Padres trabajólicos transmiten modelo adictivo a sus hijos

| Los trabajólicos son en general padres ausentes y periféricos al funcionamiento familiar

ALEJANDRA VARTIAN

Faltan pocos minutos para que un joven adicto a las drogas en recuperación, comience la sesión terapéutica con su familia. Espera ser atendido junto a su madre. Ya es la hora pero falta alguien. El psicólogo pregunta: "¿Tu padre?". El paciente le responde: "está trabajando, pero debe estar por llegar". Minutos más tarde, se escucha la respiración agitada de su padre que sube las escaleras a toda velocidad, vestido de traje y corbata y cargando un portafolio.

El episodio ocurrió poco antes de que el doctor Fredy da Silva, director de la comunidad terapéutica Izcali y coordinador del Postgrado de Drogadicción de la Universidad Católica, comenzara con la sesión. El psiquiatra afirmó que ha conocido muchos casos de padres trabajólicos a partir de su trabajo con adictos a las drogas. "La mayoría de los adictos tienen un padre ausente, muchas veces un adicto al trabajo, que rehúye a su rol de tal. Al no estar el padre el chico vive, además de la falta de afecto, la ausencia de límites y el consumo de drogas está muy relacionado con eso".

La existencia de trabajólicos dentro de la familia del adicto, también es constatada por Miguel Hernández, terapeuta familiar. "Muchas veces se ve en la familia un modelo adictivo, donde alguno de los progenitores funciona con una adicción. El trabajólico trasmite un modelo adictivo, la necesidad de consumir necesariamente trabajo y no poder parar, lo que repercute sobre algún tipo de conducta adictiva. El hijo toma ese modelo, cambiando el trabajo por una droga", explicó el psicólogo.

Según un estudio de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos) los hijos de hombres o mujeres trabajólicos tienen una alta probabilidad de ser "emocionalmente inestables". La investigación, con cientos de menores, reveló que estos niños tienen los mismos síntomas que habitualmente padecen los hijos de alcohólicos: depresión, ansiedad, desórdenes emocionales y mayores posibilidades de convertirse ellos mismos en adictos al trabajo al llegar a la vida adulta. El estudio señala que en la raíz del problema se encuentra la actitud de quien sufre esta obsesión, ya que su adicción por el trabajo lo convierte en un ser ausente y periférico de la vida familiar; que luego sufre mayores conflictos de pareja y distanciamiento de los hijos.

EXCESO. La tendencia a trabajar en exceso, por mera necesidad psicológica, es conocida con el nombre de "workaholics" o "adicción al trabajo". Sus víctimas sufren una dependencia similar a la experimentada por cualquier adicto y se las conoce con el nombre de "trabajólicos" o "workaholics".

Los adictos al trabajo piensan casi las veinticuatro horas en asuntos laborales. "El ser humano puede hacerse adicto a todo lo que le cause bienestar o calme un malestar. El trabajo evita muchas veces verse a sí mismos, confrontarse con su familia o pareja, o resolver problemas de la casa. Son personas que dedican su tiempo objetivo y subjetivo al trabajo: no sólo tienen una sobrecarga horaria laboral sino que todo el tiempo están pensando en el trabajo", afirmó Fredy da Silva.

Al igual que otros adictos, ignoran las relaciones personales y las actividades fuera del trabajo. La familia, las amistades, las vacaciones y celebraciones se sacrifican a causa de la adicción al objeto trabajo. "Los trabajólicos siempre se defienden con argumentos tales como: ’yo me encargo de lo de afuera y vos de lo de adentro’, o ’yo trabajo todo el día para que a ustedes no les falte nada’", explicó el director de Izcali.

