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INAU atendió 63 casos de explotación sexual de menores en 4 meses

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Pablo Abdala. Foto: Francisco Flores

PROBLEMÁTICA

El presidente del INAU, Pablo Abdala, dijo que en Uruguay salió a la luz una epidemia. Las autoridades relanzaron ayer la campaña "no hay excusas".

En medio de la pandemia por COVID-19, en Uruguay salió a la luz una epidemia: la explotación sexual de menores. Así definió el presidente del Instituto del Niño y Adolescente de Uruguay (INAU), Pablo Abdala, el flagelo que se vive en el país. Y por eso las autoridades relanzaron, ayer, la campaña “no hay excusas”.

La Operación Océano, esa en la que la Fiscalía ya detectó a 15 adolescentes que eran víctimas de explotación sexual, visibilizó un problema que, según las autoridades, “es mucho más grande”. De hecho, en el primer cuatrimestre de este año “se constataron 63 casos, cifra que supera la mitad de la totalidad de los que el Comité Nacional para la Erradicación de la Explotación Sexual Comercial y No Comercial de la Niñez y la Adolescencia (Conapees) atendió el pasado año”, dijo Abdala. Y por eso incentivó a que, ante la mínima sospecha, se haga la denuncia al *100.

Según Unicef, existen excusas y mitos que se repiten en las declaraciones de los victimarios y que, intenta la campaña, erradicar. En particular, los técnicos han apuntado a las siguiente cuatro: “No sabía que era menor”; “Ella lo necesita y yo la ayudo”; “Hay gurisas que aparentan más edad, y con eso te engañan”; “Ella me provocó”.

Mediante una cartelería y voces que resaltan estas excusas, las autoridades intentan que la sociedad en su conjunto tome cartas en el asunto. En este sentido, la vicepresidenta de la República, Beatriz Argimón, explicó: “El compromiso no solo tiene que ser del Estado, sino de una sociedad que debe denunciar y estar comprometida con esa denuncia”.

Tanto el INAU como Unicef viene insistiendo, desde que se creó la campaña en 2013, que los “mal llamados clientes” que compran esos “servicios de los menores” no son todas personas con problemas psiquiátricos, que los explotados no son solo mujeres, que no solo acontece en contextos de pobreza y que tampoco son pocos los casos (al producirse en la clandestinidad, el registro es menor a lo que realmente ocurre).

Por eso la campaña busca eliminar estos mitos, así como aquellos que indican que una vestimenta o apariencia podría justificar lo que, en la práctica, es una explotación.

Argimón resumió: “En este tema, todos tenemos arte y parte, porque tiene que ver con qué clase de sociedad estamos construyendo”.

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