BEIJING | THE ECONOMIST, AFP Y AP
Los primeros ministros y el emperador de Japón han pedido disculpas a China por la conducta brutal de su Ejercito durante la ocupación en las décadas de 1930 y 1940, al menos en 17 ocasiones desde que los dos países restablecieron relaciones diplomáticas en 1972. Hace siete años, además, Japón pidio disculpas por escrito, por su duro régimen colonial en la península de Corea entre 1910 y 1945. Pero esas expresiones de arrepentimiento nunca han sido vistas como suficientes, especialmente por China. Así, a pesar de que las relaciones entre las potencias del este asiático, han mejorado notoriamente desde el fin de la segunda guerra mundial, los grandes vecinos de Japón continúan particularmente sensibles o cualquier dicho o hecho que sugiera la falta de una sincera constricción.
El último de esos actos de presunta impertinencia es la aprobación por el gobierno japonés de una serie de libros de escuela escritos por historiadores nacionalistas, que habrían omitido o suavizado algunas atrocidades de la guerra como la violación de miles de mujeres capturadas y usadas como esclavas sexuales por los militares japoneses. Aún más, para la ira surocoreana, uno de los libros, se refiere a la posesión japonesa de un grupo de islas pertenencientes a Corea (que las llama Dokdo) y que los japoneses llaman Takeshima.
El sábado, unas 10 mil personas lanzaron piedras y rompieron ventanas en la embajada japonesa de Beijing en protesta por la publicación de los libros pero también contra la campaña de Tokio para obtener un escaño permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, otro tema sensible. Fueron las principales demostraciones contra extranjeros desde el bombardeo de la OTAN a la embajada china de Belgrado en 1999.
Las manifestaciones del fin de semana sorprendieron porque China es un país donde casi todas las protestas, exceptuando las efectuadas contra Estados Unidos y Japón, están prohibidas.
GUERRA. Ayer, la guerra verbal aumentó de nivel cuando el ministro de comercio japonés dijo que China era un "país temible" y el primer ministro chino exigió que Japón "enfrente su historia con franqueza".
Los propios libros de texto chinos son bastante duros con la conducta japonesa durante las guerras del siglo XX, hasta el punto que los chinos más jóvenes, tienen un profundo sentimiento antijaponés. En agosto después de que Japón le ganó un partido de fútbol a China en Beijing, se quemaron banderas japonesas y se destrozó un auto diplomático japonés.
Ayer, Wen Jiabao dio a entender, además, que Japón no está preparado aún para ocupar un escaño permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y agregó que Tokio debe ganarse la confianza de sus vecinos antes de adoptar nuevas responsabilidades.
Jiabao dijo que las protestas antijaponesas en China y en otros lugares "fueron dirigidas contra los intentos de Japón de obtener un escaño permanente en el Consejo de Seguridad con poder de veto en las acciones del organismo mundial". Agregó que esas protestas deberían ocasionar "amplias y profundas reflexiones" en Tokio.
China —miembro permanente del Consejo de Seguridad con derechos a veto junto con Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña y Francia — se opone a extender esa prerrogativa a Japón.
Aunque Beijing se siente incómodo con las nuevas ambiciones diplomáticas y militares de Tokio, hasta ahora el gobierno comunista se abstuvo de adoptar una posición pública en su intento de obtener un escaño permanente en el Consejo de Seguridad.
China considera a Tokio su principal rival como potencia dominante en Asia y ha repetido con frecuencia su conducta durante la última guerra mundial para oponerse a que tenga una mayor participación militar y política.
Pero, a pesar de todas esas bravuconadas, China se convirtió el año pasado en el primer socio comercial de Japón, con intercambios de 214.000 millones de dólares, pese a sus glaciales relaciones políticas, en su nivel más bajo desde el establecimiento de relaciones diplomáticas en 1972.
Incluso, el ministro japonés de Relacions Exteriores, Nobutaka Machimura, llamó a Pekín a que haga prevalecer la diplomacia y que responda a las demandas de excusas de Tokio después de las manifestaciones antiniponas en territorio chino el fin de semana.
Histórico pacto fronterizo con India
NUEVA DELHI
India y China firmaron ayer en Nueva Delhi un histórico acuerdo que fija los principios rectores para resolver el diferendo fronterizo que opone a ambas naciones desde hace más de 40 años y que permitirá reforzar la cooperación económica entre estos dos gigantes asiáticos.
El documento fue firmado con motivo de una visita a India del primer ministro chino Wen Jiabao, quien se reunió con su homólogo indio Manmohan Singh en la capital de ese país.
Jiabao sostuvo asimismo que China apoya la candidatura de India a un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Japón tiene las mismas pretenciones, pero el gobierno chino —que ya ejerce una banca permanente— se opuso y hasta ridiculizó las aspiraciones de Tokio, en momentos en que la relación atraviesa un delicado momento.
India y China comparten una frontera montañosa de unos 4.000-kilómetros que tiene algunas partes no demarcadas. Ambos países se enfrentaron en una guerra en 1962 por un desacuerdo fronterizo. El texto rubricado ayer establece que las partes van a resolver el tema fronterizo mediante consultas "pacíficas y amistosas" y ninguno "utilizará o amenazará con utilizar la fuerza" para ello.
ALIANZA. Este acuerdo histórico debería permitir un refuerzo de la cooperación económica entre estos dos gigantes asiáticos. Y así lo aseguraron los jerarcas reunidos en Nueva Dehli. Juntos, India y China, representan a un tercio de la población mundial.
AP y APF
Pelea
La policía de Beijing reforzó la seguridad en la embajada de Japón, escuelas, consulados y residencias de ciudadanos japoneses que estudian o trabajan en China, tras las violentas protestas del fin de semana.
Grupos de manifestantes reclamaron en Beijing, donde apedrearon el sábado la embajada de Japón, y dos ciudades del sur de China, un boicot comercial, en protesta por el tratamiento que da Tokio a atrocidades cometidas en su política "colonial".
La querella se centra en la reedición de manuales escolares japoneses donde, según las autoridades chinas, se resta importancia a la brutalidades del imperialismo japonés en Asia en el siglo pasado.
Tokio replicó acusando a la educación patriótica que se imparte en las escuelas chinas de ser responsable de los sentimientos anti-japoneses manifestados recientemente en China.
Beijing desmereció la candidatura nipona a ocupar un codiciado puesto permanente en el Consejo de Seguridad de ONU.
Según el gobierno chino, más de 30 millones de chinos murieron durante la ocupación japonesa que tuvo lugar entre 1931 y 1945, con hechos dolorosos como la Matanza de Nankín (1937)