Sanguinetti y Lacalle alertan que intolerancia debilita al sistema

| Otros dirigentes reclaman más representatividad para permitir acceso al Parlamento a todos los sectores partidarios

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Una sesión legislativa en recuerdo del trigésimo aniversario de la disolución de las Cámaras, el 27 de junio de 1973, sirvió ayer a los ex presidentes Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle para acentuar el ambiente de afirmación y convicción democrática que hay en el país pero, a su vez, para alertar a propósito de los climas de enfrentamiento e intolerancia que debilitan el sistema. La instancia fue conducida desde la presidencia por el senador Carlos Julio Pereyra, por decisión de sus colegas de entonces y de ahora.

Desde una banca que una vez ocupó como diputado por el Partido Colorado, Sanguinetti subrayó que hoy en día la democracia es vigorosa pese a la crisis económica, pronosticó que "se mantendrá" en los próximos años y, además, dijo que "no están hoy los adversarios de entonces". Sin embargo, advirtió que con actitudes de "crispación y enfrentamiento" en aquellos años se debilitó el sistema democrático. "Todos debemos asumir aquella responsabilidad histórica para que no se reproduzcan", planteó.

A continuación, Lacalle remarcó que la reafirmación democrática simbolizada con el acto de ayer debe, además, ser abonada con la autocrítica. Dijo advertir en la sociedad "síntomas de intolerancia", como "actos de violencia privada, descalificaciones en los muros y en la prensa", lo cual sostuvo que la clase política ya está viviendo. Lacalle hizo votos por que los políticos sepan "leer a tiempo" estas advertencias.

Insistió en la necesidad de "leer la letra pequeña" de lo que muestran los hechos del presente y trazó un paralelo con enseñanzas bíblicas que alertaban sobre "el fin". Pidió a todos los partidos "humildad" y recomendó "cambiar desde el lunes".

PONERLE CORAZON. Pero durante la sesión de conmemoración, se alzaron voces discordantes con diversos aspectos que hacen al funcionamiento democrático como, por ejemplo, la representatividad del Parlamento. Así, el ex diputado blanco Oscar López Balestra reclamó mayor presencia de sectores políticos de los partidos en las Cámaras.

A su vez, el ex diputado hizo un llamado de alerta a los actuales legisladores pidiéndoles que "pongan corazón" y que traten de evitar que "los muros de mármol impidan oír el clamor de la gente". Llamó a evitar que los "burócratas, tecnócratas y oligarcas" le "escamoteen representatividad" al Parlamento. Y recomendó a los actuales legisladores que "se entreveren" con la gente "para saber qué quiere. Los que aquí están tienen que saber escuchar".

Pero, en seguida, el senador Guillermo García Costa reflexionó dando un tono más moderado que su colega. "Nunca vamos a liberarnos de que la gente crea que acá podemos hacer milagros. Esta es la primera frontera donde golpean los problemas. Aquí estamos y estaremos, como representación del pueblo. Ese es nuestro sino pero nuestra mayor gloria", dijo.

PRESERVAR. El senador colorado Juan Adolfo Singer, dijo que "los partidos tienen la necesidad de desplegar talento y coraje para buscar asegurarle al país un futuro".

El veterano dirigente nacionalista Walter Santoro invitó a "cuidar la representatividad" que "se había perdido" en la noche del 27 de junio de 1973, mientras que el ex diputado comunista Vladimir Turiansky opinó que el Parlamento "tiene que recoger el sentimiento popular" y atender sus reclamos en su condición de "caja de resonancia" de la sociedad.

Luego, el ex legislador blanco Ricardo Rocha Imaz apuntó que esta jornada debe servir para "trasmitir el mensaje a las nuevas generaciones", e invitó a "preservar el Parlamento como institución".

El actual diputado frenteamplista Carlos Baraibar afirmó que los partidos "queremos que nunca más haya golpe de Estado", para lo cual pidió "preservar las enseñanzas de la historia".

En tanto, el ex senador blanco Uruguay Tourné aportó un enfoque diferente al sostener que "hoy, el enemigo de la democracia es la inmoralidad de la corrupción económica".

La decana de los ex legisladores presentes, la colorada Graciana Barbero, de 92 años, le pidió a sus congéneres de todas las fuerzas políticas que "luchen para que nunca más haya una lesión a la democracia en el país".

Más adelante, el ex diputado Carlos Texeira (PDC), hizo una fuerte advertencia al sistema político al afirmar que "corre riesgo de perder legitimidad en el pueblo" por la crisis. "Como pueblo, mucho tenemos que aprender de los errores del pasado", dijo. Llamó a la actual como "una hora de desafíos para encontrar soluciones", las que dijo que deben ser impulsadas desde el Parlamento por legisladores "con actitud de renunciamiento y grandeza de espíritu como Wilson Ferreira Aldunate".

Otro de los ex legisladores del PDC, Américo Plá Rodríguez, indicó que la reunión tiene para él "el sentido de profundo compromiso de todos nosotros, y también del país, con la libertad".

Como clausura de la histórica sesión, el senador Pereyra gritó vivas a los hombres libres y a la Patria libre.

La sesión que nunca se esperó hacer

Todo sucedió ayer. Hace treinta años y un día era impensable que los entonces diputados Vladimir Turiansky, del Partido Comunista, y Juan Justo Amaro, del Partido Colorado, siquiera imaginaran que algún día se confundirían en un abrazo. Tampoco Luis Alberto Lacalle hubiera pensado en aquel momento que ayer le gritaría entusiasmado "¿cómo te va...?", desde quince metros de distancia, a su ex colega Isidoro Etchegoyen, que era representante de la Unión Popular de Enrique Erro.

Julio Olivar Cabrera y Tabaré Hackenbruch, antiguos rivales políticos dentro del Partido Colorado de Canelones, dejaron a un lado viejas rencillas y se abrazaron también en el centro del hemiciclo de la Cámara de Representantes, poco antes de que el cuerpo celebrara ayer una sesión de conmemoración del trigésimo aniversario de la disolución de las Cámaras.

Wilson Craviotto y Víctor Rossi, antes uno pachequista y otro comunista, tampoco se negaron un abrazo. León Lev y Alejo Fernández Chaves reían después que el primero comentara en voz alta que no conocía a la mayoría de los invitados porque en 1973 "era un chiquilín".

Julio María Sanguinetti conversó animadamente con Luis Alberto Heber, hasta que el presidente del cuerpo, el nacionalista Jorge Chapper, llamó al comienzo de la sesión.

Se proyectó un video mostrando las últimas instancias de la sesión del Senado, el 27 de junio. Se veía el reloj del Senado marcando las 0:25 horas, se escuchó la famosa intervención de Wilson Ferreira Aldunate, luego una de Luis Hierro Gambardella y la de Carlos Julio Pereyra.

El actual senador fue invitado a presidir. Con voz quebrada por la emoción, dijo que "es de las honras más grandes que pude haber alcanzado" en su vida política.

El ambiente solemne era casi el mismo que en aquellos años, salvo por un detalle: en muchas bancas había teléfonos celulares que sonaban cortando el hilo de los discursos.

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