J.R., EL PAÍS DE MADRID
Algunos países recelan. Beijing quiere paz y estabilidad para crecer, pero ¿qué ocurrirá después? EE.UU. ve en China a una amenaza para su hegemonía global. Pero la economía estadounidense está cada vez más entrelazada con la china, y el presidente George W. Bush hace tiempo que dejó de hablar de China como rival estratégico y se ha acercado a la visión europea de considerarla un socio. Para vecinos como Japón e India, el despertar del dragón chino supone también un desafío, por la búsqueda de recursos energéticos y porque en el pasado se enfrentaron militarmente, y para Europa representa un gran reto para sus empresas, que han visto cómo la competencia asiática ha forzado el cierre de fábricas y el despido de miles de trabajadores.
El ascenso pacífico, una de las primeras iniciativas puestas en marcha por la cuarta generación de líderes chinos, encabezada por Hu Jintao, es uno de los principales ejes de la política exterior china. Otro es la conocida como diplomacia del petróleo, según la cual Beijing basa sus relaciones con otros Gobiernos, en buena medida, en sus prioridades económicas, lo que explica los frecuentes viajes de los dirigentes a África o Sudamérica. China es hoy el segundo mayor consumidor de crudo tras EE.UU.
Para la diplomacia china, las claves son la "no injerencia en los asuntos internos de otros países", y la construcción de unas relaciones basadas en el beneficio mutuo (win-win, en inglés). Esto lleva emparejado mirar en ocasiones hacia otro lado, y hacer negocios con algunos gobiernos que violan sistemáticamente los derechos humanos, lo que le ha valido las críticas de Occidente.
Si de puertas afuera el objetivo es mostrar un país pacífico y colaborador, de puertas adentro la prioridad de los dirigentes es lograr para 2020 una "sociedad moderadamente acomodada", o de clase media (xiaokang) y armoniosa (heixe shehui). China tiene una de las mayores desigualdades sociales del mundo. La renta per cápita mensual en las zonas urbanas ascendió al equivalente a 162 dólares en 2007, un 79% más que en 2002, mientras en el campo fue de US$ 48, un 67% más que cinco años antes.
Por otro lado, China tiene que gestionar con tiento sus relaciones con Taiwan y hacer frente a las tensiones separatistas en las regiones autónomas de Xinjiang -donde la amenaza es de supuestos terroristas musulmanes uigures-, y Tíbet, donde en marzo la población local se levantó contra lo que considera la falta de libertad religiosa y el aplastamiento de su cultura por parte del Gobierno central.
El mantenimiento de la estabilidad y la construcción de una sociedad armoniosa entran a menudo en conflicto con los intereses individuales. Pero en China, lo que el gobierno considera el bien colectivo pasa por delante del particular.
Además, estabilidad significa para el PCCh impedir cualquier disidencia, crisis o levantamientos como los que en el pasado han sacudido el país derribando dinastías o haciendo peligrar la continuidad del partido. Es el caso de las manifestaciones a favor de la democracia de Tiananmen, en 1989, que acabaron en una matanza. Algo que los dirigentes quieren evitar a toda costa en su acelerada marcha para convertir a China en superpotencia. Beijing argumenta también que hay fuerzas que quieren derrocar al gobierno y acabar con el PCCh, y acusa a algunas ONGs, políticos e intelectuales extranjeros con estos intereses.
Las voces que se alzan desde fuera de sus fronteras en contra de las continuas violaciones de los derechos humanos son numerosas: Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Human Rights in China, Reporteros Sin Fronteras, defensores de Darfur, organizaciones religiosas, el movimiento de inspiración budista Falun Gong y grupos contrarios a la pena de muerte o defensores de los derechos nacionales de Tíbet, entre otros.
A su vez, los gobiernos extranjeros critican que la moneda china está infravalorada, lo que favorece la actividad exportadora de las compañías asiáticas, que la nación asiática no ha respetado algunos de los compromisos adquiridos cuando accedió a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 2001, y que el crecimiento de la piratería y la infracción de derechos de propiedad intelectual es rampante. Los sindicatos extranjeros argumentan que las condiciones laborales en China son deplorables.
