos de euforia, y las inversiones extranjeras fluyen sin cesar. Además, desde hace un año, los conglomerados familiares indios están adquiriendo compañías occidentales.
Los magnates de las finanzas de Bombay o los de la informática en Bangalore, las estrellas de Bollywood -la versión local de Hollywood- e incluso los escritores y deportistas son los nuevos íconos. De 1.100 millones de habitantes con que cuenta el país, más de 100.000 son millonarios en dólares y 70 millones tienen salarios equivalentes a los occidentales.
A nivel internacional, Nueva Delhi, potencia atómica, quiere ser reconocida como un actor regional y mundial. India y EE.UU. concluyeron recientemente un acuerdo sobre energía nuclear con fines civiles.
Es que India es uno de los selectos integrantes del "club nuclear". Entre 1974 y 1998 realizó seis ensayos atómicos. El que en ese último año, su vecino Pakistán también realizara esa operativa, hizo contener la respiración al resto del planeta. Afortunadamente, ambos vecinos y enemigos íntimos hoy viven una etapa mucho mejor de sus relaciones.
India se ha impuesto también como un país que los je-fes de Estado norteamericano, ruso, chino o europeos no pueden ignorar. Junto a Brasil, lidera la batalla entre países ricos y emergentes en la Organización Mundial del Comercio (OMC).
MISERIA. Por otro lado, el país sigue siendo un "campeón" de la miseria y la desigualdad. El primer ministro Manmohan Singh, del Partido del Congreso, elegido en 2004 con la promesa de reducir la pobreza, procura calmar el entusiasmo que generan las gloriosas predicciones -optimismo sostenido por los principales medios de prensa- recordando el subdesarrollo que sufre la nación.
De 457 millones de trabajadores, casi nueve de cada diez ganan menos de U$S 0,5 al día. Entre los niños menores a tres años, el 46% sufre malnutrición. Además, la tasa de alfabetización no supera el 60% y 78% de los indios no tienen baños.
India tiene el mayor número de seropositivos en el mundo. Y en el índice de desarrollo, el país ocupa el 126º lugar.
Las carreteras, los aeropuertos, los puertos, los ferrocarriles y las redes de abastecimiento eléctrico se encuentran en un estado lamentable, admite el propio Singh. Y la agricultura, de la que viven dos tercios de la población, atraviesa una profunda crisis.
Los festejos de la independencia están, además, marcados por amenazas de atentados atribuidos a Al Qaeda y a los separatistas de Cachemira. Esta región, frontera de facto entre India y Pakistán desde 1949, sigue siendo el mayor foco de tensión entre ambos países.
Dura historia en común de 60 años
Pakistán e India tienen una frontera común de más de 3.000 kilómetros.
A la algarabía por el fin de la dominación británica, en agosto de 1947, y la creación de India y Pakistán, le siguió pronto una serie de conflictos entre hindúes y musulmanes.
Pakistán e India libraron tres guerras, en 1947-49, 1965 y 1971. Las dos primeras fueron por el control de la región de Cachemira. Dos tercios de este territorio, de un total de 218 mil kilómetros cuadrados, se encuentran hoy bajo control indio. La gran mayoría de los cachemires son musulmanes.
La restante guerra, de 1971, dio origen a Bangladesh, antiguo Pakistán Oriental.
Desde hace cuatro años, los gobiernos de ambos países han acordado un alto al fuego en la zona. Las negociaciones de paz entre los vecinos se reanudaron en 2004.
Una reapertura simbólica de los enlaces en ómnibus entre ambos países, a través de Cachemira, ocurrió en 2005.
Festejo con temor en Pakistán
Pakistán comenzó ayer a festejar el 60º aniversario de la independencia del país, una celebración discreta a causa de las amenazas terroristas tras la ola de atentados perpetrada por los musulmanes fundamentalistas que el ejército trata de combatir en el noroeste del país.
Los modestos festejos se limitaron a fuegos artificiales sobre el Palacio de la Presidencia y sobre el Parlamento en la capital, Islamabad, ante un público escaso y bajo una lluvia torrencial.
Un amplio dispositivo de seguridad se aplica desde hace más de un mes, desde el cerco y asalto a la Mezquita Roja de Islamabad, ocurrido el 10 y 11 de julio, que costó la vida a un centenar de integristas islámicos que se habían atrincherado en el templo. Posteriormente, una ola de atentados suicidas costó la vida a 250 personas. AFP