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Era sereno, la conocía hace 34 años, entró a robarle y la mató

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Se inició una investigación interna. Foto: Archivo El País

LA TEJA

Un hombre fue condenado ayer a 24 años de penitenciaría por el crimen ocurrido el 20 de mayo d 2019; la víctima tenía 89 años.

Sabía que tenía 89 años, sabía que vivía sola y sabía que esa noche estaba durmiendo. Miguel y María, nombres ficticios, se conocían desde hace aproximadamente 34 años. Los dos vivían en una cooperativa de viviendas ubicada en el barrio La Teja. Él trabajaba como sereno en ese lugar los sábados y los domingos. El resto de la semana, los vecinos de la cooperativa lo contrataban para que hiciera trabajos de albañilería, pintura y sanitaria. Durante dos meses, él planeó la manera de entrar a la casa de la mujer y robarle todo.

El 20 de mayo de 2019 fue la madrugada que eligió para hacerlo. Miguel se acercó a la entrada de la casa de María, aflojó los focos de las luces que también alumbraban otra viviendas contiguas, y luego desatornilló la reja de la ventana del apartamento. Luego la forzó, la abrió y entró a la casa. María estaba durmiendo, era plena madrugada, pero el ruido que generó el sereno hizo que se despertara. Prendió la lámpara que tenía en la mesa de luz y vio a Miguel. Como ella lo reconoció, porque desde que era niño él vivía en ese lugar, el hombre comenzó a golpearla. Luego le tapó la boca con una sábana y la estranguló con la correa de cuero de su cartera.

Miguel recorrió de arriba a abajo la casa de María. Agarró una gran bolsa de nylon negra y comenzó a llenarla con los objetos que iba encontrando, entre ellos un televisor led y varias joyas. Antes de fugarse volvió sobre la reja que había desatornillado y la dejó tal cual estaba.

Huellas fueron clave.

Ese 20 de mayo, Leticia, nombre ficticio, llamó a su madre varias veces. Como no atendía, se contactó con una vecina que tenía las llaves de su casa. Le pidió que entrara y se fijara si todo estaba bien. Cuando la mujer ingresó, vio mucho desorden, recorrió el lugar y luego se encontró con la mujer de 89 años sin vida y tapada con sábanas dentro de su cuarto. De inmediato le avisó a la hija y llamó a la Policía.

Dos efectivos llegaron al lugar y comenzaron a preguntarles a los vecinos de la cooperativa si habían notado algo inusual la noche anterior. “Dijeron que había un sereno, que esa noche se había cortado la luz y había ido la UTE, pero que al sereno no lo habían podido ubicar”, relató una de las policías sobre la primera indagatoria que realizaron, de acuerdo a una sentencia judicial a la que accedió El País. Pero mientras estaban hablando con dos vecinas, una de ellas interrumpió la conversación. “Aquel que viene en bicicleta es el sereno”, dijo. Las uniformadas se acercaron a Miguel y notaron que estaba nervioso; preguntaba por qué había tantos policías. Pero lo que más llamó su atención fue lo que vieron. Miguel tenía una mancha de sangre en el pantalón a la altura de su rodilla. La conversación con el sereno transcurrió con normalidad. En un momento él pidió para ir la casa de su madre, que era amiga de María y que también vivía en la cooperativa. Las agentes le dijeron que sí y le pidieron que luego fuera a declarar sobre lo que había visto esa noche. Él dijo que no tenía problemas. Pero cuando Miguel se dirigía a declarar, un policía que había sido alertado sobre la mancha de sangre observó que el hombre ya no tenía puesto el mismo pantalón.

Mientras Miguel declaraba, el comisario a cargo de la investigación, Yony Mezquita, fue a la casa de la madre. Le preguntó si su hijo había estado ahí y si se había cambiado de ropa. Ella dijo que sí. Mezquita le pidió el pantalón y la mujer se lo dio. Además, la Policía incautó el par de zapatos que Miguel había usado antes de cambiarse. El pantalón y ese calzado fueron la clave que terminó esclareciendo el crimen, ya que cuando entró por la ventana quedaron huellas de sus zapatos en el marco.

La fiscalía de Homicidios de 2° Turno, a cargo de Mirta Morales, logró demostrar que Miguel planeó con antelación el robo de la casa de la mujer de 89 años. Que se aprovechó de su vulnerabilidad, que la golpeó, la estranguló y luego quiso borrar las huellas. Por eso, el sereno fue condenado ayer por un homicidio muy especialmente agravado a 24 años de penitenciaria.

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