KENNEBUNKPORT Y MOSCU AFP Y EFE
Las relaciones entre Rusia y Estados Unidos sufrieron el mayor deterioro post-guerra fría durante las respectivas presidencias de Vladimir Putin y George W. Bush. Desde mañana, intentarán distender la situación en la casa del padre de este último.
Kennebunkport es un pequeño pueblo en Maine, sobre el Atlántico. Sobre un espolón rocoso que se extiende sobre el mar está situada la residencia del ex presidente estadounidense George Herbert Bush. Su hijo, el hoy inquilino de la Casa Blanca, nunca recibió ahí a ningún dignatario extranjero en los más de seis años que lleva como jefe de Estado. Putin será, mañana y el lunes, el primero.
Pese a esta deferencia, antes de este segundo encuentro en un mes entre ambos, ni Washington ni Moscú han señalado sin embargo la menor voluntad de concesión importante en una disputa que ha tomado tintes de guerra fría sobre el proyecto estadounidense de escudo antimisiles para Europa.
Incluso han agudizado sus posiciones. EE.UU. ha cuestionado la calidad de la democracia en Rusia y no ha hecho ningún giro en torno a la propuesta de Moscú de mudar ese proyecto. Esta semana, Putin recibió al presidente venezolano Hugo Chávez (ver nota aparte), quien realiza una nueva gira por Rusia, Bielorrusia e Irán, todos ellos países con tensas relaciones con Washington.
La elección de Kennebunkport se basa en que, gracias al ambiente distendido que ahí reina, "se podrá hablar largamente de la relación bilateral y de las posibilidades de cooperación en los ámbitos que existen tensiones", según un alto funcionario de gobierno.
escudo. Bush y Putin no tendrán una agenda precisa. Según el Kremlin, la situación de Kosovo (EE.UU. busca su independencia y Rusia la rechaza) y la palestina, los programas nucleares de Irán y Corea del Norte, y el desarme serán los temas centrales a tratar. La democracia y los derechos humanos también estarán en las conversaciones. Pero el escudo antimisiles va a acaparar buena parte del tiempo.
Este proyecto ha crispado las relaciones ruso-norteamericanas. Estados Unidos asegura querer instalar un radar en la República Checa y misiles de interceptación en Polonia para proteger a sus aliados europeos contra la amenaza balística de Estados considerados "parias" como Irán. Rusia, ya preocupada por la expansión de la OTAN a sus puertas, ve una amenaza en este proyecto.
En junio, durante la cumbre del Grupo de los Ocho países más poderosos del mundo (G-8), Putin le presentó a Bush una contrapropuesta: puso a su disposición una estación de radar existente en Azerbaiyán. En cuanto a los misiles de interceptación, Moscú no los ve necesarios.
"No vemos una amenaza proveniente de Irán (...) en un futuro previsible", dijo un portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov. La Casa Blanca, por su parte, confirmó la sospecha de que un abandono de parte de Bush de los proyectos de Polonia y República Checa era poco probable.
"Hay radares y radares. La pregunta es: ¿Qué tipo de radar es ese, cuáles son sus capacidades?", dijo el alto funcionario de Estados Unidos acerca del radar de Azerbaiyán.
Peskov advirtió que si Bush persistía en su proyecto, Rusia "velaría por sus intereses".
Ambas partes han recomendado además no esperar demasiado de esta reunión, más allá de un posible acuerdo de cooperación nuclear civil. Los expertos señalan que la cercanía de las elecciones en los dos países complican más las cosas.
Pero el marco informal de Kennebunkport debería prestarse a una discusión más global sobre el futuro de las relaciones bilaterales y las preocupaciones de Bush sobre la evolución de Rusia.
Origen de un despecho
El primer encuentro entre Bush y Putin ocurrió en junio de 2001 en Lubiana. El clima fue de total cordialidad, al punto que el estadounidense dijo haber podido entrever "el alma" del ruso.
Los atentados a EE.UU. del 11 de septiembre de 2001 marcaron, al mismo tiempo, el inicio de una efímera "luna de miel" entre ambos países, y el principio del deterioro de la relación.
Putin fue el primero en ponerse en contacto con Bush para solidarizarse y ofrecerse para compartir información de sus servicios secretos y hasta ofrecer instalar bases estadounidenses en Uzbekistán y Kirguistán, ex estados soviéticos cercanos a Afganistán.
Pero la guerra contra el terrorismo de EE.UU. dejó a todos los asuntos en segundo plano, salvo Irak. Rusia comenzó a acumular decepciones e ira por lo que consideró un "desplante", al sentirse "olvidada" por Washington.