Después de que el Tribunal Constitucional suspendió la resolución del Parlament de Cataluña que inicia el proceso de secesión, el presidente del Gobierno de España y líder del Partido Popular, Mariano Rajoy abrió un compás de espera.
"Yo no tengo previsto tomar a día de hoy ninguna medida", declaró en rueda de prensa en La Valeta (Malta), el jueves pasado, al término de la cumbre sobre inmigración entre la Unión Europea y África. "No veo ninguna razón que justifique que tenga que poner en marcha procedimientos excepcionales", insistió.
Eso sí, enfatizó que si esta suspensión se desobedece —tal como han anunciado los líderes del movimiento secesionista, responderá. "No voy a mirar para otro lado", dijo. Su compromiso es que consultará con los grupos parlamentarios los nuevos pasos a dar, como lo hizo antes de recurrir al Tribunal Constitucional, ya que tiene la impresión de que el Gobierno está arropado por los principales partidos españoles.
El gobierno recibió el apoyo del Partido Socialista Obrero Español, liderado por Pedro Sánchez, y de Ciudadanos, encabezado por el joven dirigente Albert Rivera, en defensa de la unidad de España.
A su vez, el Rey Felipe VI habló con firmeza: "La Constitución prevalecerá. Que nadie lo dude".
Los secesionistas reiteraron su desafío al lograr la aprobación, el lunes pasado en el Parlament, de una resolución que proclamó la apertura del "proceso de creación de un Estado catalán independiente en forma de república". La moción recibió los 62 votos de Junts pel Si (Juntos por el Sí), la coalición liderada por el presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, y 10 votos del grupo anticapitalista Candidatura de Unidad Popular (CUP), reuniendo la mayoría en el parlamento regional de 135 miembros.
Pese a esa resolución, los independentistas se sumieron en diferencias ideológicas difícilmente superables. El jueves, Mas fracasó por segunda vez en su intento de ser investido para un nuevo mandato. Conservador liberal surgido de la burguesía catalana, que desde 2010 aplicó drásticas políticas de austeridad, Mas no logró convencer a la CUP de votar por él.
Junts pel Sí (coalición compuesta de políticos de derecha, izquierda e independientes surgidos de la sociedad civil) necesita los votos de la CUP para gobernar aunque una parte de sus diputados se resista a aliarse con un movimiento revolucionario.
La alianza con un movimiento de extrema izquierda asusta en medios económicos catalanes y parece provocar el vértigo de una parte de los partidarios de Mas.

El gobierno y el Rey afirman que prevalecerá la Constitución