FBI
Fue acusada por la justicia estadounidense de colaborar con el financista Epstein en el tráfico sexual de menores.
Un nuevo capítulo se abrió en el escándalo por los abusos sexuales del magnate estadounidense Jeffrey Epstein, y que bien podría servir para otra temporada de la serie Asquerosamente rico que estrenó Netflix este año. Ayer jueves fue detenida la otra pieza clave en este caso, la británica Ghislaine Maxwell, expareja de Epstein, que llevaba meses desaparecida.
Maxwell, de 58 años, fue detenida en Bradford, en el estado de New Hampshire. Un gran jurado le impuso seis cargos, cuatro relacionados con su papel en la trama de abusos sexuales a menores en torno al magnate, y dos de falso testimonio a la Justicia.
Así lo anunció la fiscal en funciones del Distrito sur de Nueva York, Audrey Strauss, cuya oficina acusó a Epstein en julio de 2019 de crear una red de tráfico sexual de menores entre 2002 y 2005 y abusar de decenas de ellas.
Epstein, que se declaró no culpable, murió a los 66 años en una prisión de Nueva York en agosto de 2019, donde aguardaba su juicio por tráfico sexual de menores. Su muerte fue considerada un suicidio, pero ha alimentado teorías conspirativas. Algunas indican que fue asesinado para impedir que revelase información comprometedora sobre sus poderosas amistades.
“Este caso contra Ghislaine Maxwell es la precuela del caso que impulsamos contra Jeffrey Epstein”, destacó ayer la fiscal al anunciar el arresto de la expareja del financista estadounidense.
Maxwell, la primera persona que afronta una imputación criminal en relación con esos abusos aparte del propio magnate, supuestamente “ayudaba a Epstein a identificar, hacerse amigo y preparar” a sus víctimas, con edades tan jóvenes como 14 años, para los abusos sexuales, y en algunos casos participó ella misma en esos abusos, explicó la fiscal Strauss.
Los delitos de este caso se remontan al periodo entre 1994 y 1997, cuando la mujer detenida ahora, hija del fallecido magnate de los medios Robert Maxwell, mantenía una “relación íntima” con Epstein, y tuvieron lugar tanto en las lujosas propiedades del magnate en Nueva York, Palm Beach (Florida) y Santa Fe (New Mexico) como en la residencia personal de Maxwell en Londres.
De acuerdo a las autoridades, la acusada seguía un “método” para captar a las niñas: se iba acercando a ellas poco a poco preguntándoles sobre sus vidas y fingiendo interés, las llevaba al cine o de compras, y finalmente las animaba a aceptar “ofertas” de Epstein para pagarles viajes y educación, haciendo que se sintieran “endeudadas” con él.
Era entonces cuando Maxwell supuestamente “normalizaba” el abuso sexual ante las menores a través de un proceso de “preparación” (conocido como grooming en inglés) que pasaba por hablar de temas sexuales, desnudarse delante de ellas o estar presente en los actos sexuales que Epstein cometía en los infames masajes denunciados por varias de las víctimas.
Maxwell estaba en paradero desconocido pero agentes de cuatro estados siguieron su pista y la localizaron.
“Recientemente nos enteramos de que estaba escondida en una magnífica residencia en New Hampshire, donde seguía viviendo una vida de privilegio, mientras sus víctimas viven con el trauma que les fue provocado hace años”, dijo Bill Sweeney, jefe del FBI en Nueva York, a periodistas.
Una de las víctimas, la neoyorquina Jennifer Araoz, ha denunciado públicamente abusos de Epstein cuando era menor, aseguro ayer que Maxwell “era el centro” de la red de tráfico sexual.
“Por años temí a Epstein y su círculo”, afirmó en un comunicado Jennifer Araoz. “Hoy, las sobrevivientes de Epstein y yo podemos respirar aliviadas, ya que el arresto de Maxwell significa que puede haber algo de justicia”, concluyó.
El príncipe Andrés en la mira de los fiscales
Fiscales de Nueva York insistieron ayer jueves en entrevistar al príncipe Andrés de Gran Bretaña sobre su amistad con Jeffrey Epstein, tras el arresto de Ghislaine Maxwell. La fiscalía neoyorquina ha acusado al príncipe Andrés de no querer cooperar con la investigación sobre los delitos sexuales de Epstein y sus cómplices. El príncipe Andrés, de 60 años, rechaza haber tenido relaciones sexuales con una joven de 17 años que le habría conseguido Epstein.