Eran adictos que para pagar distribuyeron. Se conectaron con un proveedor en el exterior, y crearon su propia línea de distribución. Así pasaron a ser líderes. Ellos son la tercera generación de narcos, los que cambiaron los códigos del negocio.
Llegar a esa posición lleva varios años. Es necesario aprender reglas, cometer deslealtades, escaparle a la policía y, si se cae preso, aprender de la experiencia de los narcos internacionales para cuando las rejas queden atrás.
Pero más allá de eso lo "determinante" es tener a un proveedor en el exterior y armar un grupo de distribución. En general son pequeños, de cuatro o cinco personas que transportan, ocultan y distribuyen las sustancias.
Daniel (40), contó a El País que empezó a consumir a los 14, estuvo encargado de estas tareas en una organización de narcos. Fue tres veces a Paraguay a buscar droga y reconoce que corrió un riesgo muy grande. Define a los narcotraficantes como "los pesados, los que traen la droga y hacen la plata".
Debido a que los grupos son pequeños y a que los líderes no suelen confiar en nadie es que, en general, ellos mismos tienen contacto con la droga. Esta es una de las diferencias entre un narco uruguayo y uno internacional. Éste último dirige la operación a distancia y nunca está con la "mercadería", lo que hace más difícil su captura.
El narcotraficante uruguayo Washington Risoto, asesinado en enero en el barrio Palermo, era uno de los pocos que se mantenía lejos de la droga. Por eso y porque tuvo "una enorme suerte", según la Policía, es que nunca fue detenido.
CIRCUITO. Una vez que la organización ingresa la droga al país, ésta es transportada al área metropolitana, según explicaron fuentes policiales a El País. Desde allí se provee a narcos locales, que son los que tienen distribución a gran escala y abastecen las bocas de todo el país. "Para el interior funciona como el Mercado Modelo, se distribuye desde Montevideo", explicó la fuente policial.
La policía afirma que detrás de este proceso hay miles de personas y aclara que también hay miles procesadas. En 2011 se detuvo a 1.649 personas, de las cuales 702 fueron procesadas. La cifra bajó en comparación con 2010 cuando se había detenido a 2.075 personas y se procesaron 812.
Abogados consultados por El País diferencian en dos clases a los narcos uruguayos: los de clase baja que compran y venden especialmente pasta base y los narcos de clase media y alta que operan a "otro nivel", sobre todo, con cocaína. Los procesos y códigos, en tanto, se mantienen para todos.
La Policía no puede estimar cuántos narcos operan en Uruguay. Descarta que haya organizaciones internacionales radicadas pero advierten sí que hay individuos pertenecientes a esas estructuras que operan circunstancialmente en el país.
EXPANSIÓN. Con la aparición de la pasta base hubo una masificación del minitráfico y surgió un nuevo perfil de narco que sintió la necesidad de lograr un liderazgo en los barrios como forma de apropiarse de un territorio. Para eso se esfuerza por generar una imagen "generosa" con los vecinos: apoyado en su estatus económico colabora con instituciones privadas o le pagan la luz a un vecino que lo necesita. Esto provoca que sea aceptado, reconocido y hasta protegido. "Generan dominio y control de la zona", advierte la Policía.
Daniel reconoce la importancia de generar "aliados". "Yo vivía en un barrio periférico y nunca me robaron ni se metieron conmigo porque me tenían miedo y porque venían a pedirme plata y les daba. Sabía que de alguna me iban a retribuir", relata a El País el hombre que hoy está en recuperación.
Según las fuentes policiales, el proceso se da en muchos barrios de Montevideo. A este control del narcotráfico es que hizo referencia el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, cuando dijo que la Policía quería erradicar de los barrios a los "señores feudales". "La feudalización es un proceso incipiente, pero que se está dando y nos preocupa", reconocieron desde el Ministerio del Interior.
El control de los narcotraficantes también se logra con la imposición de violencia. Por eso, en Uruguay, comenzaron a radicalizarse las disputas entre bandas. Robarse clientes o proveedores, control territorial, deudas y deslealtades en general, son las principales causas de enfrentamientos.
"Al haber más gente en el negocio los conflictos aumentan", asegura otra fuente policial a El País y explica que hoy en el narcotráfico hay muchos delincuentes que son de "otras ramas" del delito, que dentro de la cárcel cambiaron a la droga y que no siguen las reglas del "buen convivir" con las que hay que manejarse en el ambiente.
La Policía entiende que ésta proliferación trajo aparejado un cambio de códigos. Si bien el narcotráfico tuvo siempre una "justicia paralela", antes se pagaba con un tiro en las piernas y hoy se paga con la muerte, porque "se tira a matar". "Están armados, pero no para defenderse de la policía, sino de ellos mismos", explica un oficial.
