El Papa pidió a la Iglesia que se "renueve" y "reniegue del egoísmo" en el penúltimo Angelus antes de su renuncia, el 28 de febrero. Benedicto XVI habló ayer ante miles de fieles en la Plaza San Pedro, en la que representó una de sus últimas apariciones.
"La Iglesia, que es madre y maestra, llama a todos sus miembros a renovarse en el espíritu, a reorientarse decididamente hacia Dios renegando del orgullo y del egoísmo para vivir en el amor", dijo Benedicto XVI desde la ventana de su estudio en el palacio apostólico.
El Papa apareció a las 12 horas, sonriente y alzando los brazos ante la muchedumbre, que llevaba varios minutos coreando "¡Benedetto, Benedetto!" antes de su salida y le recibió con gritos de "¡Viva el Papa!"
"Rezad por mí y por el próximo Papa", pidió Benedicto XVI en su tradicional intervención dominical en la que también habló de la importancia de la Cuaresma, un período de reflexión para los católicos.
El Pontífice renunciante invitó en esta oportunidad a "no instrumentalizar a Dios para fines propios, dando más importancia al éxito y a los bienes materiales".
"El tentador es furtivo: no empuja directamente al mal sino hacia un falso bien, haciendo creer que la verdadera realidad son el poder y lo que satisface las necesidades primarias", destacó.
"En los momentos decisivos de la vida, pero bien visto, en todo momento, estamos frente a una encrucijada: ¿queremos seguir al yo o a Dios? ¿El interés individual o el verdadero bien, lo que realmente es bien?", preguntó en el Angelus.
El Papa agradeció en particular a los habitantes de Roma y, en sus palabras en español, al grupo del Colegio sacerdotal argentino de Roma, un ligero indicio del título que tendrá después de su retiro. El Vaticano ha sugerido que se le llame "obispo emérito de Roma".
Las autoridades locales evaluaron en más de 100.000 las personas que acudieron a la plaza de San Pedro, mientras que el Vaticano dio la cifra de 50.000.
Hoy hace una semana que Benedicto XVI anunció su renuncia "por falta de fuerzas", una decisión sin precedentes en la historia moderna de la Iglesia católica que abre la vía a la celebración del cónclave de 117 cardenales para elegir al nuevo Papa y que podría empezar a mediados de marzo.
"Hace 500 años que no hubo un acontecimiento similar. Este Papa es un Papa teólogo. Ahora el desafío será dialogar con el mundo, la barra está muy alta", explicó Lázaro Ángel, un jesuita cubano afincado en España, que reconoció sin embargo que Benedicto XVI no tenía "ese carisma especial" de su predecesor, Juan Pablo II.
Horas antes del Angelus dominical, las fuerzas de seguridad habían cerrado la circulación en la Via della Conciliazione, la gran avenida que conduce al Vaticano, donde afluyeron una mezcla de familias, monjas, boy-scouts y turistas de todo el mundo enarbolando pancartas con lemas como "¡Gracias Santidad!" o "¡Te hemos querido muchísimo!".
A partir de las 18 horas de ayer, Benedicto XVI se retiró para realizar ejercicios espirituales privados con motivo de la Cuaresma, antes de celebrar el próximo domingo otro Angelus, el último de su pontificado.
Las meditaciones las dictaría el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de la Cultura.
Los ejercicios finalizarán el sábado próximo por la mañana. Durante la semana se suspendieron todas las audiencias, incluida la general de los miércoles con el Papa.
FIELES.
Muchos de los fieles reunidos ayer en San Pedro todavía estaban asimilando la decisión histórica e inesperada del Papa de renunciar. "Es una decisión que te impacta y necesitas tiempo para asimilarla", admitió Quique, un jesuita español que subrayó sin embargo su "respeto y admiración".
"Nos sorprendió pero Dios se hace ver en esta decisión, aunque nosotras no lo podamos entender", aseguró por su parte Lara Cecilia, una clarisa mexicana que escuchó con una gran sonrisa la intervención del Papa junto a sus compañeras reunidas bajo una gran pancarta con el lema "Viva Cristo Rey".
Otros fieles sin embargo no esconden su incomprensión ante la renuncia y ya tienen la mente puesta en el sucesor de Benedicto XVI.
"Me parece que no había motivo. Juan Pablo II también estaba cansado y no renunció. Ojalá el próximo Papa sea más bonachón, tenga más carisma", explicó Myriam, una panameña de 60 años que está de vacaciones con su familia en Roma.
Desde que hace una semana anunció su renuncia, el Papa ha mantenido su agenda casi sin cambios. El jueves recibió a párrocos y seminaristas de Roma y el sábado se despidió simbólicamente de América Latina con una audiencia con el presidente de Guatemala, poco antes de recibir también al primer ministro saliente italiano, Mario Monti.
Su renuncia será efectiva el 28 de febrero a las 19 horas y se abrirá entonces el período llamado de "sede vacante" antes de que el cónclave de 117 cardenales elija a su sucesor. Espera que haya un nuevo Papa para Pascuas.
Papa: "No instrumentar
a Dios para fines
propios, dando más
importancia al éxito".
Secretario redactó la carta de dimisión
n Benedicto XVI confió a su segundo secretario, el maltés Alfred Xuereb, la redacción de la carta de su renuncia, en latín, difundida el lunes.
El martes anterior al lunes 11 de febrero Josep Ratzinger convocó, como tantos otros días, a su segundo secretario, que lo acompaña desde hace seis años, en su departamento pontificio.
El Papa le pidió a Xuereb, de 54 años, redactar la base del texto con el cual manifestó su decisión histórica, de acuerdo al canon 332 párrafo 2 del Código de Derecho Canónico.
El texto fue luego completado de puño y letra por Ratzinger. Cuando el próximo cónclave haya elegido al nuevo Papa, es probable que Xuereb siga en la secretaría papal, al menos para acompañar en el trabajo a los nuevos colaboradores.