“El reto del siglo XXI es hacer sociedades cuidadoras”, dice experta española ante el impacto de la soledad

"Tenemos que ver cómo volvemos a poner al ser humano en el centro de las políticas, y volvemos a mirar qué malestares hay fruto de la sociedad del desarrollo", dijo Matilde Fernández Sanz a El País.

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Matilde Fernández Sanz.
Matilde Fernández Sanz.
Foto: Francisco Flores.

La soledad no deseada es un fenómeno que concita cada vez más atención en diferentes zonas del mundo. Las sociedades, a medida que son más desarrolladas, se hacen más longevas, y en un contexto de baja natalidad y estilos de vida diferentes a los de décadas atrás, la soledad va ganando cada vez más terreno. Según el Censo 2023, 16% de la población uruguaya es mayor de 65 años, por encima del 14% en 2011. Realidades similares han llevado a países tan diversos como Japón y España a poner sobre la mesa el abordaje de la población adulta mayor, que se siente sola por su salida de la actividad laboral y/o por pérdidas familiares y sociales.

Este asunto fue el centro de la conferencia “Hablemos de soledad”, que se desarrolló el pasado viernes en la Universidad Católica del Uruguay (UCU), en la que participaron la licenciada en Filosofía y Letras española Matilde Fernández Sanz, el contador Enrique Iglesias (Fundación Astur), y el magíster en gerontología social Alejandro López. La actividad impulsada por UCU y Fundación Astur se enmarcó en el XIV Congreso Internacional de Acompañamiento Terapéutico y II Congreso Uruguayo.

Fernández fue la primera ministra de Asuntos Sociales de España, durante la administración de Felipe González, integra la junta directiva de Acnur (ONU) del país ibérico y es la presidenta del Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada (SoledadES), que en junio presentó un barómetro el cual arrojó que 20% de los españoles sufre soledad no deseada. “La soledad es más frecuente entre las personas más jóvenes, menor en la edad adulta media, y más común entre las personas mayores”, indicó el informe.

En entrevista con El País, Fernández dijo que hasta hace unas dos décadas atrás el análisis de la soledad se enfocaba en el “estudio de la persona”. Esto implica ver al fenómeno como un “sentimiento subjetivo”, derivado de la “diferencia entre las expectativas de la calidad de las relaciones familiares y sociales, y la realidad que se percibe”. Si las expectativas son mayores a las recibidas, aparece la “frustración”, que lleva a decir a una persona “me siento sola”.

El cambio, añadió, se sucedió sobre fines de los años 90, cuando se planteó que la soledad es un “malestar social”, y que más allá que en su origen puede ser un sentimiento subjetivo “tiene una traducción objetiva”. Con esta nueva concepción, los estadounidenses empezaron a hablar en sus investigaciones de la necesidad de recuperar la “conexión” de la gente en los barrios, que los europeos prefieren denominar “comunidad”.

“El mundo desarrollado ha vivido una situación de mucha competitividad, de mucho individualismo, de ‘allá voy yo con mi carrera y no miro lo que está pasando al alrededor'. Y todo eso ha llevado, desde la filosofía, la psicología y la sociología, a decir: ‘ojo que se está creando un malestar’. Entonces tenemos que ver cómo volvemos a poner al ser humano en el centro de las políticas, y volvemos a mirar qué malestares hay fruto de la sociedad del desarrollo para ir hacia una sociedad cooperativa”, destacó Fernández.

La creación de una secretaria de Estado para la Soledad en Reino Unido en 2018, y de un Ministerio de Soledad y Aislamiento en Japón en 2021, sumado a medidas al respecto en Estados Unidos, Francia, Alemania y los países nórdicos, impulsaron a realizar estudios al respecto en España, indicó la experta. Entre varios indicadores, el barómetro de 2024 arrojó que casi el 70% de aquellos que sufren soledad están en esa situación desde hace más de dos años. “Los hombres tienden a sentir soledad porque han dejado de sentir su función social, y las mujeres por pérdidas familiares”, añadió.

El mismo observatorio publicó en 2022 un informe sobre la percepción social del fenómeno, que dejó entrever que “los medios de comunicación son muy responsables”, puntualizó. “Nos llaman ‘viejecitos frágiles’ y hay mucho edadismo en las columnas”, sumado a que en España se denomina “clase pasiva” a los jubilados. Como el cambio en el lenguaje “es muy importante”, mantuvieron reuniones con medios para reforzar la idea de que pese a la edad “se puede seguir siendo útil, así como ser voluntario y colaborar”.