Esa dependencia no sólo interfiere con las relaciones familiares y amistosas de las personas sino que también pone en riesgo la salud física y mental del individuo. Dolores lumbares, jaquecas, gastritis, úlceras, hipertensión arterial y hasta infartos, son algunas de las consecuencias más frecuentes. "La adicción al trabajo produce el llamado "burn-out" o síndrome de desgaste profesional. A los 10 años se produce el desgaste físico. Hacen crisis y consultan, por ejemplo, por una úlcera", puntualizó el psiquiatra.

CONsENSO. A diferencia de lo que ocurre con otras adicciones, ésta logra el consenso familiar. "Está muy encubierta y queda solapada. La situación económica puede encubrir una adicción al trabajo. Cuando uno trabaja con las familias es difícil que el trabajo sea visto como una adicción", dijo Hernández.

Asimismo, el apremio económico no es la motivación principal para la dedicación al trabajo, sino sólo un justificativo. Según da Silva, llega una hora del día en que el individuo no tiene la necesidad de seguir trabajando y "elige" continuar, "al igual que el alcohólico que se queda en el bar".

En tal sentido, Hernández explicó que hay una diferencia entre quien trabaja por necesidad económica y quien lo hace por una adicción. "Jerarquizan el trabajo sobre el vínculo afectivo con los demás. Además, los efectos son diferentes porque es distinta la presencia afectiva. No es lo mismo el que puede empezar algo y cortarlo, que aquel que no puede parar porque con el trabajo obtiene lo que otros logran a través de una sustancia".

Llega un momento en que la familia del trabajólico empieza a funcionar de manera autónoma. "Esposa e hijos ya saben que no pueden contar con él y se las arreglan solos. Después de un tiempo parece que la familia fuera ideal porque no hay roces, pero en realidad no hay familia", subrayó el psiquiatra.

Perfil

PROFESIONALES. El comienzo de la enfermedad es generalmente después de los 20 años. "A los 30 años hay más consultas pero es porque están sufriendo las consecuencias, pero todo comenzó 5 o 10 años antes. Además, se produce con frecuencia en los profesionales liberales", precisó Da Silva.

Hiperactivos. Con relación al perfil de quienes padecen el trastorno, el Psiquiatra Fredy da Silva sostuvo que se da con más frecuencia en hombres de sectores medios y altos de la sociedad. "Son personas muy hiperactivas, con mucha energía, obsesivos y muy críticos consigo mismos. Otras veces, pueden ser narcisistas. El prototipo es el del ejecutivo. Cuando el adicto al trabajo presenta personalidad narcisista, necesita mucho reconocimiento emocional de la familia y de la sociedad".

Entre 30 y 50 años. Un trabajo de Enrique Echeburúa, Catedrático de Psicología de la Universidad del País Vasco, establece que esta enfermedad "afecta fundamentalmente a personas de edad media, de entre 30 y 50 años, de clase acomodada, con una actividad laboral creativa (ejecutivos y profesionales) con una tasa de prevalencia de hasta el 23 % dentro de las profesiones liberales, como medicina, psicología y abogacía".

El 5 % de la población es dependiente

Esa clase de dependencia no es únicamente un mal de los países desarrollados sino que, según expertos, es la realidad de algunos uruguayos. Descubrir que se sufre esa adición es muy complicado y en muchas ocasiones no se detecta. "Se encuentra lo que se busca y se busca lo que se sabe. Uno va a encontrar pocos o ningún adicto al trabajo, no porque no los haya sino porque los colegas no lo diagnostican", señaló da Silva. Las estadísticas indican que existe un 5 % de trabajólicos a nivel mundial. En Uruguay, aún no se han realizado investigaciones en torno al tema, pero según señala da Silva ese porcentaje no varía en relación a las cifras internacionales.

En el país no existen grupos específicos de apoyo para quienes sufren esta clase de enfermedad a diferencia de otros países como Estados Unidos donde existe Trabajólicos Anónimos (inspirado en Alcohólicos Anónimos). Da Silva señaló que el tratamiento indicado es la psicoterapia y que los trabajólicos pueden integrarse a terapias grupales junto con otros adictos.

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