Sin embargo, dentro de la fuerza hay quienes temen que el próximo paso de los narcos uruguayos sea enfrentarse a las autoridades, tal como se dio en otros países de la región. "Esto no se puede dejar porque cada vez se convierte en algo más peligroso. Es algo que el ciudadano común no advierte, y si algún día lo advierte es porque ya se fue de las manos y no hay cómo enfrentarlo", dijo la fuente a El País.
MENUDEO. Para tener una boca de droga en el barrio Marconi hay que ser fuerte. Los códigos allí nadie los respeta. Los días parecen ser iguales y todo gira en torno a una rutina interminable de adicciones y violencia.
Una exvendedora de droga que ahora tiene un puesto de verduras contó a El País que para empezar en el negocio hay que ir a una de las bocas ya establecidas y comprar dos "tizas", unas cápsulas de pasta base de cocaína que pesan 10 gramos y cuestan $1.300 por mayor. Con esa materia prima se arman 100 dosis "gordas" o 110 "finas", para luego comercializarlas a $ 50 cada una.
Por día, una boca de las chicas puede llegar a vender cinco "tizas", lo que equivale a más de 500 dosis. Si es viernes o fin de semana, la cosecha ronda las 10 o 20 tizas. También se vende marihuana y cocaína. Con dinero, el novato puede generar confianza en el ambiente y adquirir droga a los que abastecen, esos que no tienen boca y se los ve llegar en llamativos automóviles.
En la jerga, a los vendedores se les llama "punteros". Ellos se rodean de "perros" y "ñeris". Los "perros" son adictos o aliados sin poder económico que custodian la boca y también venden. Los "ñeri" son amigos, colegas o compañeros de los "punteros". Pueden o no tener su negocio aparte, pero funcionan para defender al "puntero" ante amenaza de bandas.
Las bocas de venta y toda la dinámica generada en su entorno superó el accionar policial. Autoridades del Ministerio del Interior reconocen ahora que a las bocas no se les gana con la represión, y gestionan para que el Estado las enfrente "en conjunto". "Tienen que intervenir otros ministerios, asistentes sociales, Inau, salud, tiene que haber una presión más fuerte del Estado para que en una casa que se vende droga se cambie de actividad", explicaron a El País.
La Policía tiene un mapeo de las bocas de todo el país realizado en base a denuncias. Solo por las líneas telefónicas gratuitas se recibieron en 2011 unas 2.731 denuncias anónimas. La vocera de la Asociación Civil Madres de la Plaza, Rocío Villamil, comentó a El País que esa organización recibe 15 denuncias diarias.
Aunque saben dónde están no pueden probar muchas veces su funcionamiento ya que bocas trabajan de noche. Las fuentes policiales consultadas dijeron que no hay posibilidad de modificar la Constitución para permitir los allanamientos nocturnos, y que si se lograra sería un riesgo para la fuerza. "Está bueno asumir los riesgos por cantidades o grupos importantes. Y el éxito en una operación contra el menudeo depende muchas veces de lo que demore el individuo en tirar la droga por el inodoro. Y sino hay droga, no hay prueba", afirma.
CARRERA. Lo más importante para que un narco pueda "hacer carrera" es exportar droga al exterior y mantenerse en el anonimato. Ahora, una vez que la policía sabe que es narco, es cuestión de tiempo, aseguran desde la Policía.
La mayoría de los narcos nunca logran exportar y son unos pocos los que "juegan en primera". Según un abogado uruguayo que representa a narcotraficantes uruguayos y extranjeros, un kilo de cocaína se vende en los países productores, como Bolivia, Perú o Colombia, entre US$ 1.500 y US$ 2.000. Ese kilo en países como Uruguay o Argentina se cotiza a US$ 7.000 pero cuesta US$ 30.000 en Europa. Una vez en ese continente, el traficante elabora cuatro kilos a partir de un kilo y vende cada uno a US$ 60.000, es decir que saca US$ 240.000 por cada kilo que compra puro. (Producción: Andrés Roizen y Pilar Besada).
Inteligencia dedicada a detectar la llegada de traficantes desde Brasil
Uruguay, al igual que otros países de la región, recibió una advertencia de Brasil: ante las políticas implementadas en ese país los narcotraficantes que antes estaban seguros allí pueden correrse para otras zonas dentro de Brasil o a los países con los que tiene fronteras.
Uruguay, que ya tiene antecedentes de este tipo (un narco brasileño, que tiene entre otros delitos más de 100 homicidios, se había instalado en San José de Carrasco y fue detenido), puso a los equipos de Inteligencia a trabajar en el tema.
