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Muertes por covid cuadriplican media histórica de las de gripe en enero

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Protesta en contra del presidente de Brasil. Foto: AFP.

EL GOLPE DE LA OLA

Empieza a verse el impacto de la ola de la variante ómicron; la mitad de fallecidos tenía más de 83 años.

Cuando el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, comparó al covid-19 con una gripezinha, recibió una catarata de críticas. Pocos días después de aquello su país registraba un récord de muertes por la novel infección, cifras incluso más elevadas que durante la gripe española. La variante ómicron, cuyos síntomas más comunes se asemejan al resfrío y que gracias a la vacunación de la población tiene una menor letalidad, expuso otra vez la comparación con la gripezinha. Pero ambas infecciones son incomparables.

Cada enero mueren en Uruguay unas 67 personas a causa de la gripe, los virus de la influenza o una neumonía. Así es desde 1997, cuando el Ministerio de Salud Pública (MSP) unificó su base de datos. Pero en lo que va de este enero, con covid-19 ya fallecieron cuatro veces más uruguayos.

Puede que varios de los que fallecieron con covid-19 hubiesen muerto igual, porque en su mayoría tenían alguna comorbilidad. También puede que cada enero muriera gente con gripe que jamás se enteró que transitaba la infección... porque directamente no se testean todos los casos. Pero incluso si se dan por válidas estas justificaciones -de uso frecuente entre los negacionistas de la pandemia-, la velocidad de transmisión de ómicron hace que, hasta por una razón matemática elemental, las defunciones observadas por la infección que causa el SARS-CoV-2 sean incluso mayores al de la gripe en pleno invierno.

“Y eso que todavía no estamos viendo los fallecidos del pico de esta ola”, advirtió el infectólogo Henry Albornoz. Porque los fallecidos con covid-19 que el Sistema Nacional de Emergencias (Sinae) reporta hoy son, en realidad, la representación del final de una infección que comenzó, en promedio, más de dos semanas antes.

Los virus respiratorios, cualquiera de ellos, tienen un desenlace similar: la persona agrava cerca del décimo día y es ingresada a una unidad de cuidados intensivos, y una semana después fallece.

Prueba de ello, en los últimos tres días la cantidad de muertos con covid-19 en Uruguay ya superó el promedio histórico de la gripe en un enero cualquiera. Y cuando se grafica la evolución de los fallecimientos -promediados a siete días para evitar cualquier ruido estadístico y para poder observar la curvatura-, puede notarse cómo a partir de la mitad del mes la pendiente se hace cuesta arriba.

“La ventana entre que una persona infecta y muere puede estar influenciada por la mejora de los tratamientos, la capacidad de los CTI, el testeo a tiempo y un largo etcétera; pero, por lo general, podría decirse que están falleciendo ahora con covid-19 los que tomaron contacto con la infección biológica hace más de 15 días”, explicó el neurocientífico Daniel Herrera, quien había estimado los tiempos para Uruguay en la ola p1.

Aquella gran ola de p1 fue más letal. En promedio de lo que va de enero, fallecieron con covid-19 “unas quince veces menos” que los que murieron por casos positivos durante el pico de la p1, estimó Andrés Ferragut, quien integró el área de análisis de datos del GACH.

Según un informe que el MSP difundió el viernes, este “desacople” entre la cantidad de infectados con el virus y los casos graves se debe al “comportamiento de la nueva variante ómicron (que afecta menos las vías respiratorias bajas) y al estado vacunal de la población”. El documento oficial revela que la mortalidad con covid-19 es diez veces mayor en aquellos que no están vacunados.

“Puede que haya casos excepcionales, pero, de lo que nos cuentan los intensivistas, hay dos perfiles bastante marcados de quienes cursan casos graves de covid-19: adultos muy mayores con comorbilidades, y algunos jóvenes sin vacunar”, relató la infectóloga Susana Cabrera.

El covid-19 se ha ensañado con los más adultos. Desde el comienzo de la pandemia quedó demostrado que las chances de transitar una enfermedad grave aumentan con la edad. Pero durante la ola de p1 hubo varios jóvenes o adultos jóvenes muertos e internados a causa de esta infección. Por entonces pasaban dos cosas: la población más adulta era la que tenía mayores porcentajes de vacunación, era la que se cuidaba más porque ya se sabía que era más susceptible y el virus estaba circulando a escala comunitaria.

“Ahora en que la cobertura vacunal es casi universal es esperable que vuelva a observarse una concentración mayor de las muertes en los más adultos”, advirtió el neurocientífico Herrera. Y los números le dan la razón.

De todos los que fallecieron con covid-19 durante este enero, la mitad tenía más de 83 años y la otra mitad menos de esa edad. Eso significa que la mediana (como se le llama en estadística a la posición central que parte los datos en dos) es seis años por encima de lo que se había observado en 2021.

El 17 de enero falleció en Montevideo un hombre de 24 años con covid-19. El 28 del mismo mes murió una mujer salteña de 29 años con la misma enfermedad. Estos casos que se salen de la norma -tanto así que un comité de expertos que asesora al MSP está estudiando las historias clínicas- hacen que el promedio de fallecidos baje un poco. Pero en los 28 primeros días de enero, para irse al extremo opuesto, murieron 55 personas con más de 90 años que tenían covid-19 (es decir, pacientes que superaban la esperanza de vida al nacer de los uruguayos).

No obstante, insistió la infectóloga Cabrera, “toda muerte cuenta: no vale más o menos por la edad del paciente o por si estaba vacunado”. Y concluyó: “la pregunta que habrá que hacerse antes de dar por finalizada la pandemia es qué cantidad de muertes diarias con esta enfermedad estamos dispuestos a tolerar”.

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