Como respuesta, Beijing asegura que Occidente es injusto, y que la situación de los derechos humanos -el primero de los cuales, según dice, es que la población pueda comer- ha mejorado.
Pero, falto ante Occidente de la legitimidad que otorga haber ganado el derecho a gobernar en las urnas, la batalla de las relaciones públicas la tiene perdida de momento.
Las cifras
470 Cantidad de personas ejecutadas en China el año pasado, según Amnistía Internacional. Este país ocupa el primer lugar en ese "ranking".
6,93 Millones de barriles diarios de consumo de petróleo en China en 2007. Solo lo superan Estados Unidos y la UE en su conjunto.
Números de un gigante
Edades La esperanza de vida en China es de 73,18 años; la edad media es 33,6 años; el 71,9% de la población tiene entre 15 y 64 años. La repartición por sexos es casi idéntica: hay 1,06 hombres por cada mujer. El alfabetismo llega al 90,9% de la población.
etnias La etnia china "Han" es la abrumadora mayoría, con el 91,5% de la población. El resto se lo reparten los Zhuangs, Manchus, Huis, Miaos, Uigures, Mongoles, Tibetanos, Dongs, Yaos, Tujias, Yis y otras nacionalidades.
comunicaciones Hay 368 millones de líneas telefónicas y 547,3 millones de líneas de teléfonía celular; hay 673 ondas radiales, 3.240 estaciones de televisión, 10,6 millones de sitios de internet (con el sufijo .cn) y 253 millones de usuarios de internet.
gasto militar El gasto militar representa el 4,3% del total del PIB.
transporte Hay 467 aeropuertos, 75.438 kilómetros de vías férreas y 1.930.544 kilómetros de carreteras.
Para avanzar, mirar siempre "hacia atrás"
J.R., EL PAÍS DE MADRID
La gran pregunta que se hacen tanto quienes visitan China por primera vez como quienes llevan años viviendo en ella es si algún día llegará la democracia. Hu Jintao ha prometido reformas controladas y una mayor participación de los ciudadanos en los asuntos políticos del país para 2020, el año que ha fijado para lograr la "sociedad moderadamente acomodada", pero ha advertido que cualquier avance en este sentido será realizado bajo el gobierno absoluto del PCCh.
Analistas y observadores políticos extranjeros consideran que es imprescindible que China mejore sus estructuras de gobierno para poder seguir avanzando. "La inseguridad judicial y la corrupción son un gran problema. Un país moderno y desarrollado no puede existir sin un Estado de derecho. Ésta es la clave del futuro", afirmó un diplomático europeo, que pidió anonimato.
Los dirigentes chinos han asegurado repetidas veces que nunca adoptarán un modelo de democracia de estilo occidental. Al mismo tiempo caminan hacia una dirección más oligárquica, con un liderazgo basado en la búsqueda de acuerdos y el consenso. Porque los tiempos de grandes figuras históricas como Mao o Deng se acabaron.
La historia china del último siglo -marcada por la guerra civil, hambrunas, caos político y aislamiento- explica en buena medida por qué la mayoría de la sociedad no reclama cambios políticos y por qué los Juegos Olímpicos son un motivo de celebración para muchos ciudadanos, a pesar de las voces disidentes, debidamente silenciadas. Hoy el país es estable y cada vez más rico.
Es imposible entender China sin mirar al pasado. Una anécdota ilustra muy bien este proceder. Preguntada, hace unos años, una profesora de mandarín por su alumno: "¿Por qué los chinos dicen Este-Oeste, Norte-Sur cuando hablan de los puntos cardinales, y no al revés?" Ésta respondió: "La forma de pensar china y la occidental son distintas. ¿Dónde crees tú que están el futuro y el pasado?". El alumno contestó de inmediato: "El futuro está delante, y el pasado, detrás". "No", respondió, ella. "En China, el pasado está delante y el futuro está detrás, porque para ir hacia el futuro debes mirar siempre al pasado". Esto es lo que marca profundamente las decisiones de sus líderes, y explica por qué quieren que los Juegos Olímpicos sean un gran éxito.