El corazón de Luis XVII descansa a partir de ahora junto a sus padres

SAINT-DENIS, Francia n El corazón de Luis XVII descansa desde ayer junto a sus padres, Luis XVI y María Antonieta, en la basílica de Saint-Denis (afueras de París), donde fue enterrado en un acto solemne por sus descendientes, los Borbones.

Más de un millar de personas venidas de toda Francia acompañaron a la familia para rendir tributo a este delfín, que murió a los diez años, víctima de tuberculosis, en la prisión del Temple de París, donde pasó tres años de horror y calumnias, durante la Revolución Francesa.

Su corazón, extraído por uno de los médicos que le practicó la autopsia tras su muerte en 1795, fue pasando de mano en mano, durante casi doscientos años, hasta que en 2000, las pruebas de ADN confirmaron que se trataba del órgano vital del "niño del Temple".

Su corta vida "fue una historia tan horrible, que era un deber de la historia sepultarlo junto a sus padres", señaló el príncipe Charles-Emmanuel de Borbón Parma, porque "nadie le desea una cosa así a un miembro de su familia".

Unas horas antes de que Luis XVII encontrase finalmente el reposo eterno, unas 2.500 personas asistieron a una misa solemne, oficiada por el cardenal y arzobispo honorario de Tours, Jean Honoré, quien evocó el "martirio" del infante y denunció el "fanatismo y cinismo criminales" de sus carceleros, que lo forzaron a acusar a su madre de incesto.

El abad Christian-Philippe Chanut dijo en su homilía dirigida a Luis XVII que "representas a todos los mártires de la Revolución y a todos los que dijeron ‘no’ a la barbarie organizada". EFE

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