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Delfina Martínez: “A los cinco años ya sentía que no era un varón”

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Delfina Martínez, activista e impulsora de la ley trans. Foto: Gerardo Pérez

ACTIVISTA E IMPULSORA DE LA LEY TRANS

La activista Delfina Martínez -integrante del colectivo Mizangas Mujeres Afrodescendientes e impulsora de la Campaña Nacional Ley Integral para Personas Trans- dijo a El País que la ley no establece tratamientos hormonales para los niños, ya que eso no es posible.

-Ha contado que ya a los cinco años de edad no se sentía varón. ¿Cómo era eso?

-Yo sentía que no encuadraba con lo que significa ser un varón, mucho menos heterosexual. Usaba la ropa de mi madre cuando no estaba. Me ponía los vestidos de mi hermana. Un día una vecina, que era como una tía, me vio y se escandalizó. Entendí que no estaba bien visto socialmente que me vistiera como quisiera. Y que eso tenía un costo. Yo hoy me siento travesti: mi identidad es travesti. No por lo que dice la Real Academia Española sino por la resignificación más cotidiana de esa palabra en el Río de la Plata: una persona que ha sido marginada, vinculada al comercio sexual. Eso tiene que ver con la falta de posibilidades.

-Su familia era evangelista, lo cual supongo habrá tenido una carga especial.

-Sí. Influyó mucho. Yo tardé 21 años en poder expresar mi identidad de género, salir a la calle así y presentarme socialmente como Delfina. Escuchar ese tipo de discursos demonizadores desde la infancia es súper violento. Por eso esta ley contempla las infancias y adolescencias. Hay quienes tenemos la capacidad de ser resilientes pero no todas las personas somos así. Mis amigas estaban todas en una esquina, no militaban por sus derechos. El costo era vivir al margen de la sociedad.

-¿Cómo inició su activismo?

-Me fui a vivir a Buenos Aires, conocí a trans que empezaron a ser referentes y estaban involucradas al activismo. Volví acá y empecé a militar.

-¿Y cómo vivió estas últimas semanas previas al domingo?

-Primero, tratando de brindar la información correcta. Es necesario porque hay una campaña de desinformación. La solicitud del prerreferéndum contradice lo que establece la Corte Interamericana de Derechos Humanos: el principio de progresividad y de no regresividad. Una vez que el Estado reconoce derechos humanos, no se puede volver atrás. Es como que se planteara una ley para que las personas afro volviéramos a ser esclavizadas.

-¿Por qué piensa que no hay que ir a votar el domingo?

-Porque es restringir derechos a una población históricamente vulnerada, violentada, torturada, criminalizada. Hoy muchísimas trans se están muriendo: la expectativa de vida no llega a los 40 años de edad. La mayoría de las personas que están relacionados a este prerreferéndum mienten y lo hacen en forma consciente. Eso es contrario a quienes dicen ser cristianos.

-Esta semana conversé con el abogado chileno Axel Kaiser, quien es contrario a cualquier ley que establezca privilegios en beneficio de un grupo. No es una opinión aislada: hay gente que opina que no se debe legislar para un colectivo. ¿Qué responde?

-Entonces no existirían las políticas públicas ni las acciones afirmativas. Quienes dicen esas cosas están en una situación de privilegio.

-La Iglesia Católica no ha convocado a votar pero en mayo se preguntó en un comunicado si "es lógico considerar que un niño o adolescente menor de edad tiene la suficiente madurez para tomar una decisión de tal magnitud que podría afectar su vida irreversiblemente". ¿No es una objeción válida?

-Parece que por tener 18 años sos la persona más madura del mundo y tomás las mejores decisiones. Pero los niños no van a acceder a un tratamiento hormonal. No tienen un desarrollo biológico que manifieste caracteres sexuales secundarios. Pero sí están contemplados en su identidad como personas trans. Si un niño o una niña de seis años dice que no se siente niño o niña, como me pasó a mí, hay que habilitar que se llame como siente que se llama. Ahí hay que acceder al cambio de nombre y sexo en los documentos, nada más que eso. Porque no hay nada de irreversible. La hormonización es en la adolescencia.

-El dirigente blanco Carlos Iafigliola ha sido especialmente crítico con la falta de consentimiento de los padres.

-La ley dice que tienen que tener el consentimiento de los padres. Pero si no aparecen, ¿quién da el permiso? Se está negando un derecho a un adolescente del INAU, por ejemplo. Y hay padres y madres que no son los mejores del mundo, muy castradores.

-¿Es habitual que el padre acompañe o que niegue?

-A la mayoría de mis amigas las echaron de sus casas. Pero hoy existe más información en la vuelta. Se ha quitado el monstruo de que ser trans solo te condena a la prostitución. Hay quienes han podido acceder a una carrera. Los padres saben que, si acompañan, pueden hacer que su hija no termine parada en la esquina.

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