“Esta es una realidad que hay que atender, y que no es sólo de las personas; es la sociedad que tiene que mejorar sus estructuras y canalizar políticas”, remarcó Fernández sobre el trabajo que incluyó campañas de sensibilización, y hasta reuniones con el arco político para pedir que incluyan “respuestas a la ciudadanía” sobre el tema.

Matilde Fernández Sanz.
Matilde Fernandez Sanz.
Foto: Francisco Flores.

Para atender este asunto, Fernández dijo que lo primero es tener datos sobre la incidencia del problema en toda la población y territorio, para luego “con honradez” analizar cuáles son las políticas que vale incorporar con “la mirada de la soledad”. Esto no necesariamente implicaría más costo estatal, subrayó.

Un programa de vacaciones en temporada baja para adultos mayores de bajas jubilaciones, es uno de los ejemplos de soluciones “sostenibles” que nombró, lo que permitiría —dijo— la reactivación del turismo en un período de baja afluencia y llevaría a un impacto positivo en la población.

En torno a la vida cotidiana de adultos mayores, Fernández destacó que “en la proximidad, sobre todo, hay que crear nuevas redes y sacar de las casas a las personas que se van aislando y sintiendo solas”. Un ejemplo de ello es que quienes participan de programas de voluntariado, puedan proponerles “salir” del domicilio a actividades diversas, sobre todo culturales. "Todos los estudios nos dicen que a más cultura, menos soledad", lo mismo que con el nivel educativo, acotó.

En ese sentido, la experta destacó la iniciativa de los actores españoles jubilados, que ofrecen en Barcelona una obra gratis al mes, en teatros barriales, con una condición: que los adultos mayores vayan acompañados de un joven, que puede ser un nieto o un voluntario de una ONG. “Es muy inteligente el movimiento de los actores. Abrir los teatros para sacar a la gente, socializarla, incorporarle la cultura y que puedan volver a casa contentos porque han vivido una nueva realidad”, resaltó.

En tanto, tomando en cuenta la experiencia española, Fernández consideró clave “dar poder a los ayuntamientos (municipios) para hacer las cosas cercanas a donde vive la gente”.

“El reto del siglo XXI en los países desarrollados es hacer sociedades cuidadoras”, consideró Fernández. Estas deben cumplir con “dos grandes objetivos”: tener a la persona "en el centro de la política”, y que sea “igualitaria entre hombres y mujeres”.

“Por supuesto que la riqueza de la industria es importante, pero el futuro es de la sociedad que presta servicios a la propia sociedad. Una sociedad inteligente, es aquella que, a todo aquel que cuida, lo respeta y valora”, resaltó.

“La soledad tiene que ver con hacer una nueva sociedad, y hay que contar con todos, con las empresas, las universidades, los voluntarios, porque todos somos necesarios”, remató Fernández.

Medición uruguaya: más jóvenes experimentan más soledad

El Núcleo Interdisciplinario de Envejecimiento y Vejez (Nieve) de la Universidad de la República (Udelar) —creado en 2009— desarrolló en 2019 la encuesta Soledad y Generaciones. “Las generaciones más jóvenes son quienes experimentan la soledad en mayor medida que la generación de Mayores”, en referencia a quienes tienen más de 72 años, indica el informe “Miradas interdisciplinarias sobre envejecimiento y vejez”, al que llegaron como conclusión y que fue publicado en 2020.

“A medida que aumenta la edad, disminuye el sentimiento de soledad subjetiva (…) esto contradice el imaginario social de que la generación de mayores es la que experimenta la mayor soledad subjetiva”, añadia el estudio, que presentó porcentajes siguiendo la “escala UCLA”, de la Universidad de California.

Mientras 65,8% de los encuestados de la generación Z (18 a 22 años) dijo experimentar soledad, ese porcentaje cayó a 37,8% entre los mayores de 72 años. Le siguen los millenials (23 a 37 años) con 64,7%; la generación X (38 a 51 años) con 50,4% y los boomers (52 a 71 años) con 46,7%. En promedio, entre todas las generaciones, 53,7% dijo sentir soledad.

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