Desde la División Narcóticos confirmaron a El País que hasta ahora no hay hechos que confirmen la llegada de narcos brasileños, como sí ocurrió en Paraguay. Las ventajas que tiene Uruguay para un narco son, según la policía, geográficas. "Tenemos una extensa zona terrestre que no tiene un control muy estricto. Pueden entrar y salir muy rápidamente", explicaron fuentes policiales.
URUGUAY EN EL MAPA. El último "Reporte de estrategia internacional de control de narcóticos", que emitió el Departamento de Estado de los Estados Unidos en marzo de 2012, afirma que "los traficantes de droga extranjeros se sienten cada vez más atraídos por la localización marítima estratégica de Uruguay, sacando ventaja de sus fronteras porosas con Argentina y Brasil".
El informe anual señala que "el tráfico de drogas hacia y a través de Uruguay ha aumentado constantemente durante los últimos años. Traficantes de drogas de Argentina, Colombia, Bolivia, Perú, México y recientemente, Serbia, capitalizan las fronteras vulnerables de Uruguay y su infraestructura de transporte".
El documento se refiere a los pocos controles de los containers en el puerto como uno de los atractivos para los traficantes extranjeros. "Conforme a las políticas gubernamentales uruguayas, los containers que se embarcan son rara vez inspeccionados si están en tránsito de o hacia otro de los países del Mercosur", señala.
LAS CIFRAS
229.176
Es la cantidad de gramos de cocaína incautada en el tráfico internacional en 2011. En el mercado interno se incautó 11.886.
3.980
Fueron las personas procesadas en los últimos cinco años por narcotráfico. En tanto, 11.792 personas fueron detenidas.
"Se han roto todos los códigos, hay una boca frente a la otra"
María (nombre adulterado para preservar el anonimato) tiene 50 años y vendió droga durante ocho en el barrio Marconi, donde todavía vive con toda su familia. Asegura que desde que abandonó el negocio en 2006, hasta hoy, "se han roto todos los códigos" entre los narcotraficantes. "Yo vendía y no era lo que es ahora. Tuve que dejar porque no era para mis hijos ni para mí, tengo familia, nietos. Con la vida que yo llevaba había peleas con cualquiera y te tiroteabas con cualquiera", contó María a El País. ¿Qué códigos? "Por ejemplo, antes no podía haber una boca frente a la otra, pero ahora hay por todos lados". Es así que se generan enfrentamientos por los territorios, dice María. "Y bueno, llega un momento que te cansás y te dan ganas de agarrar un revólver y empezar a matar gente", agrega. Ahora tiene un puesto de frutas y verduras, pero está "en paz".
"Ir a una boca es degradante; no les importa pegarte un tiro"
"Cuando entrás a una boca de droga no sabés qué vas a dejar ahí. Ellos te negocian lo que quieren, y si te tienen que matar te matan", cuenta Marcelo, un exdrogadicto de 22 años. Luego, agrega: "Te tratan como un perro, saben que estás fisurado y que te querés llevar la droga igual. Hay gente que deja los championes y la ropa para comprar. Yo me llegué a prostituir por droga, porque cuando estás drogado hasta las manos no medís las consecuencias". Marcelo salió de ese mundo, aunque recuerda cómo funciona. "Es una cadena larguísima, pero el que está arriba es el pesado, anda armado, trae mucha droga y hace el negocio grande", dice. Y añade: "Hay cosas que el consumidor no perdona, me pasó de ir a la boca y que me vendieran la droga cortada. Ahí está todo mal. Lo que hacés es correr la bola, pero no podés ir a decir nada porque te arriesgás a que te peguen un tiro".
"Algunos tienen poder, el resto tiene que tratar de sobrevivir"
"Estuve preso por tráfico y por lesiones graves, apuñalé a uno que me debía plata", relata Daniel, un extraficante y exconsumidor de drogas. Tras un largo tratamiento logró salir del negocio y del consumo, y ahora se arrepiente de todo. "Fui tres veces al exterior en moto a buscar droga, fue mucho riesgo. Luego caí preso y en la cárcel se mantienen los códigos de afuera: algunos tienen el poder y otros tienen que agachar la cabeza y tratar de sobrevivir", dice. Sobre el trato con los vendedores, Daniel cuenta: "Me dejaban droga y me decían la semana que viene tenés que darnos US$ 2.500; yo siempre tuve, pero si no te disparan o te queman la casa". Como narco, él se hizo respetar en su barrio: "Me tenían miedo. Yo salía y me agarraba a los tiros o a las puñaladas, no me importaba. Algún vecino me pedía $50 para comprar leche y le daba sabiendo que de algún modo me iba a retribuir".