ENFOQUE
Ataques generan incógnitas e incluso están provocando “situaciones nunca vistas” en mercados como los de cereales.
La guerra en Ucrania ha dado un nuevo giro a la crisis por el alza de las materias primas agrícolas, con récords en los precios y muchos interrogantes sobre su impacto en la alimentación mundial.
En el ámbito agroalimentario, los ataques de Rusia a Ucrania generan incógnitas e incluso están provocando “situaciones nunca vistas” en mercados como los de cereales, pese a producirse después de dos años también históricos por la pandemia.
Estas son algunas claves para entender las posibles consecuencias del conflicto en el campo y en la producción de alimentos.
1. La importancia de Rusia y Ucrania. A escala mundial, Rusia es el tercer país con mayor oferta de granos por detrás de Estados Unidos y China, según la clasificación del Consejo Internacional de Cereales (IGC) correspondiente a la campaña 2021-2022. El IGC sitúa en 129 millones de toneladas las existencias de cereales de Rusia para dicha temporada y en 90,1 millones las de Ucrania.
Ucrania es un abastecedor fundamental de materias primas para países, como España, deficitarios en cereales y en oleaginosas.
2. Los temores del sector. Las organizaciones agrarias y las cooperativas españolas están preocupadas por las consecuencias de la guerra en un momento de encarecimiento de los insumos, como la energía o fertilizantes. En Francia, los productores tienen temor por el impacto que puede tener la guerra. El presidente Emmanuel Macron advirtió consecuencias en las exportaciones de frutas, vinos y cereales.
Un temor compartido por los comerciantes de cereal, cuya patronal habla de una situación inédita al terminar una semana en la que durante dos días los mercados españoles de grano no han registrado operaciones y en plazas de referencia como Chicago o París las cotizaciones han escalado hasta cifras récord.
Por el momento, el suministro de cereales está garantizado en España, pero en vísperas de la invasión rusa ya se había advertido de las consecuencias “desastrosas” por la sequía y las inclemencias climáticas en los dos hemisferios.
3. La experiencia del veto ruso. Los exportadores agrícolas ya conocen las consecuencias geopolíticas del conflicto del este europeo. En 2014, Moscú inició un embargo contra los productos perecederos de países occidentales (frutas, verduras, pescados frescos y carnes), en represalia por las sanciones impuestas a Rusia por su actuación en Ucrania.
En 2013 Rusia había vetado la importación de animales y carne fresca de la Unión Europea (UE) tras diagnosticarse dos casos de peste porcina africana en jabalíes de Lituania.
Para España, líder comunitario en el comercio hortofrutícola, el veto ruso fue un golpe, porque perdió un destino fundamental -y con una logística más fácil que otros mercados como los asiáticos o americanos- para frutas como los duraznos o las nectarinas.
4. ¿Afectará el bolsillo de los consumidores? La gran pregunta. Las estimaciones previas a la invasión ya apuntaban a que la inflación y la subida del IPC iban a durar al menos hasta la primavera y a que los bolsillos de los consumidores iban a notar esta escalada que deriva de las dificultades de la logística de 2021.
“En España llevamos dos años malos para productores de sectores como el porcino o el lácteo, pero si ahora suben las materias primas en un 10 % ¿va a poder repercurtirse en el mismo porcentaje en el costo para el consumidor? Creo que no; subirá aún más presión en la cadena”, opina una fuente del eslabón comercial.